Libertad!

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martes, 3 de marzo de 2009

Mi abuelo el sufragante

Karl Krispin

En mi familia todos dábamos por un hecho que mi abuelo Gregorio Riera Fortique había muerto a los 80 años en 1967. Que estaba enterrado en el Panteón Riera del Cementerio General del Sur. Nos equivocamos. Está vivo y es uno de los sufragantes que acude a la Escuela Bolivariana Estado Carabobo ubicada en la avenida Bolívar con calle Sucre, número 1-19 del Barrio El Carmen del municipio Trujillo en el mismo estado. Anteriormente a esto, tenía otra presunción sobre su paradero. En aquel tiempo, a mi abuelo lo hacían votar en el estado Nueva Esparta pero se ve que después de muerto goza de buena salud y que se ha mudado de territorio insular a Trujillo a sus bien llevados 121 años según Tibi y sus secuaces del CNE (secuaz es seguidor, por cierto).

Mi abuelo por lo demás tenía un curioso número de cédula, la diez (10) toda vez que la recibió cuando el sistema de cedulación arrancó. En ese entonces era funcionario del gobierno del presidente Isaías Medina Angarita y por ende tuvo ese privilegio. A cualquier miembro de mesa o testigo, le resultaría altamente sospechoso que se presentara un votante con una cédula de esa numeración. Pero no. Presumo que la resurrección y el rejuvenecimiento de mi abuelo han sido mejores que los de Benjamin Button y por ello no dudo que ha sido convincente para despejar cualquier duda sobre su salud, su apariencia física y su disposición al voto ya que en el pasado referéndum no me cabe la menor duda de que sufragó. No imagino que entró a votar con asistencia. No podemos pensar sino que el Registro Electoral lleva a cabo una resurrección corporal brillante que garantiza la mayor suma de felicidad posible a los occisos y occisas en esta potente Venezuela que ahora es de todos.

¿Quién lo iba a decir? Hasta los muertos volvieron para decirle SI al Supremo. Porque no puedo pensar que el proceso se haya realizado sin un compromiso pactado en el más allá para favorecer a los del más acá. Entre los médiums que lo localizarían y los médicos de Barrio Adentro que lo exhumaron del camposanto, tiene que haber existido un verdadero entendimiento para que mi abuelo votara por el SI porque después de ese fatigoso esfuerzo de vuelvealavida, resultaría malagradecido de su parte que lo hubiese hecho por el NO. Por eso es que no se ha comunicado con nosotros ni creo que lo haga. Además debe estar ocupadísimo en alguna vacación en Cuba o a cargo de una misión. Como su familia fue liberal amarilla y él personalmente fue gomecista, supongo que debe estar tratando de convencer en estos momentos al doctor Pedro Manuel Arcaya, con quien colaboró en el Ministerio de Relaciones Interiores (Mi abuelo fue director de Política siendo Arcaya ministro) para que regrese a la tierra a matricularse en alguna de estas charadas que organiza el régimen.

Mientras votemos con esta caricatura de registro electoral, todo será siempre desconfiable. De hecho todavía la rectora Tibisay Lucena no le termina de decir al país cuántos votos obtuvo la opción ganadora del NO en el referendo de 2007. Esto es inaceptable y constituye la comisión de un delito por omisión. Ya vivimos de tendencias irreversibles. Parece que la democracia venezolana se conduce irreversiblemente hacia el fracaso.

El pueblo venezolano se equivocó de nuevo. Porque aquí no se trataba de defender unas supuestas conquistas sociales sino saciar la sed de la megalomanía. Qué desdichas debe causar el poder que hace que un hombre se aferre por siempre a él. Se trata de una adicción enfermiza, un extraño destino para jurarse invencible. Peor aun quienes son su soporte, su base, sus electores. Que ni piensan en ellos mismos y aguardan instrucciones para actuar. Entre ellos mi sufragante abuelo a quien espero que el Consejo Nacional Electoral termine de respetar su sueño eterno, desconectado de esta gritería de ambiciosos por la historia.

kkrispin@hotmail.com

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