Libertad!

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jueves, 3 de septiembre de 2009

Lo que debemos conquistar


Pompeyo Márquez

Miércoles, 2 de septiembre de 2009
Definitivamente lo que la presente generación debe conquistar es el funcionamiento democrático de la sociedad venezolana con justicia social. No debe continuar un país en manos de un solo hombre. La más amplia unidad nacional debe establecer un gobierno de amplitud que convoque a los venezolanos y venezolanas a vivir en paz tanto en el interior de la República como con el resto de nuestros vecinos e integrantes de la comunidad internacional.

Cada período histórico se plantea las tareas que es capaz de lograr mediante el concurso de la inmensa mayoría del cuerpo social. Son afirmaciones producto de una experiencia histórica. En el caso venezolano podríamos ubicar este recorrido a partir de 1936 después de padecer una cruel tiranía durante 35 años (1899-1935) y una resaca militarista (noviembre 48 a enero 58). El autócrata Chávez no podrá retroceder al país a épocas que el propio desarrollo de la civilización ha venido superando. Ya se ha experimentado en muchas sociedades durante más de 70 o 50 años a dónde conducen esas revoluciones que a nombre del “proletariado” o del “pueblo• entronizan regimenes totalitarios con un culto a la personalidad a la cabeza de los Estados.
Este es el momento que estamos viviendo. Y las movilizaciones que en contrario se adelantan forman parte de un músculo democrático que no podrá ser doblegado. En la conocida reunión en el fuerte Tiuna después del referéndum revocatorio Chávez constató 4 millones de votos. Y dijo: son muchos. Y Fidel le recordó que esos no eran 4 millones de oligarcas. Ante ello “ordenó” que había que impedir que se agrupasen y si lo hacían había que pulverizarlos. En diciembre del 2007 fue derrotado con una cantidad superior a los 4 millones.

Y en la última consulta electoral cuando utilizó TODOS los recursos del Estado, cuando amenazó con la guerra civil, con los tanques, con las mayores represalias, el resultado registró a 5 millones trescientos mil votos en contra, el 46 por ciento. Hoy es visible que se encuentra en minoría en las políticas abusivas y centralizadoras que aplica.

El país rechaza, incluida una parte importante de quienes fueron sus seguidores, el querer imponer el modelo cubano, autoritario y totalitario, las estatizaciones, la reducción de funciones a gobernadores y alcaldes de la disidencia, la forma como aborda las confiscaciones, el asalto a la propiedad privada; como cercado por la opinión pública procede a limitar la libertad de expresión, el cierre de 32 radios, sus leyes mediáticas, el querer implantar un pensamiento único a través de una aberración de ley de educación, de querer “formar un hombre nuevo” con Diosdado y la camarilla militar que respaldada por los mujiquitas que lo aplauden como focas, se estrellan contra la mayoría del sentimiento nacional.
Ha liquidado toda la institucionalidad sin crear una nueva, lo dice su ideólogo preferido Dietrich. Ha destruido el aparato productivo, incluido en lugar destacado a PDVSA, las empresas de Guayana, la electricidad, Cemex, la Costa Oriental del Lago; el campo venezolano reducido a sus “experimentos”. Se coloca en una actitud antiobrera, negadora de los sindicatos y de las reivindicaciones conquistadas a lo largo de decenios de lucha. Un Estado antiobrero, de estatismo salvaje, yugula el derecho a la contratación colectiva, el derecho de huelga, a las vacaciones laborales y demás derechos establecidos en la CN. Pisotea a la Constitución. Y se burla del país cuando condecora al chafarote represivo.
Venezuela, óigase bien, Venezuela, derrotará esta política y buscará por la vía democrática y pacífica volver a la normalidad ciudadana, a respetar la pluralidad, en una palabra, a poner en vigencia la Constitución.

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