Libertad!

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jueves, 11 de septiembre de 2008

EL ÁVILA DE TESTIGO



Me levanté con la conversación de la velada sin derretirse. Fue una noche al pie del Ávila. La telenovela, como expresión de la autocomprensión cultural, fue una excusa para conversar amablemente.


María Antonieta Lanz fue la maestra de ceremonia. Música, recuerdos, anécdotas, intrascendencias, risas cómplices, un deseo de contar las cosas de otras maneras, colocarle otro parlamento a las mismas historias, a las mismas obsesiones, como los asuntos del sexo, el poder, el amor y la traición … Allí coincidíamos que residía el secreto del arte, de la ficción, de la telenovela….En mi cabeza rondaban un par de artículos que había leído sobre la vigencia de Marx, la testarudez e ilusión de algunos amigos en la mirada crítica como cerrojo de un mundo otro, que se puede construir con un pensar práctico.


Esa tarea que como telos se configuró en el ser del intelectual: la iluminación y transformación del mundo. ¡Tanta responsabilidad sobre los hombros, sólo se les ocurre a la generación de los sesenta!... Claro, se dieron inyecciones de entusiasmo con el siglo XIX…. Definitivamente, no tenían televisión.Abrí el periódico y me encontré con Lanz, el padre de la sacerdotisa de lo efímero, afirmando que: “El socialismo del siglo XXI es un cartel a la entrada de un gran desierto.


Las Vegas ilustra que los desiertos son reversibles” Bonita manera de mantener ilusiones mientras se vive en el infierno pensé… Sin embargo, me pareció atractiva la metáfora de “Las Vegas”, porque se ubica en la antípoda de la Trapa Benedictina, de los monjes tibetanos, de la lógica del recato, de la mesura, del silencio, del espíritu del sacrificio, de la obediencia y la pobreza… Por el contrario, La Vegas es negocio, dinero, mafia, juegos, buenos servicios, atención, infraestructura, capacidad de riesgo, lujuria, azar, gerencia, mercadeo, compra-venta, publicidad, la contingencia de amores inútiles, diversión, derroche de lujo, desacato, es Hoolywood y la Casa Blanca.


¿Cómo abordar este video clip, de las imágenes del mundo, que había vivido en menos de veinticuatro horas? ¿La seriedad de los intelectuales y lo liviano de la televisión? ¿La prédica del ascetismo socialista con Las Vegas como horizonte? ¿Cómo contar los asuntos hoy? ¿Cómo aprender de Roque Santeiro, la Señora de Cárdenas, Todos quieren con Marilyn…y subvertir los parlamentos teóricos? ¿Cómo salir de la biblioteca crítica y encontrarse con la vida? Cuando me hacía tales preguntas, recordé los dos tomos de entrevistas, realizadas por Leonardo Padrón, que me fueron obsequiadas durante la conversa de la noche.


Agrieté el tomo en la página perfecta: “… y entonces estudié filosofía, una carrera ornamental…” La filosofía como una carrera que adorna, que su vocación es la belleza y no la racionalidad instrumental. Una carrera no preocupada por el mercado. No sirve para ello puesto que no es su horizonte de sentido. Filosofía como ornamento. Ornamentum, también se refiere a las cualidades morales de una persona que la hacen vistosa, que la hacen bella por sus atributos éticos… Esa filosofía no es la de diccionarios, no está en los tratados oscuros e indescifrables de eruditos alemanes o franceses… Es aquella que tiene olfato para los asuntos esenciales del vivir, el amor, la soledad, la esperanza, la sexualidad… Es la de la plaza pública… La que habla en el idioma y en el dialecto del común e interpela desde lo común a los diversos sentidos del vivir…. “La reina de la telenovela”, Delia Fiallo, con una expresión de pasada en un diálogo para radio, me permite repensar que, quizás, en los intersticios de la vida cotidiana, podemos encontrar diversos parlamentos, que aún cuando no se preocupen por la totalidad de llenar desiertos y cambiar mundos, sino tal vez, entretener y divertir, como unas Vegas fragmentaria, tienen la potencia de trastocar valores y sentidos.


Es la multiplicación exponencial de la fuerza telúrica de Truman Capote, Anais Nin, Simone de Bouvier, Freud, Marx y Nietzsche dentro de una sociedad, a través de la orgía de la imagen, de la seducción de los simulacros. Quizás, José Ignacio Cabrujas, puede ser un horizonte para cruzar campos y potenciar nuevos parlamentos. Jonatan Alzuru Aponte

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