Libertad!

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martes, 25 de agosto de 2009

La hora de la instrospección Nacional

Roberto Lovera De-Sola
Lunes, 24 de agosto de 2009
Gracias a nuestro anfitrión, el doctor Luis Ugueto, estamos aquí presentes y podemos hablarles. No es pequeña esta hora por la gravedad de los que acontece en Venezuela hoy y por la necesidad que tenemos de poner las bases para el futuro país que hay que construir cuando logremos superar estos días trágicos.
Nuestra intervención tiene que ver con este momento que denominamos de la “gran introspección nacional” y estará empapada de historia, lugar en donde está nuestra memoria, consignadas nuestras experiencias y desde donde debe partir para reedificar nuestra democracia.
Y debemos comenzar por insistir, después de escuchar a todos los presentes, venezolanos sensatos todos. Pero sobre todo ciudadanos que aman al país, que hoy requiere más que nunca reflexionar sobre él, sobre lo sucededlo desde que se inició esta crisis la cual no se hizo presente el 4 de febrero de 1992 sino mucho antes. Se espiga desde el año fiscal 1977 cuando descubrimos que era la primera vez desde la muerte del general Gómez que el país no había tenido superávit económico. Y las carencias económicas son las que engendran las crisis políticas. Hoy ello hay que anotarle además que fue precisamente en aquel año de 1977, cuando el país tenía la mayor suma de recursos fiscales de su historia, lo cuales fueron pésimamente administrados, cuando la democracia de 1958 cayó. Y de las manos de uno de los hombres que contribuyeron a su alumbramiento. A ello hay que sumarle la erosión ética en la que habían entrado el país y sus grandes partidos políticos y la corrupción administrativa que fue lo que nos llevó al progresivo “deterioro” de la nación, variable con la cual es necesario examinar esos años y los que se han sucedido desde 1999.
Vivimos, repetimos, la gran introspección de Venezuela. Dentro de ella la mejor contribución que podemos hacer los intelectuales venezolanos es contribuir a explicar el país a través de sus testimonios escritos, base para el proyecto de país que hay que construir. Esa reflexión hay que hacerla, entre otros caminos, a través del estudio de nuestra historia, de nuestra literatura, de nuestro pensamiento político y dentro de la historia de nuestras ideas.
Y esto porque es en nuestros libros donde está la imagen de Venezuela, ya desde los documentos que usa el historiador o desde la imaginación con la cual ilumina su comprensión el creador y la creadora.
Y ello porque no se puede actuar en política sin conocer la historia, es la base del conocimiento de nuestra realidad y es con ese conocimiento que podemos partir a elaborar un “proyecto”, el programa del país futuro, el cual ya ha comenzado a esbozarse en varias documentos como El Plan Consenso País (Caracas: Coordinadora Democrática, 2004.p) preparado por el político Pompeyo Márquez y el politólogo Diego Bautista Urbaneja.
Y teniendo en cuenta también el coloquio, organizado por la Fundación Francisco Herrera Luque en el 2005, Como construir un país en nuestro tiempo(Caracas: La Fundación, 2005. 192 p.), cada una de cuyas ponencias han sido impresas en un libro, que casi consideramos de cabecera en esta coyuntura por la luz que sus autores, José Gabaldón Anzola, Alberto Quirós Corradi, Roberto De Vries, Marina Lander, Luis José Uzcategui, Ana Teresa Torres, Ruth Capriles, Román Duque Corredor, Mercedes Pulido de Briceño, Orlando Ochoa y James Rodner, dan a nuestra problemática actual. Allí está la primera vertebración de la pregunta que siempre se hace al final de cualquier coloquio sobre nuestra problemática: ¿cuál será el futuro?
Y la reunión sentimos también que está orientada a lo mismo y es por ello que celebro aquí la presencia de Arístides Hospédales para que él comunique a sus compañeros de partido las ideas aquí expresadas. Lo mismo espero de los social-cristianos que aquí veo. Ya es hora de superar entre los copeyanos las oscuras horas del parricidio y unirse otra vez todos, claro, con respeto de su máximo líder. Y ello porque socialdemócratas y democristianos son las dos grandes tendencias de nuestra experiencia política, y están vivas pese a las dolorosas experiencias de la última década. Y son ellas las que harán posible el nuevo Pacto de Punto Fijo, de unidad, que requerimos.
Para que el consenso no da otra vez las cuatro décadas de estabilidad política de las que gozamos gracias a él, a la Constitución de 1961 y al proyecto de lo que se ha dado llamar ahora la República Liberal Democrática, acrecentada ahora por las lecciones del nuevo liberalismo de estos días, tan bien expuestas por ese gran pensador de la democracia que fue Isaías Berlín (1909-1997). No hay que olvidar contra los que se dicen anti-chavistas pero hablan contra el Pacto de Punto Fijo que esté nos dio, lo que hemos señalado, cosa que nunca tuvo Venezuela a todo lo largo de su historia, iniciada el 3 de agosto de 1498, hacia las nueve de la mañana, como el Gran Almirante descubridor consignó. Tuvimos, gracias al pacto de los partidos democráticos, estabilidad y el régimen más longevo de nuestra historia. El país, gracias a ese acuerdo, logró un régimen más largo que el paecismo, el guzmancismo y el gomecismo. Y ello no es poco.
Pero ese programa, sin el cual nada se puede planear, requiere la necesaria autocrítica de los partidos políticos, sobre todo de AD y Copei, los más responsables de que Chávez esté en el poder, no por el indulto que le fue concedido en 1994 y el respeto del resultado de las elecciones de 1998.
No. La responsabilidad estriba en los numerosos errores cometidos y por la crisis moral por ellos alumbrada. Esto es importante porque ambos partidos han logrado resistirlos embates, son las dos tendencias de nuestra política, pero deben remozarse radicalmente para actuar en el futuro, es una impostergable necesidad: no puede haber vida política sin partidos políticos.
Pero están obligados, por ser partidos de masas, a llenar la política de ética, a poner en práctica que la acción política sea una forma de ejercer una vocación de servicio público.
Y deben detenerse, al formular, el “proyecto país”. Basado este en premisas fundamentes, las prioridades que no pueden esperar. Así el proyecto debe ser breve pero exacto y preciso. Esa lista debe estar encabezadas por estas palabras: seguridad, petróleo, relaciones internacionales, educación y salud.
Hay que darse cuenta con seriedad de todo lo relativo a la crisis de la educación que es hecho gravísimo. Sin educación no puede haber verdadero democracia porque es a través de ella que se forman los ciudadanos.
Hay que pensar que el petróleo en adelante, además de volver a ser gerenciado por la elite que formamos debe solo venderse como producto comercial y al precio competitivo del mercado internacional. Venezuela no debe regalar más petróleo y tampoco ofrecerlo a precios bajos fuera del mercado. Ello es impostergable porque es con los resultados de su comercialización que podremos poder a andar la nación otra vez.
Hay que volver al por qué de nuestra alta tasa de homicidios. Y mirar el por qué de las numerosas muertes que semanalmente se suceden en Venezuela, entre las que hay sin duda, numerosos ajusticiamientos políticos, que son nuestros desaparecidos. Somos hoy el país homicida por excelencia del mundo. Hay más muertos cada semana en Venezuela que en los países que sufren guerras.
Hay que estudiar con atención la situación internacional. Debemos volver por los fueros de la que siempre ha sido nuestra conducta internacional: un país pacifista, no beligerante, que no interviene en los problemas políticos de otras naciones y, sobre todo, que no usa su petróleo para fraguar alianzas, lo cual ha sido hasta hora la base del neo-imperialismo que se ha ido fraguando en los últimos tiempos.
Se debe pensar en enjuiciar al presidente Chávez una vez salga del poder, hay obligarlo a rendir cuentas: Venezuela ha recibido del petróleo en esta última década: 800.000.000 millones de dólares, para nada han beneficiado la vida del país ni a los venezolanos. Chávez sabe que al dejar el poder irá a la cárcel porque ya se iniciado en la Real Audiencia de Madrid un juicio por los crímenes del 11 de abril de 2002, que son de lesa humanidad y que no posponen. Al dejar el poder una orden internacional de captura estará sobre él. Pero ante los venezolanos debe explicar lo que hizo, cómo y por qué y con qué autorizaciones.
Y en medio de todo esto no olvidar en ningún momento que siempre habrá Venezuela, que en todos los más difíciles momentos de su historia Venezuela superó sus peores desafíos: salió de las guerras civiles; encaró la democracia con López Contreras; con el voto, porque ya era otra Venezuela, formada en el trienio adeco, se opuso a la dictadura el 30 de Noviembre de 1952. Que hubiera un fraude aquel día no le quita un ápice al valor de los votos de los venezolanos.
Y que igual que vivimos oscurecerse el país el 24 de noviembre de 1948 los vimos hacerse luz la madrugada del 23 de enero de 1958. Y de allí en adelante el voto masivo todo lo ha resuelto. Por ello los golpes han fracasado, tanto en 1992 como en el 2002, que fue una comedia inmensa. Y el Poseso, como lo llama el gran Zapata, pudo llegar a la silla presidencial solo por medio de elecciones. Y votando los venezolanos, pese a todo, defendimos la democracia el 15 de agosto de 2004.Y reiteramos lo democrático de la constitución de 1999 el 2 de diciembre de 2007. Eso somos. Eso seremos. Eso haremos. No perdamos la esperanza por los días mejores están a la vista.
Pero no podemos dejar de meditar sobre los hechos públicos. Por ello cerramos citando cuatro admonitorias voces venezolanos cuando se refirieron a lo que es la política, las tres primeras. Y al significado de la historia, la última.
Esto expresó Raúl Leoni (1905-1972): “El primer derecho es el que priva por encima de la totalidad de las normas, incluyendo las constitucionales, es el que deviene de la realidad humana que te rodea. Sus reglas no están escritas en ninguna parte. A pesar de eso, forman un código que te dice de manera exacta lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer en un contexto determinado, en una sociedad. Ese derecho primario…se llama política, y sus reglas, con todo y ser obvias, pocos las perciben y menos las respetan. Lo paradójico es que esas reglas son mucho más rígidas y sus sanciones mucho más duras que las normas del derecho penal más severo, por lo que los políticos deberíamos prestarle mucha más atención.
Un político, para ser bueno, tiene que conocer y respetar ese código porque de no hacerlo, estará condenado a llevarse una derrota tras otra y a sufrir duros golpes en el plano personal…Un buen político es aquel que mantiene el equilibrio entre lo que cree que se debe hacer y lo que reconoce que se puede hacer. En otras palabras, equilibrio entre su concepción de lo ético y sus emociones, por un lado, y el oficio político desapasionado, por el otro. Si solo cuentas con una de esas dos condiciones serás un ingenuo o un cínico, jamás un buen político” (Francisco Suniaga: El pasajero de Truman. Caracas: Mondadori, 2008, p.262-263).
Las de Jóvito Villalba (1908-1989) fueron estas: “La política es pugna de intereses y competencia de ambiciones, pero es también paradójicamente, trabajo por el entendimiento entre los hombres y la unidad de las fuerzas sociales. En esta aparente o real contradicción de sus fines residen su interés y su grandeza. Gracias a esta contradicción, en el tablero de la política se encuentran y alternan el rufián con el apóstol, el demagogo con el estadista y el tirano con el libertador; y la historia, que es en gran parte el discurrir de la política, nos presenta la sucesión de angustiosos momentos de violencia y caos con sublimes horas de afirmación e integración humana” (Heraclio Atencio Bello ed.: Cuando el Estado empobrece a la nación. Caracas: Fundación Venezuela Positiva, 2006, p.27).
El tercero es un pasaje de una novela de Antonio García Ponce(1929) donde su protagonista expresa: ”porque en la guerra, y en la política, triunfa el que capta su medio, el que sabe manejar a los hombres, el que sabe oírlos, mirarlos de frente a los ojos y adivinar si mienten o dicen la verdad, comprender sus grandes y sus pequeñas ansias, reconocer sus méritos, estimular sus virtudes, eludir sus hipocresías, aguantar sus egoísmos y, ante todo, saber imponerse sobre las ambiciones y las mezquindades que aun en el más modesto de todos ellos los impulsan a volar más alto, con o sin razón. Vi de todo en esos pocos años, y aprendí a obedecer y a mandar. Sobre todo a mandar, que es lo más difícil” (La espada tenaz de Vicencio Pérez Soto. Caracas: Contraloría General de la República, 1998, p.32).
Pero hay que pegarse siempre al buril del estudio y comprensión del pasado, más a sus problemas que sus periodos porque, como escribió Francisco Herrera Luque (1927-1991),”La historia es para un pueblo lo que la memoria para el hombre: fuente de experiencia, fundamento de legislar, comprensión del presente, atalaya del futuro. Por ello ha de ser veraz y valiente y justo quien la escriba”(Los amos del valle. Barcelona: Pomaire, 1979, t.I, p.425).
(Intervención pronunciada en la peña del Dr. Luis Ugueto, en su sesión de la noche del 27 de julio de 2009).

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