Libertad!

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jueves, 31 de julio de 2008

Diego Bautista Urbaneja // La política de la necedad

La política se resuelve en esas idas y venidas, en esas cosas que se dicen, para luego desdecirlas
No sé si es la política de la necedad o la necedad como política. El caso es que la política venezolana, especialmente en el plano internacional, y la forma en que es tratada mediáticamente, está haciendo del acontecer político una cosa insufriblemente superficial. Tomemos como ejemplo el último episodio, el de la visita de Chávez a España. Es- peculaciones de telenovela en torno a una posible reconciliación con Juan Carlos, sobre el significado de los más nimios gestos -el saludo de Chávez, la franela que le regaló el Rey- , de todo lo cual se dice que "está dándole la vuelta al mundo" en fotografías de primera página.
Resulta entonces que la política se resuelve en esas idas y venidas, en esas cosas que se dicen, para luego desdecirlas, dando, eso sí, lugar a fotos, apretones de manos, sonrisas, chistecitos mutuos, "pasadas de página". Se resuelve, es decir, en una gran vaciedad, en un gran y tonto juego de prestidigitación en el que nadie engaña a nadie.
Se intenta sacar algo de fondo de esas maromas. Por ejemplo, algunos se preguntan: tanta lejía, tanto insultar para luego sonreír, para llamar hermano o majestad a quien no hace mucho se llamó gángster o rey fascista, ¿tantas contorsiones no afectarán la imagen de Chávez? Sus seguidores, por ejemplo, ¿no sentirán que no se puede seguir detrás de un hombre así? Es posible. Sabrá Dios. El drama de la política de la necedad es que le va quitando sustancia al juicio político de la gente, que se ceba en cosas de cada vez menos entidad y se convierte por ello mismo en algo cada vez más insustancial. "¿Viste la sonrisa irónica que tenía Juan Carlos?".¿Estrategia? Otro de los aspectos del tipo de clima político que tratamos de dibujar en estas líneas, consiste en atribuir esa sucesión de necedades que se superponen, a una profunda estrategia de Chávez, que lograría de esa manera que la gente se ocupe de cómo saludó al Rey y no de la indomable inflación, como si esta pudiese ser desalojada de la conciencia de las personas. Se trata de lograr que la población se ocupe de cosas necias y deje de lado las verdaderamente importantes. Aquí es indispensable contar con el apoyo involuntario de los analistas y los medios, que tienen una misteriosa inclinación en ver en cuánto Chávez hace una gran brillantez, entre ellas la de lograr que la gente se olvide de lo serio y se ocupe del gran titular que su última necedad provocará. Hace poco oíamos a una internacionalista decir que, con sus últimas rectificaciones, "al fin Chávez está actuando como un verdadero estadista". Y uno dice: ¿qué nos pasa? ¿Cómo que verdadero estadista ? Un hombre que es un destructor nato del Estado y de sus instituciones, ¿estadista, porque se dio cuenta de que más le valía retroceder con Uribe e ir a incordiar al Rey en sus vacaciones de verano a ver si le sacaba una sonrisa? También oí decir, y alabar como una aguda observación, que con su anuncio de una base militar rusa en Venezuela, Chávez había logrado opacar con una sola frase no recuerdo cuál grave noticia negativa que se estaba produciendo en el país. Así, pues, en Rusia la política de la necedad adquirió la forma de una pesadísima broma, que Rusia, que sabe como están las actuales cuentas de poder atómico, se apresuró a desmentir, lo mismo que el propio autor de ella, aunque en este último caso ya sabemos que el desmentido está incluido en el paquete. Nada necias
El viaje a Rusia, y los titulares allí ganados, son una muestra gruesa de un elemento clave de la política que comentamos. Para que ella funcione de alguna manera real, es necesario dejar en el camino jirones de cosas nada necias. Por ejemplo, miles de millones de dólares en compras de armas, o cosa más modesta y en verdad más vergonzosa para todos, la oferta de venta de petróleo a precios de ocasión, como en una ganga cualquiera del Corte Inglés, a cambio, en teoría, de determinados aportes de tecnología, pero, en realidad, de una larga secuencia de sonrisas, unas borbónicas y otras socialistas a lo PSOE.
Si cayéramos en la tentación de parafrasear dichos famosos, diría uno que la política de la necedad es la etapa superior de la política del socialismo del siglo XXI. La fase correspondiente al momento cuando esa idea perdió ya todo impulso y novedad, y se deshilacha en lo que en lenguaje taurino llamaríamos "los engaños" que un gobierno simplemente desastroso tiene que hacer para ganar tiempo, ser recibido, y obtener necios titulares de oropel.
dburbaneja@gmail.com

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