Libertad!

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sábado, 5 de marzo de 2016

¿Cual es el plan?

MIGUEL SANMARTÍN |  EL UNIVERSAL
sábado 5 de marzo de 2016  12:00 AM
Evidentemente, camarita, la autocracia regente diseñó el suyo. Lo tiene claro. Preciso. Y lo ejecuta con la vista al frente y a paso de vencedores según marca la consigna de la revolución.

¿Qué  tan bueno puede ser ese plan? Para sus fines es el apropiado. Consideran -los jerarcas rojos- que es el que necesitan y se ajusta a los fines de preservar el poder, mantener los negociados, los privilegios y la impunidad que caracteriza su desempeño. Para el país es otra cosa. El proyecto en marcha (el modelo castrochavista) fracasó por inadecuado y la ineficiencia y corrupción de quienes lo han aplicado. Ese plan, también llamado proyecto o modelo socialista, mantiene a la población al borde del desespero debido al caos imperante al cual muchos le atribuyen características de emergencia humanitaria.

Es claro que para el régimen regente no es prioridad la crisis económica y social que hoy agobia a la población. Ese es un efecto calculado. Necesario para justificar la asistencia social que le permite controlar a la población por la vía de la dependencia, acompañada, claro, de represión selectiva. Por tanto el gobierno no implementa los correctivos indispensables para resolver esos graves problemas: desabastecimiento, inflación, bachaquerismo, desempleo, miseria, inseguridad y el deterioro de los sistemas de salud y educación tanto públicos como privados.

A todas estas calamidades se agrega ahora el impacto de la falta de agua y el racionamiento de electricidad que también son atribuibles al gobierno porque, o no tomó previsiones oportunamente o los recursos aprobados para proyectos en estas áreas terminaron en cuentas particulares en el exterior. La irregularidad en el suministro de estos servicios afecta la "genial-maravillosa" iniciativa revolucionaria planteada por Miraflores como solución a la crisis: el funcionamiento de dos "motores productivos" clave: el de reactivación industrial (de hecho se ordenó paralizar las empresas básicas de Guayana) y el de reimpulso de la agricultura.

El plan de la revolución es conservar el poder por encima de cualquier otro objetivo. Al costo que sea. Sin reparar en formas ni cubrir apariencias legales. Ese es un lujo democrático -alegará la autocracia- no exigible ni acatable en revolución.

Por eso los intentos del régimen, de distinto calibre, para neutralizar-eliminar toda iniciativa, acción o intención que considere una amenaza virtual o real para su perpetuación. Y el mayor peligro para ese propósito continuista -según la óptica de los rojos jerarcas- lo representa hoy la Asamblea Nacional de mayoría opositora.
 De allí los insultos, hostigamiento y agresiones físicas perpetradas por violentos adeptos al oficialismo contra parlamentarios de la MUD. Y también las intimidaciones, provocaciones, interferencias, impedimentos y desacatos continuados del gobierno contra decisiones legítimas, potestativas y constitucionales adoptadas por mayoría en las plenarias de la AN. Dichas tropelías han sido validadas por decisiones de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, alguno de cuyos magistrados fueron designados mediante un proceso irregular que se propone corregir el Parlamento.

El gobierno revolucionario, en su desesperación por los efectos de la crisis galopante y el aumento del repudio popular, sigue empeñado en librar guerras ficticias contra sayonas, silbones, espectros, duendes y molinos de viento y propone "soluciones" rupestres como los motores productivos, el trueque, sembrar caraotas en materos y la vida comunal para crear una especie de autarquía. Tipo Cuba cuando la isla caribeña dejó de percibir la ayuda económica (profundizó la miseria de la cual aún no emerge) de la extinta Unión Soviética.  

El régimen pareciera creer que todavía tiene fuelle y credibilidad para distraer la atención de los ciudadanos y disminuir su enfado endosando la responsabilidad de la debacle a la oposición democrática. De allí la profundización del enfrentamiento con la nueva Asamblea Nacional, la cual no controla, planteando una lucha de poderes. Para ello utiliza al TSJ, al CNE y a otras instituciones del Estado, pero sin lograr que ni la dirigencia política ni la población embista ese trapo rojo.

La salida a la presente crisis requiere un pacto entre los distintos factores de la sociedad. Es indispensable e inaplazable. Lo contrario es tentar al diablo. Y anda suelto.

msanmartin@eluniversal.com

Comerntario :El autor considera (da entender en algunos párrafos )  que el régimen No desea arreglar los problemas. Yo  pienso que es incompetencia y un modelo económico fracasado.

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