Libertad!

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sábado, 12 de julio de 2008

Ramón Hernández:Estoy ahorrando

Vacío y sin forro
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Contra la conseja oficial, he comenzado un proceso de acumulación de capital, de simple y liberal enriquecimiento que, si me apuro y logro emparejar su velocidad con el tropel de la inflación, podré a finales de año darme el gusto de adquirir un combo mediano, con sus papas fritas crujientes y una rebanada de queso fundido sobre un cuarto de libra de jugosa y sabrosa carne, además del refresco burbujeante.
Sólo imaginármelo me hace la boca agua, a pesar de las 1.179 calorías que implicará la degustación.
No es mi intención ir a contracorriente del discurso del "comandante-presidente".
Nada más lejos e imposible. He aprendido con mucho esfuerzo y similar empeño que ser rico es malo, que el verdadero eje diabólico son los centros financieros y que las tarjetas de crédito aseguran un viaje al infierno sin retorno, que es casi peor que la reelección continua e indefinida.
Sin embargo, quizás por alguna deficiencia genética, quizás porque tantos años de democracia liberal y burguesa terminan afectando las dendritas o simplemente por alguna disfuncionalidad indeterminada, mi organismo se resiste a aprender algo tan simple como no comer.
Todavía no puedo prescindir del desayuno, aunque gracias al Coba criollo hace tiempo que obvio con facilidad los almuerzos y cenas, especialmente en los restaurantes que no ofrecen tequeños y guarapo de papelón como plato principal.
Cálculos de los mejores expertos en la materia -la nomenclatura habanera- demuestran que una disminución creciente y sostenida del consumo de alimentos redunda en un ahorro de recursos equivalente a poco más de un tercio de los ingresos. Claro, esa proporción disminuye con la cercanía del empleado al tesoro público y a la "grasita" que dinamiza al Estado.
Aclaremos, no es que la camarilla gobernante coma menos per se, sino que gana muchísimos salarios mínimos y no apenas uno como los mortales, nosotros.
Si Venezuela en 2008 recibirá 70 millardos de dólares netos en ingresos provenientes de la renta petrolera, imagine usted cuán felices serán los hermanos bolivianos, ecuatorianos y nicaragüenses, los cubanos no necesitan invitación, con ese incremento de casi dos tercios de la abundante solidaridad bolivariana.
Quién quita que hasta puedan celebrar con caviar y langosta, o arepas de salmón ahumado y espumante francés, como ocurre en Miraflores. Compro alcancía, preferiblemente de material comestible.

El Nacional

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