Ovidio Pérez Morales
Obispo Emérito de Los Teques
*"Se anexa al final el link de: Monseñor Rafael Arias Blanco, cuando el 1 de mayo de 1957"
RCL les invita a leer a Monseñor Ovidio Pérez Morales.—
Estamos a menos de un mes de las elecciones presidenciales. Éstas no
serán una elección más, sino un momento de gravísima definición para el
país, por cuanto la alternativa a resolver es: democracia o
totalitarismo.
Como miembro de la Iglesia, sin pretender asumir aquí su vocería
oficial –función que toca a la Conferencia Episcopal Venezolana-, quiero
sí, con toda seriedad y responsabilidad, hacer pública mi
interpretación creyente sobre lo que entiendo es y ha de ser la posición
de la Iglesia con respecto al 14-A. Me circunscribo aquí, como es de
suponer, a la Iglesia católica, aunque la validez de los argumentos se
extienda más allá.
Ante la alternativa puesta para el 14-A a la Iglesia no le pueden caber dudas. No se justifica un ni-ni.
El 14-A no plantea simplemente una opción ante modelos políticos
diferentes por las soluciones que proponen para determinados problemas
importantes y muy importantes del país, como la seguridad y la
producción, el empleo y la educación, el petróleo y los servicios. No se
trata de escoger, en definitiva, tampoco, entre diferentes posiciones
en cuanto a descentralización y política exterior, a controles en
materia de medios de comunicación social y de manejos financieros.
Éstos y otros elementos han de tenerse en cuenta. Ciertamente y dan
motivos suficientes para buscar otra dirección política del país. Pero
no los más de fondo.
¡Lo que se decidirá el 14-A es algo mucho más que problemas parciales
o sectoriales! Es algo clave, trascendental, referente a la orientación
global del país, desde sus raíces y cimientos. Algo que toca la
identidad nacional misma. El alma de Venezuela, pudiera decirse, y, por
tanto, su definición, no sólo económico-política fundamental, sino
primaria y principalmente, cultural. Y al decir esto se implica también,
por supuesto, lo ético-religioso. Por consiguiente, para la Iglesia el
14-A, no cabe indefinición, indecisión, in-diferencia, ni-ni. La opción
coherente de los católicos el 14-A tiene que ser en favor de la
democracia pluralista y, por lo tanto, en contra del socialismo
totalitario de índole marxista y castro-cubano, que propugna el
oficialismo.
Tradicionalmente la Iglesia, en cuanto comunidad de creyentes, ha
expresado, a través de su representación institucional, su neutralidad
(la cual no es lo mismo que indiferencia) en los procesos electorales;
no ha querido asumir lo que entiende por alineamiento
político-partidista. Esta vez, sin embargo, no puede haber neutralidad,
pues ahora, el necesario alineamiento no es propiamente
político-partidista, sino nacional, humano-cristiano. Lo que
está de por medio, en efecto, son bienes no negociables pertenecientes a
los Derechos Humanos, a un genuino humanismo cristiano. Porque el
Estado (Gobierno-Partido-Líder) no es el dueño de la libertad humana, de
las propiedades y las convicciones morales y religiosas de los
ciudadanos; no puede erigirse en Poder Absoluto. Sólo Dios es adorable.
Para la Iglesia no es moralmente decidible el que un sistema ideológico-político arrebate o no la libertad religiosa y todas las libertades y derechos de los ciudadanos. Lo que sucede en Cuba y busca imponerlo en Venezuela el Socialismo del Siglo XXI, no es algo éticamente abierto a libre escogencia.
Al votar por la democracia, la Iglesia no se cuadra con un candidato, con un partido, con una Mesa o con la oposición. Se cuadra con la Nación.
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