La revolución del castigo
Anuncian que se radicalizarán, pero no desde la perspectiva de rectificar, corregir y mejorar
GERARDO BLYDE | EL UNIVERSAL
viernes 26 de noviembre de 2010 12:00 AM
Por qué si este proceso que denominan revolucionario de extrema izquierda es supuestamente algo tan bueno para el país, mucha gente se está preguntando cuál es la causa por la que, desde el mismo Presidente hasta cualquiera de los que ocupan altos cargos de gobierno o los que están en su estructura partidista, no lo anuncian como algo positivo? Por el contrario, siempre hablan del proceso y de su profundización como un castigo para alguien.
En cada alocución pública del Presidente, todo el mundo está a la espera de un anuncio que señale que se expropia alguna industria, o que se toma alguna finca, o que se cierra algún medio de comunicación, o que se señale a alguien como culpable de algún delito y, por tanto, se pida su encarcelamiento. En el mejor de los casos, el Presidente en sus apariciones le cae a palos con la lengua a cualquier dirigente, gobernador, alcalde o empresario que tenga la osadía de protestar o de emitir una opinión contraria a su proyecto. Cada noticia que podría exponer como positiva, la empaña con una carga de venganza, de retaliación que expresa verbalmente y que muchas veces la acompaña con acciones arbitrarias.
Esa misma actitud la asumen constantemente sus seguidores que recurren a la descalificación constante, a la vejación pública de los demás, al discurso insultante, siguiendo el modelo de su líder. Dentro de ese mismo marco actúan. Los que tienen poder para ejecutar las venganzas presidenciales en los diversos órganos del poder público, de inmediato las ejecutan.
En varios micros que produce y exhibe la maquinaria publicitaria gubernamental se intenta vender a la revolución como algo positivo. Estos quedan siempre anulados por las arremetidas que, siempre en tono de venganza, hace el propio jefe de Estado.
Esta semana, Globovisión y Guillermo Zuloaga han sido los temas escogidos. De Zuloaga, tanto el Presidente como sus partidarios han dicho todo lo que se les ha ocurrido sin límite alguno. Contra Globovisión ha pedido medidas extremas a los poderes públicos. Si no existiera el antecedente del cierre de RCTV, estas amenazas podrían ser tomadas como simple palabrería. Después de este cierre que afectó a cientos de empleados sin ninguna contemplación y su sustitución por un canal estatal que nunca ha logrado despegar por la pésima calidad de su producción, la solicitud presidencial de cierre constituye una amenaza real. La exigencia presidencial es clara: Globovisión no se le ha doblegado, constituye un medio que no ha podido controlar; es necesario para la revolución el control completo de los medios para que sólo se exponga la historia oficial. La revolución debe profundizarse y para ello no es aceptable la crítica pública que pueda ser difundida masivamente.
Cada acción que se anuncia como un paso más en la profundización de la revolución, se expone como un castigo a alguna persona, a algún sector o a una parte muy importante de la población. Se castiga al empresario que produzca, por el simple hecho de ser un punto de comparación entre quien es capaz de generar empleos y ganancias y un Estado ineficiente que todo lo que absorbe lo quiebra y que es incapaz de generar fuentes de empleos productivos. Se castiga a cualquier ciudadano que decida protestar por la deficiencia evidente de algún servicio público (fallas del servicio eléctrico, racionamientos de agua, mal funcionamiento del metro). Se felicita y se premia a quienes actúen castigando a estos ciudadanos. Se castiga al medio de comunicación que no se doblegue y que exponga puntos de vista y opiniones contrarios al Gobierno y a su proyecto revolucionario. Se castiga a quienes puedan brindar servicios de salud de mejor calidad que los servicios gubernamentales. Se castiga al productor agrícola, se le acusa de terrateniente y se le despoja de sus tierras para convertirlas de inmediato en tierras arrasadas. Se castiga a gobernadores y alcaldes no afines a la revolución desconociendo el mandato popular que los eligió, cerrándoles las fuentes de recursos públicos y vejándolos en las pocas ocasiones en las que son invitados a reuniones para discutir proyectos (ejemplo, el reciente Consejo Federal de Gobierno).
La acción más recurrente de esta revolución es sin duda el castigo a todo y a todos. Esta es la revolución del castigo. Cuando ahora anuncian que se radicalizarán, no lo hacen desde la perspectiva de rectificar, corregir y mejorar. Lo hacen desde la visión de concentrar aún más poder, de desaparecer hasta su mínima expresión a lo privado y a lo descentralizado; todo el tono y lo dicho anuncia que el castigo que ha pagado Venezuela durante estos doce años es poco para ellos. La radicalización anunciada es la agenda del castigo generalizado.
gblyde@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario