Libertad!

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miércoles, 18 de marzo de 2009

Antonio Cova Maduro // Los hugonotes

Tenemos unos hugonotes que han secuestrado el poder y no piensan perderlo por nada del mundo
Los calvinistas franceses, oficialmente conocidos como los reformados, recibieron de la sociedad católica francesa, donde hicieron su incómoda aparición a fines de la cuarta década del siglo XVI, el remoquete de hugonotes. Al parecer, tan curioso apelativo se derivaba de que fue en una vieja iglesia, abandonada ya, dedicada a San Hugo, donde estos reformados comenzaron a reunirse para ejercer su culto aparte y distinto de la misa católica. Ese remoquete (al igual que sucedería con sus hermanos británicos, a quienes los oficialistas de la recién separada Iglesia de Inglaterra -hoy conocida como Anglicana- bautizaron con el de "puritans"), mostraba el desagrado de la mayoría cristiana con estos novedosos y agresivos grupos que, a la par de mostrar un comportamiento claro y desagradablemente sectario, se presentaban como los "únicos y auténticos" cristianos, como no se veía desde la primitiva Iglesia.

Eran, para la mayoría, una afrenta permanente y los conflictos que generaron mucho debieron a su comportamiento grupal. En Francia, a medida que se debilitaba el poder de los últimos reyes Capetos, crecía la presencia y actividad de estos hugonotes. La más estruendosa manifestación del conflicto fue la tristemente famosa Matanza de San Bartolomé del 24 de agosto de 1572. Lamentablemente, no fue más que el estallido brutal de un estado de guerras y conflictos que, entre hugonotes y católicos, se extendió por todo el siglo.

De igual modo, sus hermanos de las Islas Británicas, los puritans, lograron deponer al rey Carlos I Estuardo, a quien juzgaron y ejecutaron, inaugurando la primera revolución en Occidente, parida en una guerra civil que sólo concluiría con la dictadura teocrática de Oliver Cromwell. Como ha sucedido siempre desde entonces, la muerte del líder conduciría a un período de restauración cuyo momento estelar fue la reposición de la monarquía. Puritanos y hugonotes, pues, iban a estar destinados a convertirse en el "embrión" de lo que en el siglo XX se manifestaría como partidos de masas de carácter revolucionario. Desafortunadamente, también iban a mostrar los gérmenes que han plagado a este tipo de movimientos desde entonces: sólo ellos son los "puros", sólo a ellos pertenece la "verdad", sólo ellos luchan por la paz y la justicia. Todos los demás son una raza execrable, y, por lo tanto, objeto de exterminación. Para los venezolanos de estos tiempos, tan lejanos tanto de aquellos acontecimientos, como de ese tipo de preocupaciones por la pureza, ha caído como un balde de agua fría un discurso, unas acciones y un proyecto que hacen gala de semejante visión del mundo. Tenemos -¿quién lo hubiese imaginado?- unos hugonotes entre nosotros, que han secuestrado el poder y no piensan perderlo por nada del mundo. Y esos sectarios, a quienes ya identifiqué con otra intención en uno de mis primeros artículos de esta década terrible (si me permiten los chinos, utilizaría su dictamen sobre los años de la Revolución Cultural maoísta: los años de la catástrofe) parece que se han desatado desde hace un mes.

Son nuestros hugonotes. Son ellos los que, sentados a la diestra del padre, como reza el credo, constantemente velan para que este proyecto demencial que ellos llaman "revolución" siga y se profundice. Son los que, con acciones y desmanes a cada rato cantan su letanía: "Hugo-no-te rajes", "Hugo-no-te eches pa'trás", "Hugo-no-te olvides, ni seas infiel a tus primeros sueños utópicos". Ese estribillo, esa cantinela, repetida hasta el cansancio desde La Piedrita y Radio Arsenal (98.1 FM en Caracas), hasta la banda de Tonton Macoutes que dirigió el que fuera rector -o diríamos mejor: capo- de la Universidad "Simón Rodríguez" hasta que fuese defenestrado por sus "hazañas" contra los estudiantes, son quienes pudieran conducir a su líder a un abrupto final.

Estos hugo-no-tes se parecen demasiado a los ultras que rápido condujeron al débil gobierno de Allende a su cruento final, y peor: a la larga represión que, por 17 años, oscureció la vida chilena. ¿Se han paseado por esa "honrosa labor", y su "lógica" conclusión, estos sectarios? Y lo más importante, ¿lo ha hecho su aparente beneficiario? En momentos en los que el padrastro cubano parece desembarazarse de cualquier vestigio de ellos, para llevar a cabo su gran operación de salvamento, los de aquí parecen empeñarse en quedar solos y desamparados en la vía que les conduce al precipicio. ¿Hemos de desearles que tengan un "feliz viaje"? Pero eso sí, ellos solitos, sin nadie. antave38@yahoo.com

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