Libertad!

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jueves, 9 de junio de 2016

La autocracia desnuda

La autocracia desnuda.
SIMON GARCIA.
Maduro y su cúpula están intentando ejecutar un plan para continuar en el poder en contra del derecho constitucional de los venezolanos a revocarlo. Nuevamente inventan invasiones delirantes y seguramente están por hacer su aparición los magnicidios y toda clase de cuentos para frenar una exigencia de cambio que va más allá de la oposición.
La legitimidad de origen está siendo sustituida por la usurpación y la ilegitimidad de desempeño: no es sólo el Ejecutivo Nacional, sino el CNE y el TSJ unidos en la destrucción del Estado de Derecho.
La historia y la justicia darán su dictamen sobre el comportamiento individual de los integrantes de estos organismos que invirtieron sus misiones constitucionales. El CNE, la instancia encargada del libre ejercicio del sufragio universal, ahora cumple el rol de impedir la realización de toda elección que el oficialismo pueda perder. A los magistrados de la Sala constitucional, también militantes del PSUV, les toca modificar normas constitucionales y anular un poder mucho más representativo que un dedo exprés. Su última y muy sospechosa violación de la Constitución parce allanar el camino para justificar que el Presidente de la República haya tenido otra nacionalidad.
La Fuerza Armada, cuyo alto mando sostiene las ilegalidades de Maduro, en algunas ocasiones ha honrado su juramento. Pocas, pero importantes. Estos gestos indican que existe una reserva de institucionalidad en el estamento militar y que, reflejando sentimientos mayoritarios en la sociedad, en ella se expande un malestar ante la crisis creada por la importación del modelo cubano y profundizada por la asesoría del economista español de Podemos, que es la biblia de Maduro. Pero estas si no son Injerencias.
La pérdida de apoyo popular, la evidente incapacidad de Maduro para solucionar siquiera una de las crisis aglomeradas por sus fracasos, los cambios en América Latina, la sensación de fin de la película que baja, como un escalofrío, por la espalda del oficialismo y el rechazo de las bases chavistas a Maduro configuran un cuadro favorable al cambio de gobierno y de modelo. Es el país el que así lo quiere.
Sin embargo, alrededor de un 20% de los venezolanos sigue apoyando al Gobierno. No puede decirse que sea porque pertenecen a la federación nacional de corruptos, porque ese sindicato de delincuentes sólo lo integra un grupito de enchufados. Tampoco que sean piezas del engranaje entre fichas del gobierno y el narcotráfico. En ese 20% hay pueblo, gente honesta y venezolanos con los mismos derechos que exigimos los que nos oponemos al régimen.
Esa minoría tiene que ser oída, reconocida e invitada a incorporarse al duro esfuerzo que exigirá rehacer el país. Su participación supone ponerle fin al odio, el enfrentamiento ideológico y a la división que ha impuesto el proyecto de dictadura de siglo XXI que con Maduro pudo poner en evidencia que tiene mucho de comunismo y nada de socialismo.
Esos compatriotas son valiosos para unificar al país, para restablecer la vigencia de la Constitución y comenzar a enfrentar la escasez, la inflación y la inseguridad. Son un seguro para la paz. Y hasta es posible que de ellos salgan nuevos partidarios de realizar el referendo en el 2016.
Esta dictadura del siglo XXI está muriendo. Vamos a ganarle el juego, sin ingenuidades, pero también sin vacíos radicalismos. Es el tiempo de las decisiones unitarias no de las acciones unilaterales. Hay que emplearse a fondo, con inteligencia, astucia, unidad y mucho sentido común para ayudar al pueblo a que obtenga una nueva gran victoria, antes de que sea demasiado tarde para todos.
@garciasim

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