Libertad!

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miércoles, 10 de septiembre de 2008

Antonio Cova Maduro // Luces, cámara, ¡acción!

El equipo de producción de la película ni siquiera sabe a qué ha sido convocado
El Único, decíamos la semana pasada, ha diseñado la película, y esta "realidad pensada" en su frondosa mente, siempre produce esos efectos maravillosos, espectaculares, que han sido imaginados.Ese funcionamiento mental recibió una contundente prueba la semana pasada: resulta que, como "no hay socialismo sin electricidad" (Lenin dixit), pues este socialismo flash que ahora tenemos, en muy pocos meses alumbrará a Venezuela entera las 24 horas del día (como ya lo ha hecho en Nicaragua) y ¡zas!, que arranque el socialismo. La película comenzó su rodaje y, cosa extraña, el director se desdobla en protagonista, productor, luminotécnico y cuantos roles adicionales pueda uno imaginar.
Es justo entonces cuando esa maravilla de película deviene un caos. Todos corren, gritan y dan órdenes, pero sobre todo, gastan el real parejo y la película, que es el objetivo de tanta bulla, no arranca y, si lo hace, los rollos se velan. En conclusión, la pe- lícula, que en realidad no se rodó, jamás llega a editarse. De inmediato, el guionista-director-productor-primer actor pierde los estribos y se lanza al ruedo. Comienza la mejor parte: los alter culpa, la búsqueda airada de los chivos expiatorios, empezando por el Imperio y sus cachorros (o "perros falderos del imperialismo", como los llamaba el maoísmo chino). Jamás oiremos un mea culpa. Y cuando "parece" que lo hay, siempre es alguien de su gobierno (Asamblea Nacional y/o Tribunal Supremo incluidos) donde reposa esa culpa. El Único, entonces, aparece como el "justo Juez" que, en nombre del pueblo, emite sentencia.
Por fortuna hay muchos testigos, muchos más de los que este proceso revolucionario quisiera tener. Demasiados mirones para obra tan fantástica y todos ellos van descubriendo la trama real de la película, que no es otra que la de que realmente no hay guión. El guión, como el "camino" de Antonio Machado, "se hace al andar", o mejor, como repetía nuestro gran filósofo Eudomar, "conforme vaya viniendo, vamos viendo". Hay un problema, empero, y es que "lo que va viniendo" ya lo ha imaginado el Único y sólo puede ser de un tipo y condición, de uno que "encaje" a la perfección con sus designios.
La realidad, esa perversa presencia, siempre se sale con la suya cuando menos uno se lo espera. Y esto es lo que ha pasado -y va a seguir pasando- con la condenada electricidad. De paso, con una maldición añadida: que no importa cuán verdadero sea que "nunca se hicieron ni la planificación ni las inversiones requeridas" cuando se necesitaron, que, para el grueso de la población los apagones se han tornado endémicos justo desde las nacionalizaciones. Qué tal.
Y ¿qué es lo que nos muestra esa desobediente realidad? Pues, ni más ni menos, que en todo esto hay un Único culpable, que no es otro que el supremo enredador de la comarca, el que paraliza, despilfarra, desmotiva, se hace el loco con la corrupción y, en resumidas cuentas, no deja trabajar a nadie. Con él a la cabeza, en consecuencia, la película ya se veló desde su concepción misma.
El país comienza a conocer el tejemaneje interno, el cómo se hacen -o no se hacen- las cosas; en otras palabras, en lo que implica participar en una película donde el Omnipresente no es otro que Hugo Chávez. Ha llegado -ya era hora- el momento de poner las culpas donde están y esta es una labor que toca en primer lugar a los periodistas y los generadores de opinión. Hasta ahora, en efecto, se ha dicho hasta el cansancio que "este es un gobierno ineficiente", la mar de ineficiente. Y con eso nos quedamos, pero sobre todo, con eso "dejamos" a la gente. Pues no, este no es un gobierno ineficiente, sino un rebaño perplejo que no sabe ni por dónde van los tiros, ni cuál es su papel, ni para qué son los reales. En resumen: el equipo de producción de la película ni siquiera sabe a qué ha sido convocado. Eso sí, sabe que, a lo que haya sido, tiene que presentarse rojo rojito.
Pero Venezuela es realmente afortunada, porque ya lo que resulta una torta no son los cultivos hidropónicos ni los gallineros verticales, ni siquiera ese barril sin fondo que es el Complejo Agroindustrial Azucarero Ezequiel Zamora (CAAEZ), no, es la electricidad. Estamos en un país que hierve por los cuatro costados. Nada hay más irritante que no tener luz por horas y hasta días y que ello nos deje sin agua y sin teléfonos. Si a ello se suma el toque de queda que nos ha impuesto el hampa y el deterioro de carreteras y caminos, la mesa está servida para que aparezca el peor director del mundo, y adiós película. antave38@yahoo.com

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