Libertad!

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viernes, 5 de noviembre de 2010

Tecnología e industria bélica venezolanas

La Guerra por la Paz”
Tecnología e industria bélica venezolanas
Enrique Prieto Silva

Jueves, 4 de noviembre de 2010

En la primera mitad del pasado siglo, las necesidades logísticas de las Fuerzas Armadas de Venezuela motivaron el desarrollo de las primeras tecnologías locales. Tal fue el caso del diseño de vehículos para el transporte de tropas y la construcción de un cohete por el grupo de Artillería de Maracay. Más tarde, se intentó desarrollar un cañón cuyo principio explosivo se basaba en oxígeno e hidrógeno y en la década de los 60’ se generó el llamado Mortero de Cazadores, siendo de destacar que todos estos desarrollos fueron efectuados de un modo aislado y circunstancial, básicamente como respuesta a situaciones coyunturales y no estructurales.

Fue en los últimos años del siglo XX cuando se comenzaron a dar los primeros pasos que condujeron a la institucionalización de la investigación científica con fines militares. Resalta la creación del Instituto Universitario Politécnico de las Fuerzas Armadas (Iupfan), hoy Universidad Experimental de la FAN (UNEFA) y de los laboratorios militares dedicados principalmente a servicios de tipo logístico y de investigaciones operativas de las diversas ramas de las Fuerzas Armadas.

El IUPFAN fue creado para formar personal calificado exigido por el Sector Defensa para la docencia, la investigación, la administración y el desarrollo de las industrias Militar, Naval y Aeronáutica del país, así como para promover y conducir investigaciones científicas y tecnológicas, y participar en programas de investigación interinstitucional, nacionales e internacionales de diversa índole para el desarrollo nacional, cuyos proyectos no fueran fundamento científico de otros institutos de investigación y desarrollo.

Entre los proyectos de investigación desarrollados, en colaboración con organismos civiles, cabe destacar una espoleta para transformar bombas en minas, la protección de la tortuga verde en la Isla de Aves y los estudios de aguas, costas, suelos y subsuelo marino para la construcción de puertos, actividades adscritas como funciones de las Fuerzas orgánicas, hoy componentes.

La Marina de Guerra, a través de la Base Naval Científica Simón Bolívar, de su Dirección de Hidrografía y de los Laboratorios de la Escuela Naval, ha impulsado investigaciones en oceanografía, meteorología y sismología, así como el desarrollo de tecnologías para el mantenimiento de maquinarias pesadas. El Grupo Logístico Electrónico, con sede en la Base Aérea Libertador en Maracay, ha diseñado y construido las interfaces que le permiten conectar los bancos de pruebas con los módulos de aviónica de sistemas de armas como los de los aviones Mirage, F16 y los diferentes sistemas de helicópteros. Asimismo, la Ingeniería Militar llegó a diseñar el prototipo de un vehículo tipo “Hovercraft” para el transporte de tropas en llanuras inundadas y fangosas. Pero es necesario destacar, que a pesar de los esfuerzos que han realizado las Fuerzas Armadas y de la incipiente vinculación de éstas con algunas instituciones de docencia e investigación civiles, no existe en el país una política explícita de investigación en ciencia y tecnología con fines militares. Esto lo demuestra claramente, entre otros, el Primer Plan de Ciencia y Tecnología y el Capítulo de Ciencia y Tecnología del VI Plan de la Nación, donde no se incluyeron programas de investigación en la materia, ni se ha planteado la vinculación intersectorial entre el sector Defensa y el sector Ciencia y Tecnología. De gravedad, que ahora no existen los planes de la Nación. También es de destacar le incursión de la empresa privada en la repotenciación de los tanques AMX30, cuya acción nunca fue valorada con sinceridad por los mandos militares.

LA INDUSTRIA BÉLICA VENEZOLANA

Datos históricos revelan, que a la industria bélica venezolana se le ubica a finales del siglo XIX, cuando se desarrolló la fabricación de fusiles y municiones; y luego durante las seis primeras décadas del siglo XX, la recalibración de cartuchos, las prácticas de conservación de material y la producción de municiones, accesorios y repuestos, cuando a mediados de 1960, y con el objeto de constituir grandes complejos productivos, se decretó la creación del Consejo Nacional de Industrias Militares. Consejo que propició la constitución de la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (CAVIM), la cual inició sus actividades en el año 1976 y a la fecha ha desarrollado un apreciable nivel de competencia en las actividades de desarrollo, demostrando tener capacidad para adquirir y adaptar tecnología. Lamentablemente, se quiere hacer creer que es ahora cuando se intenta instaurar una industria militar revolucionaria.

Entre sus experiencias cabe citar el desarrollo de un explosivo impermeable y de aplicación minera, así como la fabricación de una culata plegable para el fusil FAL de dotación general de las Fuerzas hasta hace poco tiempo, la cual se adapta a las condiciones operacionales de Venezuela. CAVIM diseñó también una sub-ametralladora y ha llevado a la práctica además, nuevas tecnologías para producir variados tipos de munición. Se ha preparado para la producción de armamento liviano para la guerra, la defensa personal y los deportes, así como municiones, explosivos y equipos antimotines. Hoy día se encarga de la reparación y el mantenimiento de armas y del ensamblaje y mantenimiento en pequeña escala de vehículos militares livianos, y también realiza operaciones de ensayo, normalización y control de calidad, pero consciente de que no está produciendo ni diseñando el moderno armamento que necesita, ha recurrido al mercado internacional, por lo que su dedicación más relevante es la importación y comercialización de material bélico. No obstante, se ha anunciado la instalación de una fábrica de fusiles de tecnología rusa, cuyas implicaciones no se han determinado.

Entre las principales adquisiciones de sistemas de armas activos en Venezuela podemos mencionar los tanques AMX 30 franceses, las fragatas misilísticas tipo LUPO italianas, los aviones MIRAGE franceses, los FSC canadienses, los Fl6 norteamericanos. Gran parte de ellos en críticas situaciones de operatividad, con la salvedad de sistemas que se han repotenciado o se ha intentado hacerlo.

En la actualidad ha seguido el empeño en adquirir armamento fabricado en Rusia en lo que se enfatiza la irracional política armamentista del “comandante” Chávez, tal como destaca la prensa rusa, quien señaló que el presidente Chávez iniciaría negociaciones en Rusia para la compra de entre cinco y nueve submarinos Project 636 del tipo Kilo a diesel y Project 677 del tipo Amur, a un costo de entre mil y dos mil millones de dólares. Indicando además, que Venezuela compró a Moscú en los últimos dos años 53 helicópteros MIX 30, aviones y tanques rusos, 100 mil fusiles AK 103 y 24 aviones cazas Sukhoi 30, por más de tres mil millones de dólares. Contratos que incluyen transferencia tecnológica, mantenimiento y adiestramiento a efectivos venezolanos, por lo que Chávez señaló que en el mediano plazo Venezuela fabricará municiones y fusiles e instalará una escuela para pilotos militares (sic). Igualmente se adquirirá en Bielorrusia ''un sistema integrado de defensa aérea'' con capacidad de actuar a 300 kilómetros de distancia.

Toda esta parafernalia armamentista, sin dejar de reconocer la necesidad de la actualización de los sistemas de armas en Venezuela, especialmente por el descuido en su mantenimiento durante varios años, ha originado críticas valederas entre personas conocedoras de la materia, quienes consideran que no ha existido un fundamento técnico ni científico que de motivos para el cambio de armamento, sin antes preparar las bases necesarias para su mantenimiento y apoyo. Crítica que se completa con una descalificación del componente político por la falta de criterio y formación científica de los asesores del alto mando militar y del presidente de la República.

Es importante destacar, que a pesar del anuncio previo a la compra de este armamento, no ha sido eficiente el proceso de transferencia y adaptación local de tecnología, ni tampoco de actividades de investigación propiamente dichas. Hay que entender, que una estrategia de vinculación entre el sector Ciencia y Tecnología y el sector Defensa, que condujese a la producción local de insumos militares a través del aparato productivo industrial nacional, requiere, dado el carácter confidencial y de reserva lógica de las actividades científico-tecnológicas e industriales en el ámbito militar, como lo es en todo proceso de producción y difusión tecnológica en general, la creación de un ente coordinador de las actividades intersectoriales, difíciles de entender en la actualidad, cuando todo se resuelve por la voluntad personalista y disociadora del gobierno “revolucionario”. (Ya hablaremos del dramático y traumático cambio de armamento en Venezuela).


eprieto@cantv.net

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