Libertad!

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viernes, 21 de agosto de 2009

¿INTEGRACIÓN ESCUELA.COMUNIDAD?

de Jonatan Alzuru

Hemos realizado en otros artículos críticas generales a la Ley Orgánica de Educación, la primera es de procedimiento. Algunos artículos coinciden con los de la reforma que se rechazó en el año 2007. Por lo tanto, la aprobación de ellos, sin tener en cuenta tal hecho, es una forma antidemocrática de proceder.
La segunda es con respecto al fundamento de la Ley.
El soporte filosófico lo fundamenta en una doctrina que a los sumo se encuentra como colcha de retazos a lo largo de una multiplicidad de escritos, eso que llaman doctrina bolivariana.
El pensamiento de Rodríguez es más cercano a un republicanismo liberal que a cualquier otro asunto.
Aún más, es bastante dudoso teóricamente hablando, apelar a doctrinas del siglo XIX para abordar los retos de una sociedad, en la condición epocal contemporánea, donde las diversas y opuestas personas y comunidades viven algunas interconectadas, participan de la sociedad de la información, con una multiplicidad de diferencias y desigualdades, mientras otras están desconectadas, excluidas y en condiciones de vida premodernas.
La presente reflexión la quisiéramos referir a otro aspecto. La relación Escuela-Comunidad. Obviamente, un aspecto fundamental para un aprendizaje pertinente, en continuidad cultural con la comunidad a la que se pertenece, es con un trabajo pedagógico no limitado a la Escuela sino que ella se transforme en un motor, en un centro dinamizador de cambios sociales y culturales en la comunidad.
Donde el docente cumpla no sólo con un rol de trasmisor de información, sino, sobre todo, que cumpla con una labor de facilitador de investigaciones que coadyuven a soluciones prácticas y teóricas que tengan relación con la vida cotidiana del estudiante.
Se transforme en un sujeto capaz de generar las condiciones para que las dinámicas al interior del aula posibiliten una práctica de la reflexión crítica de asuntos, ideas, a través del estímulo del diálogo argumentado. Y, a su vez, el docente, a través de los proyectos de aula y plantel, se transforme en un líder social y comunitario. Donde la escuela se configure en un centro de participación socio-cultural de la comunidad.
Tal configuración supone la transformación de un curriculum por objetivo a un diseño educativo a partir de problemas pertinentes, donde el proyecto pedagógico de aula, de plantel y las redes de planteles tenga por objeto darle respuesta a los problemas planteados que dependerán en la mayoría de los casos de contextos diversos, locales, regionales, con atención a las problemáticas glocalizadas.
Además, tales proyectos formarían parte de los proyectos comunitarios.
El sentido es que se genere una retroalimentación entre la Escuela y la Comunidad. Grosso modo, dibujamos algunos de los aspectos que configuran la pretensión, la intención, de una política educativa cuya columna vertebral sea la integración de la Escuela con la Comunidad. Compartimos tal horizonte pedagógico. Pensamos que uno de los problemas de las instituciones educativas en Venezuela es la desconexión de la vivencia en el aula con la cotidianidad de los alumnos fuera de la institución escolar.
De la información descontextualizada de la comunidad a donde pertenece, sin atención, por supuesto, a la diversidad cultural. Una propuesta educativa que busque la integración escuela-comunidad estaría encaminada a una transformación o reforma importante del sistema educativo.
Ahora bien, las teorías pedagógicas, ideas o normativas no pueden ser pensadas abstractamente. Los consejos comunales, una propuesta interesante de organización social, han sido alimentados y dirigidos desde el gobierno, desvirtuando su propio sentido.
El control gubernamental es evidente. Tales organizaciones controladas por el gobierno se transformarán, ahora, en los organismos de contraloría social de las instituciones educativas y peor aún, en las instancias de control de la gestión educativa.
He aquí la clave esencial que criticamos. Esto no tiene nada que ver con una propuesta de integración y revela por el contrario, las pretensiones del gobierno de vigilar y castigar. Es la arquitectura del panóptico escolar. Este es el rasgo represor que criticamos.

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