Rafael Muci-Mendoza
Un alto grado de inflamación se percibe en el ambiente; la ciudadanía, los elevados valores del espíritu y la vida misma, carecen de valor. La sociedad echa mano de sus sobrados recursos morales y éticos. Causa rubor, indignación y rabia el reconocer cómo, ante un pueblo inexplicablemente manso y conformista, la administración de Chávez dilapidó un billón de dólares para exportar la bazofia de su revolucioncita, ahora escurriéndose por el sumidero de la historia. Las libertades públicas cercenadas ante impávidos viandantes que somos, el orgullo de ser venezolano pisoteado por cubiches, la medicina pública nostra reducida a piltrafa. Un tumor protuberante muestra ya la fluctuación del pus acumulado: un movimiento de onda se produce al deprimirlo con una mano, siendo que la otra percibe el momento. Claro indicio de que está listo para un seco golpe de bisturí. El escape de la saniosa secreción acumulada, brindará alivio al cuerpo enfermo de la República. El calor se siente en las calles, en las universidades y en los estadios de béisbol, por ignorante e inepto: "¡Tas ponchao bate quebrao!". Más intenso que el dolor producido por el que nos conduce, es aquel de la pérdida de la patria y con ella, del porvenir de nuestros hijos y nietos.
Aulus Cornelius Celso (25 a.C. - 50 d.C.) médico y enciclopedista romano escribió su "De re medica" en ocho libros, resumen de los conocimientos médico-quirúrgicos desde Hipócrates hasta su tiempo. Fue la primera obra médica antigua en ser impresa (Venecia 1478). En sus páginas se delinean en forma magistral los cuatro signos cardinales de la inflamación o cuadrilátero de Celso, familiares a todo estudiante de medicina: rubor, tumor, calor y dolor.
La regeneración de los tejidos lacerados sobrevendrá...
rafael@muci.com; rafaelmuci@gmail.com
http://www.eluniversal.com/2010/02/24/opi_art_signos-de-celso_1764513.shtml
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