Libertad!

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viernes, 6 de marzo de 2009

Argelia Ríos // Herejes, renegados y contorsionistas

¿Cómo puede plantarse el país decente frente a su propio sueño, si se encubre la corrupción?
El daño que han producido es muy hondo. Sus consejas no sólo tienen como efecto la neutralización de la crítica: lo más grave es que también contribuyen a la aceptación colectiva de las aberraciones más sórdidas del poder y de la política, en general. Estas voces nunca reconocerán cuánto perjuicio le ocasionan a la democracia, ni cuánto ayudan a reforzar los delirios reaccionarios de un sector de la sociedad venezolana.
Aunque sus opiniones procuran cincelar una supuesta conducta "justa y equilibrada" ante los hechos -a veces para eludir el viejo fantasma de los "herejes y renegados" descrito por Deutscher- la superficialidad que ellas contienen son la mejor vitamina de la antipolítica y el conformismo... Ya es tiempo de decir basta y de hacerlo en voz alta: el intento por minimizar las depravaciones de la revolución, justificándolas en los vicios del "pasado", es mucho más que una patraña útil a la aquiescencia. La secuela de este estribillo complaciente es visible y demoledoramente trágica: una nación que no se indigne ante las perversiones descaradas de sus gobernantes; que incluso llegue a verlas como "la esencia" de la actividad política y de las disputas que ella supone, está condenada por siempre a malvivir entre el estercolero y a suprimir sus deseos de construir opciones de gobierno decentes y obedientes a las regulaciones del decoro. La relativización de la crítica, mediante el cómodo atajo de que los vicios denunciados hoy "también ocurrían en la cuarta", le está arrebatando a la República su humana aspiración de contar con una democracia ética y moralmente próspera.
Además de ser una invitación al acompañamiento cómplice de los modos indecentes de ayer y de hoy -en la idea soterrada de que "eso es lo que somos"- la estúpida coletilla beneficia la resignación nacional ante al festín de iniquidades donde el país está hundido. Cuando se nos dice que las cosas siempre han sido y seguirán siendo de la forma como las estamos viendo, no se hace otra cosa que preparar al país para que acepte la inexorabilidad de los vicios y desviaciones del poder.
También se le prepara, arteramente, para que nada indigne a sus ciudadanos decentes; para esterilizar su capacidad y su disposición a reaccionar; para que nada sea cuestionable, salvo la denuncia de lo que resulta aborrecible... Las pretensiones individuales de buscar "grises" y "matices" donde éstos no caben, colaboran con la inmunización social frente a la desvergüenza y la impostura. ¿Cómo puede plantarse el país decente -que existe y es real- frente a su propio sueño, si tantas voces "equilibradas" encubren la profundidad del fenómeno de la corrupción, estimulando conductas tolerantes? ¿Cómo puede abrirse un campo para la comparación entre lo bueno y lo malo, entre lo aceptable y lo inaceptable, entre lo justo y lo injusto, si tantos contorsionistas "matizados" contribuyen al encubrimiento? argelia.rios@gmail.com

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