Gerónimo
Alberto Yerena Cabrera*
Reencuentro de dos lanzaroteños en Caracas.
El escritor, poeta, periodista y costumbrista lanzaroteño Isaac Viera y Viera(1858-1941) en su libro Costumbres canarias. 1916, en las narraciones que hace sobre su estadía en nuestro país (mediado de los setenta del siglo XIX hasta 1882) relata lo siguiente sucedido a dos paisanos, de los cuales uno había asimilado la jerga caraqueña:
Lo más importante de
todo actualmente es, que aún en Caracas, sobre todo en los barrios, se puede
continuar tomando la deliciosa “cerveza
del pobre” como dijo García de la Concha.
Entre fuerte
y dulce como el guarapo
Guaraperías
o guaraperas
Guarapo
caraqueño
Esquina del Chorro
Reencuentro de dos lanzoreteños en Caracas
José García de la Concha. Costumbrista caraqueño
“cerveza
del pobre”
Introducción
El siguiente trabajo se refiere exclusivamente al guarapo elaborado
de la caña de azúcar o del papelón. Se hace énfasis, principalmente, al sabroso
guarapo preparado en la ciudad de Caracas y sus diversas historias en relación
al mismo. Comentamos la expresión: “Entre
fuerte y dulce como el guarapo” usada
en toda Venezuela, la cual define el estado en que uno se encuentra, y, que
significa en línea general, entre bien y mal. Esta ha sido usada desde hace
mucho tiempo, quizás, desde el principio de la colonia cuando se comenzó a
preparar el sabroso y popular guarapo. Se le atribuye el uso del refrán a
muchas regiones, tanto en el medio rural como en el urbano; pero muy probablemente
se inició el dicho en áreas urbanas del norte del país, que fue donde se
instalaron los primeros trapiches y se
inició los primeros sembradíos de caña de azúcar. Posiblemente los padres
franciscanos en el año de 1521 fueron los primeros en iniciar la siembra de
caña en el oriente del país.
En
América se conoció la “miel de azúcar” en el primer viaje de
Cristóbal Colón, según las anotaciones en el Diario del Primer Viaje
de
fecha 16 de octubre, cuando relata que a los indios le mandaba a dar
miel de azúcar
cuando estaban en las naves. En la isla de Santo Domingo se plantaron y
cosecharon
los primeros cañaverales, y en 1515 se
había construido en esa isla el primer trapiche en América. De allí fue
que pasó a nuestro país.
Los cañaverales se extendieron en nuestro territorio
principalmente por Aragua, Lara, Yaracuy, y además de algunas regiones de
Oriente; hubo sembradíos tempranamente en el Valle de Caracas y Petare, hasta
Guarenas y Guatire hacia el año de 1578.
Guaraperías
o guaraperas. Guarapo caraqueño. “Entre fuerte y dulce como el guarapo”
Las
guaraperías, que se conozca, funcionaron en Caracas por lo menos desde el
siglo XVII, e incluso a principios del siglo XVIII eran revisadas con el fin de
que no se elaboraran guarapos muy fuerte. Ya se conocía y usaba en esa época la
denominación de guarapos fuerte y dulce. En
Caracas, comenta José García de la Concha, no había un lugar donde no se
vendiera guarapos. En las pulperías, botiquines y hasta en establecimientos
especiales que se llamaban “guaraperas” que, además, eran fruterías. Bebida
refrescante, digestiva: Era la cerveza del
pobre.
El guarapo desde el inicio de su elaboración en
Venezuela se preparó en varias modalidades, desde el zumo de la caña triturada y exprimida mecánicamente, la cual
aún observamos los carros de guaraperos en los barrios de Caracas; el guarapo
preparado con la melaza de la caña y el tradicional guarapo hecho con papelón
rayado al cual se le agrega, generalmente, limón o/y concha de piña. De esta
última preparación se obtenían las diversas modalidades del guarapo, desde el
fresco, entre fuerte y dulce, hasta el fuerte.
Con el guarapo fuerte, comenta J.M. García de la
Torre en su libro “Mosaico venezolano” lo siguiente:
“Una variante muy sabrosa es el “guarapo
enfuertado”, que se obtiene dejando fermentar simplemente el guarapo original,
pero este enfuertamiento se mantiene por poco tiempo, porque superada la
fermentación, los gases que se desprenden arrebatan el dulce sabor y la fuerza
a la mezcla que queda convertida en un líquido verdoso y aguachinado, apenas
sin olor ni sabor alguno”.
El atribuirle a nuestros queridos llanos venezolanos
de que, allí sea originario el refrán “entre fuerte y dulce como el guarapo” en
nuestro país, es quizás por la costumbre que aún ha perdurado en esa zona y por
la sencillez de sus pobladores, como también por el desconocimiento de su
historia. En las zonas costeras, así como en la Capital, y en zonas aledañas,
fue donde primero hubo siembras de caña de azúcar y se instalaron trapiches ; existió
guaraperías tanto del zumo de la caña, como las elaboradas con papelón, mucho
antes que en las zonas llaneras, y ya se decía el refrán antes que en el llano
venezolano. En Caracas, este decir fue frecuente, en todos los estamentos,
hasta mediados del siglo pasado, y persistió casi hasta finales del siglo -quizás
más de un caraqueño actual no tiene idea de lo que fue su ciudad, y, a lo
mejor, ni le interesa -. (¿!)
Esquina
del Chorro.
Nada más propicio al hablar del guarapo es mencionar
la historia de la esquina del Chorro. De la guarapería que existió a finales
del siglo XVIII y principio del siglo XIX, fue que nació el nombre de la
esquina. Francisco Tosta García, en su libro Costumbres caraqueñas (1883), refiere: “ que son las andanzas de los
hermanos Juan y Agustín Pérez las que le dan el nombre a esta esquina. Juan y
medio y Agustinillo, como eran conocidos en la Caracas de 1812, eran canarios y
realistas. El primero era el encargado de encender los faroles públicos, y se
contaba entre los personajes que intentaba derrocar cualquier gobierno
patriótico que tomara el poder. Agustín, por su parte, tenía fama de ser el rey
de los “guaraperos”, se decía que
preparaba la mejor bebida de piña y papelón de la ciudad. Su negocio de guarapo
fuerte o “entre fuerte y dulce”, al gusto del cliente, se encontraba en
el ángulo suroeste de la esquina del mercado de la Plaza de Armas, contaba con
un sistema de despacho único. Había diseñado un aparato o envase giratorio, con
una llave hacia la calle y un cántaro colgante, que estaba sujeto a una cadena.
Agustín podía despachar a sus clientes sin abrir la puerta, con tan sólo soltar
la llave al momento de escuchar el sonido que hacía el centavo al caer en una
alcancía. Como aparentemente el jugo salía solo y brotaba como un chorro, la
esquina tomó ese nombre”.
La esquina del Chorro se encuentra en la Avenida Universidad (O/E 4), entre
Traposos a Coliseo, a tres esquinas hacia el este de la esquina de San
Francisco y dos esquinas al oeste de la esquina del Corazón de Jesús a partir
de la Avenida Fuerzas Armadas. La casa se encontraba en el ángulo sur-oeste de
esta esquina, no en la Plaza de Armas.Reencuentro de dos lanzaroteños en Caracas.
El escritor, poeta, periodista y costumbrista lanzaroteño Isaac Viera y Viera(1858-1941) en su libro Costumbres canarias. 1916, en las narraciones que hace sobre su estadía en nuestro país (mediado de los setenta del siglo XIX hasta 1882) relata lo siguiente sucedido a dos paisanos, de los cuales uno había asimilado la jerga caraqueña:
“Un lanzaroteño, que no tiene
sino un mes de estar en Caracas, se tropieza una noche en el teatro con un
compañero de la infancia, y de buenas a primeras, dándole un apretón de manos»
le suelta la siguiente andanada de dicharachos criollos, que dejan patitieso al
compatriota, el cual hace unas cuantas horas que pisa tierra venezolana:
—Socio, aquí hay que andar con
“ojo de garza” “porque pescuezo no retoña.
—¿Y tú, cómo te hallas?
—Entre fuerte y dulce como el guarapo.
El interpelante abrió
desmesuradamente los ojos, diciendo:
—Si no me hablas de otro modo, me
quedo en ayunas.
—Quería manifestarte que me va
entre bien y mal pasar.
—Comprendido.
Esto define claramente el
significado del refrán, y lo popularizado que estaba en nuestra capital, quizás
cuna del refrán en nuestro país.
José
García de la Concha (1893-1975)
Uno de los mejores y amenos
costumbrista caraqueños que nuestra Capital ha tenido, narra interesantes datos
sobre el guarapo y su elaboración en
nuestra ciudad, en su libro Reminiscencias. Vida y costumbres de la vieja
Caracas.
Comenta J.G.de la Concha lo siguiente:
“En la jarra o barril, en agua
pura, se metía el papelón a derretir; luego se le agregaban las conchas de piña
y unos canutos de de caña de azúcar pelados y partidos en trocitos; después con
una paleta se meneaba bien y se dejaba reposar. Si se consumía el mismo día, se
llamaba “guarapo fresco”. Si
se dejaba para el día siguiente, estaba “entre fuerte y dulce”, y pasado los
tres días, que ya comenzaba su fermentación, entonces era que se llamaba “guarapo
fuerte”, muy gustable por cierto entre los caminantes”.
* yerena.geronimo@gmail.com
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