Libertad!

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jueves, 25 de septiembre de 2008

Diego Bautista Urbaneja // A nivel de noviembre

Lo que pasa en el estado Bolívar es algo que el país democrático no va a perdonar
La inviabilidad de fondo de esto que el país está pasando, se traduce en un paulatino debilitamiento de las fuerzas que respaldan al Gobierno. Esto transcurre de esa manera, como a cuentagotas, y más que todo por los desatinos de Chávez y su Gobierno, porque tampoco se han dado, ni se dan aún, las condiciones para que aparezca una alternativa que de una sola vez le arranque al oficialismo un buen pedazo del apoyo con el que ha contado en buena parte de los sectores populares. De modo que ese respaldo se va derritiendo poco a poco y el paulatino cambio de correlación de fuerzas se expresa de modo dubitativo en las encuestas y encuentra salida más fácil en aquellas situaciones donde no se pone en juego de manera explícita la suerte política del actual régimen y de su principal líder. Baja intensidad Las elecciones regionales son una excelente oportunidad para expresar ese desencanto de, por ahora, baja intensidad que está ocurriendo en amplias capas de la población que, a lo mejor, no estarían dispuestas a votar contra Chávez, si fuera eso lo que estuviera implicado en la elección del caso. Además estas elecciones tienen ese doble fondo de la necesidad de ratificar el No del 2 de diciembre, puesto que Chávez se ha empeñado en volver a poner el asunto sobre el tapete con su famoso "paquetazo". Ya fue el 2 de diciembre ocasión de expresar ese tipo descontento que decimos, pues la negativa que entonces triunfó no implicaba la salida de Chávez ni suponía pronunciarse a favor de los adversarios de Chávez. De modo que las elecciones regionales de noviembre son una contienda muy bien ajustada al nivel de conciencia política del país, sobre todo al nivel de desencanto popular respecto a Chávez que está dispuesto a expresarse políticamente. Por el momento no es necesario pedirle más. Primero, porque lo que de hecho está en juego son esas elecciones y no otras. Y, segundo, porque un triunfo en ellas, significa mucho, muchísimo. (Por esto, por cierto, lo que está pasando en el estado Bolívar es políticamente inadmisible. Que los dos candidatos democráticos no puedan llegar a una fórmula para producir un solo candidato, y le ofrezcan así en bandeja de plata al candidato oficialista un triunfo que de otra manera nunca podría obtener, y ello nada menos que en el estado Bolívar, es algo que el país democrático no va a perdonar. La situación se reproduce para la alcaldía del importante municipio Caroní. Puede que el hecho sea comprensible desde un punto de vista psicológico individual, como cosa de la agudización de un enfrentamiento personal entre dos candidatos, pero no estamos para dar cabida a ese tipo de factores. En todos los otros lugares del país donde ello era imperativo se ha encontrado la manera de superar situaciones dificilísimas. El país democrático como un todo tiene que lograr que las candidaturas en disputa en ese estado encuentren la manera de reducirse a una sola, por lo demás segura triunfadora). Pólvora mojada Sabemos que Chávez evalúa con cuidado el significado de esas elecciones regionales. Sin embargo, no parece que esté en condiciones de usar su arma favorita : transformar las elecciones regionales en un plebiscito en torno a él. Para esta ocasión esa pólvora como que está mojada. De ahí el jugueteo con situaciones que puedan conducir a la suspensión de los comicios, amagos ante los que hay que estar permanentemente alertas. De todos modos, tampoco esa carta luce nada fácil de emplear. Por los momentos, pareciera que no le va a quedar otra que tratar de obtener los mejores resultados que le sea posible, y luego intentar moverse con las facultades que ha puesto en sus manos el paquetazo, a ver cómo compensa ejecutivamente la derrota de sus candidatos regionales. Haga lo que haga en esta dirección, si las elecciones de noviembre le resultan en general adversas, el proyecto político de Chávez habrá recibido un golpe noble en lo que es su mayor necesidad estratégica. Es esta la construcción de un movimiento popular chavista dotado de una malla organizativa que haga del predominio de Chávez un dato irreversible de la realidad política nacional. Analizar las causas de que eso no se haya hecho es una buena manera de desnudar las debilidades centrales del proyecto oficialista. Quede para otra ocasión. Por ahora, constatemos que un revés en noviembre, que ponga en manos democráticas las más importantes gobernaciones y alcaldías del país, será un signo inequívoco de que no ha sido posible tejer aquella malla, y de que será cada vez más difícil hacerlo. dburbanejaq@gmail.com

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