ALFREDO YÁNEZ MONDRAGÓN EL UNIVERSAL
sábado 16 de octubre de 2010 05:47 PM
Ante quién nos vamos a quejar por la falta de ánimo. A qué organismo acusaremos de responsable por no saber mantener la esencia democrática del principal de los triunfos; el que concede saberse mayoría real; independientemente de los efectos acomodaticios de aquellos que, desde hace mucho, saben que perdieron el favor popular.
La trampa sicológica está montada. La amenaza se convierte en cerco directo, efectista y con consecuencias; pero igual es trampa, porque la realidad indica que más allá de la propaganda, son pocos los que se comen el cuento del progreso sobre las ruedas carcomidas de la expropiación, de la destrucción, de la toma leguleya, del asalto sin experiencia, de la necesidad de tenerlo todo, para que la dependencia sea absoluta. El tigre, gracias a la acción decidida y valiente, desfallece. No es momento para temerle al cuero, ni a las dentelladas.
El plan, la hoja de ruta, está marcada con fecha definida, y eventos trascendentes que señalan metas en el camino -que como dicen los sabios de la cultura india, es la meta en sí. Bajo ningún concepto lo anterior indica pasividad, resignación. Es imposible recorrer un trazado de tan altas dosis de exigencia, con la mirada fija en una sola jornada, sin entender que cada día -según ratifica la Biblia- tiene su propio afán.
No se trata de aguardar; se trata de establecer -sin dilación- una estrategia clara, oportuna, de acción definida, para andar a la par de las tropelías y caprichos que -está a la vista- apenas comienzan. El efecto murmullo es fulminante. Acaba de demostrarse con el tema del registro impuesto. Se ha manifestado otras veces, con más o menos impacto.
Es tiempo de que ese murmullo suba los decibeles, es tiempo de que se convierta en orquesta constante. Durante estos meses de campaña intensa hay que liderar la propuesta, hay que marcar la agenda, hay que establecer la prioridad nacional; que bajo ninguna circunstancia puede estar medida por el capricho, la improvisación, la puntada de uno de los hombres; precisamente el que se endilga el título de candidato único. Aunque no lo parezca, la pelota está de este lado.
Este ataque desmedido de los últimos días es reacción a la fortaleza demostrada por los ciudadanos. Sería imperdonable que luego de haber vencido con la civilidad, nos dejemos acorralar por cuatro gritos. Somos, ahora sí, los únicos responsables de lo que ocurra. Los partidos políticos, en revisión necesaria, tienen -por su puesto- la tarea de recomponerse en conexión directa con la sociedad, en todos los órdenes; y juntos -con auténtico nivel de compromiso- andar hacia el mayor de los triunfos; ese que se valga del diálogo consensuado -gracias a los hechos- para que dejemos de ser partidarios de bandos, y de una vez por todas, seamos país. incisos@hotmail.comEn twitter: @incisos
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