Libertad!

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miércoles, 11 de marzo de 2009

Antonio Cova Maduro // Los dos ligaditos

"Un partido pagado no sirve para nada, es un partido de mercenarios"
Cada vez que observan el más leve descuido del Líder Único de la revolución, distintos miembros de la alta dirigencia del chavismo salen a opinar por su cuenta: uno de los más graves pecados que cualquiera de ellos puede exhibir.

Vale la pena tenerlos en cuenta, porque de la conexión que hagamos de esas distintas opiniones, no sólo podremos hacernos un cuadro lo más aproximado posible de lo que en la secta gobernante se está pensando, sino de sus verdaderas opciones en los días aciagos que con velocidad del rayo habrán de toparse.

En este intento tendremos que omitir el hecho de cuán cercanos al Líder podrían considerarse en el presente. Eso nunca puede saberse, como lo demuestran los casos de los dos dinosaurios recién vueltos a la vida: Giordani y la Iglesias. Y al hacerlo es porque les consideramos como ellos se consideran a sí mismos: están dentro del proceso revolucionario y por eso se sienten obligados a decir lo que dicen. Tomemos al primero. El que hoy por hoy se encontraría más cercano a Chávez: Alberto Müller Rojas. Este sábado pasado, por estas mismas páginas, nos enteramos de que, según él, el PSUV es "un partido que no existe", ya que su gente "sólo se activa para buscar cambures". Es necesario concluir, entonces, que "un partido pagado no sirve para nada, es un partido de mercenarios".

La verdad es que ese veredicto es mucho más fuerte que el que yo emitiera por estas páginas semanas atrás: "el PSUV es un partido nominal, no sólo porque sólo existe de nombre, sino también por algo muy importante, es un partido de nómina".

Lo asombroso resulta ser que el general Müller crea que podrá transformarse en lo que no es.El PSUV, recordémoslo, es un "patchwork", una cobija de retazos, elaborada por el verbo -¿o sería mejor, por la verbosidad?- de Chávez. No nació del deseo de nadie, de la necesidad imperiosa de organización que sintieran las "masas revolucionarias", sino de la necesidad de Chávez de tener un solo batallón, no múltiples patrullas.

Por lo tanto, general, ya pueden hacer todos los congresos que quieran, que ese engendro ya nació y rápido se constituyó en una "banda de mercenarios cambureros", como usted mismo los llama. Y usted sabe, porque alguna vez estudió Ciencias Políticas, que cuando un grupo de interés nace, rápido se dedica a eso, a sus intereses. Un partido es mucha gente, es un conjunto de dirigentes con garra, con seguidores, con perspectivas de futuro, cuyas ideas e imágenes del país que quieren, coinciden.

Eso fueron en su tiempo Acción Democrática y Copei, o, como creo a usted le gustaría recordar, esos fueron los bolcheviques originarios, y el minúsculo Partido Comunista Chino, al que los acontecimientos bélicos convirtieron en el partido que fue. Lo que Chávez quiere son perros falderos, a quienes manejar con látigo.

Él ni quiere, ni puede tener, un partido fuerte a su lado, así que despídase de esa misión gloriosa que usted parece imaginar para sus años finales. Aquí lo que hay es chavismo, jamás un proyecto de izquierda y mucho menos una utopía realizable. Bájese de esa nube, antes que nosotros bajemos a Chávez del pedestal que en vano quiere erigir para sí. Y ese tiempo se acerca veloz, si hemos de creer los vaticinios que, en entrevista por Venevisión (y que con celo guarda Noticias 24), emitiese el ingeniero Luis Tascón, incómodo chinche a la izquierda del Líder. Tascón no niega la categoría de partido al PSUV, simplemente le explica su ruta terminal.

Es, hasta ahora, el único que se ha atrevido a decir lo que los datos muestran con claridad meridiana: que la erosión del chavismo prosigue indetenible, al igual que el ascenso continuo e imparable de la oposición. Para él, el chavismo en minoría se hará realidad en el 2010, ¡qué maravilla! Como muchos buenos encuestadores, Tascón muestra una claridad meridiana al ver lo que los datos gritan. Es en las razones donde él pistonea, al igual que aquéllos.

Como era de esperarse, la culpa la pone toda en el PSUV (¿coincidencias con Müller por distintos caminos?), recordando los gloriosos días del Polo Patriótico, cuando el chavismo barría y su crecimiento era imparable. Tascón evita -¿es que no lo ve?- considerar la erosión del tiempo estéril y el empeño democrático en la vía electoral: quiere echar a Chávez por la misma vía que él sometió al país.

Obvia la traición de la pandilla gobernante a todo lo que dijo al comienzo, el cansancio generalizado del mismo cuento que jamás se materializa. Y obvia, en fin, el amor por la libertad. antave38@yahoo.com

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