Libertad!

Libertad!

sábado, 3 de julio de 2010

¡¡Los vascos son de donde son!!

Por :Eduardo Matute

El Viernes, 18 de junio de 2010 a las 6:08
La salida del Padre Ugalde de la rectoría de la UCAB que ejerció por casi 20 años, y su respuesta a una pregunta de Yon Goicochea, “yo aquí me quedo”, me ha traído a la memoria mis años de ignaciano, cuando tuve mis primeros encuentros y desencuentros con la iglesia católica, la de mis tormentos (Como Cabrujas decía del MAS).
Fue una iglesia católica especial, la de los jesuitas, por mas señas, casi todos vascos o venezolanos educados por ellos.
La Provincia de Venezuela mantiene una relación fraternal con la de Guipúzcoa, que le ha permitido a la primera contar con una cantera de sacerdotes y posibilidades de estudio para sus vocaciones nativas.
Esa formación jesuita vasca, ha impregnado a una gran cantidad de muchachos venezolanos en el devenir de los colegios, universidades y servicios jesuíticos en Venezuela. Desde las organizaciones paracolegiales, la propia educación académica, la impronta patriótica, hasta las preocupaciones y actuaciones religiosas tienen una doble perspectiva: Por los pobres y a la mayor gloria de Dios. Cada uno seguramente le ha impreso su propia visión y accionar posterior, partiendo de ese doble enfoque. Desde Rafael Caldera a Arturo Sosa Abascal, por solo mencionar a dos ignacianos, hay un gran trecho de visión y actuación de y sobre el mundo venezolano, pero ambos responden a esa formación.
Desde niño entendí al país vasco como una unidad diferente al estado español. Eso venía en la sangre de cuanto cura o pichón de cura pasaba por el colegio. Me recuerdo del padre Galdos, bailando encima de una silla (literalmente) cuando se enteró de la elección del Padre Pedro Arrupe como Superior de los jesuitas en el año 1965. Arrupe era el primer vasco en llegar a esa responsabilidad luego de San Ignacio. Pedro Galdos, 40 años después es un baluarte del San Ignacio, que le ha dedicado su vida, entre otras cosas a hacer perdurable al CEL (el centro excursionista, el cual merece otra nota, algún día).
Con el Padre Ugalde, desde la primera clase en 5to. de bachillerato (1969), empecé a tener aprendizajes. Ante una descripción de la sociología católica –aquella de doctrina social de la iglesia- le enfrenté diciéndole que yo era marxista, sin aún saber si era por marzo o por los hermanos Marx. Me miró serio, con un salón de clases pendiente de su respuesta, y me dijo: “Muy bien, de ahora en adelante en todos los exámenes, tú me responderás las preguntas, de acuerdo con tu visión marxista de la historia y de la sociología.
En la siguiente clase me entregó mi bibliografía. Durante un año, en un colegio de los jesuitas, anduve con Louis Althusser al lado. Aprendí sociología marxista. Al final tuve un 20 en esa materia. Y una enseñanza para toda la vida: Lo que dices, tienes que defenderlo.
Antes, en mis pininos de bachillerato, tuve otros dos maestros. Uno, Javilo Arrúe, iconoclasta, en enseñanza de la religión. A él le debo mi ateísmo cristiano y la comprensión de que la salvación es colectiva. Javilo se la ha jugado completa, varias veces. Desde su servicio en Fé y Alegría en Maracaibo, su permanencia en Cumboto, en Sierra Imataca, en Guayana, durante 15 años con los campesinos de la zona, cuando su compromiso desbordó su permanencia en la Compañía de Jesús, y ahora en las antípodas del Padre Ugalde, como diputado suplente del chavismo y ahora embajador en Paraguay.
El otro maestro es Jean Pierre Wyssenbach (de padres francés ella, alemán él, nacido en Bilbao), quien en segundo año de bachillerato me dictó clases de historia, enseñándome el valor del estudio diario y de la puntualidad a toda prueba. Luego, durante 3 años comentándome el desarrollo de la teología de la liberación. A su vuelta a Venezuela, ya ordenado sacerdote, le dedicó más de 20 años a las comunidades de La Vega, y es famosa la olimpíada matemática que Jean Pierre impulsó en ese sector popular.
A estos 4 religiosos les tocó vivir el proceso de transformación eclesial que impulsó el Concilio Vaticano II y que se ahondó en la Conferencia General de los jesuitas en 1974 que ya venía siendo preparada en la Conferencia de Río de los provinciales de América Latina. En esa Conferencia General se aprobó el compromiso en la promoción de la justicia en todos los ámbitos de la actividad humana.
A los ojos vista de 40 años adelante, es decir del 2010, uno puede concluir que estos vascos han asumido su compromiso vital con la promoción de la justicia que asumieron en los ´70. Y co seguridad, mas de uno de sus alumnos, también lo asumieron.
Por eso, la frase de Luis Ugalde, es seguro la frase de cada uno de ellos, “yo aquí me quedo”.
En

No hay comentarios: