Heinz Dieterich
Martes, 7 de junio de 2011
Es un modelo de transición binario. Solo puede tener dos desenlaces: el capitalismo salvaje o el Socialismo del Siglo XXI
1. La Revolución post-castrista de Raúl Castro
Raúl Castro está llevando a cabo una nueva Revolución en Cuba. Ésta puede tener diferentes nombres: post-soviética, post-castrista (fidelista) o post-Stalin. El hecho es que se trata de la revolución más profunda que Karl Marx contemplaba: la sustitución de un modo de producción por otro.
Bajo la conducción de Fidel, la vida económica en la isla se regía durante medio siglo por el modo de producción soviético, es decir, la planificación centralizada protosocialista. El modelo de transición que Raúl pretende instalar descansa doctrinariamente sobre Oliver Cromwell y Friedrich List, e históricamente sobre las experiencias de China, Singapur y la Nueva Política Económica (NEP) de Lenin. Es un modelo de transición binario. Solo puede tener dos desenlaces: el capitalismo salvaje o el Socialismo del Siglo XXI.
2. Raúl Castro, Mikhail Gorbachev y Deng Hsiao Ping
Raúl Castro tiene que resolver la tarea que la historia le planteó al Partido Comunista de la URSS (PCUS) y al Partido Comunista de China (PCCh): superar el agotado modelo stalinista del Socialismo del Siglo XX. La falla del PCUS de resolver la tarea mediante la perestroika y glasnost, llevó a la destrucción de la Unión Soviética. La elite burocrática del Partido (Gorbachev, Yeltsin), educada y formada (sic) bajo el régimen del PCUS stalinista, destruyó el Socialismo del Siglo XX.
El Partido Comunista de China evitó ese fin mediante la política de “apertura y reforma” (1978), conducida por el veterano de la Larga Marcha, Deng Hsiao Ping. Sobre la base de los grandes logros del periodo de Mao Tse Tung, ese modelo de transición ha sido muy exitoso. Combina elementos del sistema soviético de planificación protosocialista y del monopolio de poder político unipartidista, con mecanismos económicos del capitalismo. El resultado es una configuración de dualidad de poderes, que es dinámica e inestable. Se trata de poderes antagónicos temporalmente obligados a coexistir en una fase de acumulación de fuerzas. Como en Cuba, no se sabe el desenlace final de esta transición. Pero, a diferencia de Moscú, el modelo evitó el estrepitoso colapso del sistema y le proporcionó al Partido Comunista una moratoria histórica.
3. Raúl en el papel de Deng Hsiao Ping
Raúl Castro se encuentra, quiera o no, en el papel histórico de Deng Tsiao Ping, de tener que superar la crisis terminal del modo de producción soviético, so pena de colapso de la Revolución. No cabe duda, que Raúl es el único en la isla que puede realizar esa tarea. Es un revolucionario y comunista que tiene la audacia y el pragmatismo necesarios para salir de la dramática situación de precolapso del sistema. Y es el único que tiene suficiente poder para reemplazar el modo de producción soviético. Pese al idílico discurso oficial sobre reformas y profundización del socialismo, la verdad cubana es clara y excluyente: O es Raúl Castro, o es un Gorbachev con apellido cubano.
4. Una tarea sobrehumana
La tarea de Raúl es extremadamente difícil. Tiene un sistema económico cuya escasa productividad del trabajo y la agresión gringa lo han hecho inviable. Tiene como instrumento de cambio a un Partido Comunista, cuyo estancamiento evolutivo de los últimos treinta años ---caracterizado por el "dogma", las "consignas vacías", el "reunionismo", el "amiguismo" y la "mentalidad de inercia" (Raúl, VI Congreso PCC)--- lo ha convertido de una vanguardia en una burocracia ineficiente y oportunista.
El PCC actúa en un vacío ideológico. Está agotado su discurso del Socialismo (del Siglo XX) y del Hombre Nuevo, y su dogmatismo le ha impedido asumir el Nuevo Proyecto Histórico del Socialismo del Siglo XXI, con la economía de equivalencias y la democracia participativa, que es la Fase Superior del Socialismo. Con el retiro de Fidel Cuba ha perdido su papel protagónico en la política internacional y, no dispone de una generación de jovenes líderes revolucionarios, lo que es una “vergüenza”, según Raúl. Los límites de la alianza con China y la incertidumbre del futuro de Chávez, agravan el panorama.
5. China decide el destino de la revolución de Raúl
Todo lo que Raúl haga para superar el estancado modelo stalinista de la Isla y llegar a un socialismo contemporáneo, debe ser apoyado por los revolucionarios del mundo. Sin embargo, hay que dar ese apoyo sin tener ilusiones sobre el futuro. Es decir, hay que razonarlo dentro de las leyes de la evolución del sistema mundial. Al hacerlo, se vuelve evidente, que el futuro binario de Cuba se decidirá, a mediano plazo, en la lucha de clases en China. Si en la dualidad de poderes del modelo de transición chino se impone el capitalismo, entonces las leyes de evolución del capitalismo mundial no dejarán intacto un nicho ecológico para una pequeña isla socialista, a 90 millas del principal monstruo neofascista existente. Se cumpliría, en consecuencia, la eterna tragedia de los pequeños países y de los débiles, cuya única sobrevivencia posible es la adaptación al entorno dominante.
6. Raúl Castro: el último baluarte de la Revolución cubana
La transición que Raúl Castro trata de lograr es impuesta por el cambio de dos circunstancias: el colapso del Socialismo del Siglo XX y la involución del Partido Comunista de Cuba. Raúl Castro es la última esperanza de la Izquierda en esta revolución post soviética forzada. Su Revolución es, como decía uno de los fundadores del Socialismo del Siglo XXI, Arno Peters, en una formulación maravillosamente dialéctica, la ultima ratio de la evolución anti-capitalista cubana del presente. Por eso, el monstruo neofascista declara que no habrá trato con la Revolución Cubana, mientras estén los hermanos Castro.
Si él falla, llegará la hora de los Gorbachev y Yeltzin tropicales.
hdieterich@gmail.com
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