Un ultraderechista en Miraflores, hoy
EL UNIVERSAL
En sus primeros tiempos como tal, cada vez que aparecía recitando el previsible cuplé sobre "la ultraderecha gringa", el Embajador venezolano en Washington el muy (vocalmente) izquierdista y (bien pagado) chavista Bernardo Álvarez, estaba acompañado por un fornido personaje que lo seguía "como la cola al perro y como la sombra al cuerpo": Jack Kemp.
Era su lobbist, como se llama allá a quien se encarga de acopiar apoyo en la sociedad norteamericana para determinada causa o, como en este caso, determinado Gobierno. Eso es usual y no necesariamente ilícito, aunque sí muy caro, carísimo.
Un ultraderechista
Lo interesante aquí es quién sea el lobbist, por aquello de "dime con quién andas y te diré quién eres". Pues bien, Jack Kemp era desde hace mucho tiempo, uno de los niños mimados de la ultraderecha del Partido Republicano, la cual trató de imponerlo como compañero de fórmula de Ronald Reagan en su primera -y triunfal- candidatura. Si no logró hacerlo fue porque la comisión de estrategia, y posiblemente el propio Reagan se opuso: Jack Kemp era un antiguo boxeador profesional, y sonaba un poco fuerte que los candidatos del Partido Republicano fuesen un ex actor y un ex boxeador. Y por eso, Reagan escogió a Bush padre.
Pero derrotado, no por eso ha dejado Kemp de ser un reaccionario de los de uña en el rabo, niño mimado de la derecha del Partido Republicano. Lo cual no le ha impedido al "izquierdista" Gobierno de Venezuela contratar, para asesorarlo y defenderlo, a este jurásico dinosaurio republicano. Gente de principios, se nota...
Descentralizar
Se ha tomado demasiado al pie de la letra la boutade de Antonio Leocadio Guzmán pretendiendo que los liberales habían enarbolado la bandera de la federación porque sus adversarios lo habían hecho con la del centralismo. Con mucha razón, Laureano Vallenilla Lanz consideró esa una declaración irresponsable del político liberal, pues el término federación respondía a una real aspiración del pueblo venezolano. Más aún, no era una aspiración, sino una realidad. En un país tan grande como despoblado y sobre todo incomunicado, la federación existía de facto antes de ser plasmada en una ley.
De hecho, hasta la "invención" de Venezuela en 1777 por Carlos III, no tenían sus territorios no sólo una historia, sino poca o ninguna conciencia de habitar un territorio común. En 1877, es decir, un siglo más tarde y habiéndose vivido las guerras de la Independencia y la Federación, los únicos en llamarse "venezolanos" cuando se les inquiría sobre su nacionalidad eran los caraqueños.
Un reaccionario criollo
Pero no se debe confundir federación con anarquía. Hoy, la descentralización es una tendencia mundial no contraria a, sino complementaria de, la formación de grandes unidades regionales o mejor, plurinacionales (la Unión Europea). Por eso, la idea de descentralización no es un regreso obligado a la "federación" sangrienta del siglo XIX, sino un paso adelante hacia la modernidad y la paz.
En otras palabras, la descentralización no es una "trampa neoliberal" como lo dijo hace años Chacumbele. Por el contrario, es el centralismo lo que es profundamente reaccionario, ultraderechista y otros etcéteras.
Pasemos la hoja. Una de las principales avenidas de Ciudad Trujillo se llamaba Anastasio Somoza. Pero una vez que la delegación de Nicaragua en la OEA votó con el resto de América para condenar la demostrada participación de "Chapita" en el atentado contra Rómulo Betancourt, el tirano cambió ese nombre por el de "Avenida Augusto César Sandino".
No ha inventado nada
De modo que nuestro vernáculo Padre de la Patria Nueva no está inventando nada, en eso de estarle cambiando los nombres a la cosas según los vaivenes de su humor y de las circunstancias políticas del momento. Su última hazaña es la proposición de cambiarle a la autopista de Oriente su nombre de "Rómulo Betancourt" por el de "Antonio José de Sucre". Por ser éste, dice el proponente "el primer soldado bolivariano". Por poco no precisó que fue uno de los juramentados del Samán de Güere, cosa cuidadosamente oculta por la prensa escuálida.
En verdad, esta última escalada en la manía nominativa sería cosa de poca importancia, si no fuese porque se trata de una muestra particularmente elocuente de la principal característica de un Gobierno que se ahoga en palabras tanto como se muere de sed en sus actos de gobierno. Esa es la razón por la cual hemos bautizado a la tan cacareada presente como "una revolución de saliva".
Una comparación
No estamos hablando en el aire, y queremos dar apenas un ejemplo de esto que decimos. Nos vamos a referir a una comparación y a una consigna. En cuanto a lo primero, se suele comparar al actual régimen con el que surgió a raíz del 18 de octubre de 1945. En cuanto a lo segundo, todavía está muy cercana la primera campaña electoral para saber que el leit-motiv de la chavista fue el tema de la corrupción administrativa, la lucha contra ella.
¿Y como estamos por casa, hoy?
hemeze@cantv.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario