ANGEL OROPEZA
"En política todas las victorias son efímeras, y todas las derrotas son provisionales". (M. Fraga I.)"
" La tesis del fraude (sospechosamente propagada por los
laboratorios mediáticos del gobierno) lo que busca es la desmovilización
del pueblo del progreso, ya que si hubo fraude, y la oposición lo sabe y
lo permitió, no puedes votar por ella en diciembre, donde nos jugamos
no sólo la presidencia de la República, sino toda la geografía del país"
El
domingo fue de celebración para una mitad del país, y de tristeza para
la otra mitad. Lo último es natural, dado que no se alcanzó el objetivo
propuesto. Nos faltó tiempo. Hay que darse permiso para ese sentimiento.
Pero luego de expresar nuestra tristeza, lo inteligente es levantarse, y
estar preparados
para los acontecimientos por venir.
Es
prioritario analizar lo ocurrido, porque la conducta futura del país va
a depender de su interpretación de lo que pasó. La votación de Chávez
es cualquier cosa menos homogénea. Allí coinciden aquellos movidos por
su simpatía hacia el actual presidente y los satisfechos con el rumbo
del país, con los amenazados con perder su trabajo, las víctimas del
miedo (a perder beneficios reales o prometidos), los todavía creyentes
de que el voto no es secreto (y por tanto, no era conveniente
arriesgarse), hasta los beneficiarios de los más de 200 mil millones de
dólares de los que ha dispuesto el actual presidente en los últimos 6
años para gastar a discreción. Y a pesar de eso, el crecimiento de la
votación oficialista con respecto al 2006 es mínimo, sobre todo
comparado con el aumento de más de 43% de la votación opositora.
Definitivamente, nos faltó tiempo. Si la elección hubiese sido en
diciembre, como era la tradición en Venezuela, el resultado habría sido
muy diferente.
Para
el país del progreso, esta fue una gran victoria política, que no llegó
a traducirse en una victoria electoral. Se conformó una plataforma
unitaria sólida, se llevó un mensaje a todos los rincones del país, se
edificó una propuesta política fresca, atractiva, de fuerte inspiración
popular, que va a servir de alimento a las luchas que vienen. Y además,
el país cuenta con un nuevo y legitimado líder, con la capacidad
intelectual, física, y la claridad política para capitanear el equipo de
la nueva Venezuela. Hay un camino, hay un equipo, y hay un líder.
Por eso es tan importante evitar 3 errores que pueden acecharnos en estos primeros días:
1.
Creer que Chávez ganó por fraude. Si bien la campaña fue muy
desbalanceada y corrupta por parte del bando oficial, Chávez ganó porque
sacó más votos. La tesis del fraude (sospechosamente propagada por los
laboratorios mediáticos del gobierno) lo que busca es la desmovilización
del pueblo del progreso, ya que si hubo fraude, y la oposición lo sabe y
lo permitió, no puedes votar por ella en diciembre, donde nos jugamos
no sólo la presidencia de la República, sino toda la geografía del país.
Si la tesis del fraude se impone, los poderosos harán fiesta, porque
lograrían evitar lo
que hoy es una amenaza para ellos: que la mitad del país que se expresó
el domingo, lo vuelva a hacer en diciembre e impida que nuestra patria
se tiña de un solo color. Los asesores del oficialismo van a jugar
psicológicamente en estas semanas con la frustración opositora, y a
alimentarla hasta que se convierta en desesperanza, y luego en inacción y
abandono.
2.
Creer en las derrotas definitivas. Hay que evitar esta visión lineal,
determinista de la vida, según la cual es posible predecir los
acontecimientos futuros a partir de los presentes. Esto está muy lejos
de ser el fin de la historia. La política, al igual que la vida, no es
lineal sino sistémica, y frente a ella lo que hay que hacer es ir
continuamente agregando elementos a ese sistema para que pasen cosas.
Nadie sabe lo que nos espera ni lo
que va a pasar en Venezuela. El futuro es altamente incierto e
impredecible. Y de cara a esa incertidumbre, lo único seguro es la
organización y el espíritu de lucha que tenga adentro cada uno de
nosotros.
3.
Ahora, a esperar 6 años. ¡Falso! No solamente por lo que acabamos de
decir sobre la incertidumbre de los acontecimientos por venir, sino
porque es un error existencial y político fijarse metas tan lejanas y
tardías. La próxima meta es apenas dentro de 2 meses. Y si no afrontamos
bien esos retos, la amenaza que sentimos sobre el país, la vamos a
sentir mucho más cerca de las puertas de nuestras casas. No es lo mismo
tener de presidente al actual, pero tener de gobernador a Henrique
Capriles o Adriana D Elia, para quienes vivimos en Miranda, que a
alguien como Jaua o Jorge Rodríguez. No es lo
mismo Pablo Pérez que Arias, ni mucho menos Henri Falcón que Reyes.
Estamos hablando de 2 países radicalmente diferentes, y eso se decide en
diciembre, no el pasado domingo. Salvo, por supuesto, que permitamos
que eso pase porque estemos tristes. Y no es solamente levantar un muro
de contención regional, estadal y municipal contra estas amenazas, sino
que no es lo mismo seguir construyendo un camino desde la inmensa altura
que hemos alcanzado, que volver a comenzar desde cero.
El
pueblo del progreso es un pueblo guerrero, y los guerreros no saben
sino pelear. El camino que nos queda es pedregoso y duro, pero -según el
Evangelio- es el camino difícil el único que conduce a la tierra
prometida.
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