Libertad!

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domingo, 24 de abril de 2016

La señora Sofía Imber.Genio y figura

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El libro

Un fragmento de La señora Imber. Genio y figura, libro que muy pronto publicará la editorial Planeta. Está todo escrito en primera persona: Sofía habla sobre sí misma.
«Seamos sinceros. El Women’s Lib, es decir, el movimiento de liberación de la mujer, a quien liberó fue al hombre, que pasó de ser telúrico a ser lunático. Lo liberó de ser galante, de ser cortés, de ser protector, de hacer dentro de la división del trabajo conyugal ciertas tareas pesadas como clavar un clavo, cambiar un caucho, cargar una maleta. En lo económico, además, comenzó a asumir, sin vergüenza alguna, el papel del manganzón, o sea, del mantenido, el rol pasivo. De manera que podía quedarse en el hogar mientras la mujer estaba en el trabajo pero a la vuelta quien cocinaba, ponía la mesa, lavaba los platos y acostaba a los niños era ella. A mí nunca me gustaron esas “revoluciones”. En mi casa, hombre y mujer hacían cada uno lo suyo y ninguno de los dos jamás sintió la necesidad, la urgencia inaplazable de “liberarse”. Conmigo, ni feministas ni hippies. Me molestan los melenudos y esa pose de rechazar la sociedad de consumo para vivir de sus migajas y hacerse un vago.
Claro que decir todo esto ahora no tiene mucho sentido porque vivimos otros tiempos, pero no está de más, por si acaso. Antes era muy polémico porque había una cierta sensiblería romanticona en torno a los hippies y toda mujer disfrazada de varón era una “guerrera”. Está bien, pero yo no. Clásica y actual, andaba siempre en falda y con vestidos. Porque como me la pasaba con Carlos Rangel, mi marido, para arriba y para abajo, me lucía que dos pantalones era un exceso. ¡Tan guapa que se ve una pareja cuando los dos combinan! Carlos iba en general de flux, fino y sin colorines, con unos lentes negros de pasta, y yo cada día más me decantaba por los tailleurs de Chanel. No todos los que usaba eran originales, por cierto. Cada vez que viajaba a París pasaba a comprar telas y botones por la rue de Vigny y de regreso en Caracas se los llevaba a un sastre que tenía su taller muy cerca de la Iglesia San Pedro, en Los Chaguaramos. Además le dejaba revistas de moda de las cuales él podría copiar los diseños que más me gustaban. Eso sí, una mujer puede usar un vestido que no sea original, pero tanto la cartera como los zapatos tienen que ser de firma. Los míos eran un bolso de Gucci o una “Kelly” de Hermès y unos taconcitos bajos también de Chanel.
Porque yo no era rica, pero trabajaba tanto que podía darme mis gustos. Y como Carlos tenía un sentido muy claro del uso del dinero, aprendí a sacar provecho de los realitos que me ganaba e invertir en la fortuna de ser femenina. Y resultó. No en vano alguien que me contó que Carmen Helena de Las Casas, según las lenguas el animal más bello que tuvo Caracas en los años treinta y cuarenta, un día dijo de mí, en francés: “Elle a du chien”, una expresión que si se traduce al pelo significa “Ella tiene perro”, pero que es un alto elogio parisino, porque quiere decir que una mujer es algo más, o menos, que bella. Es también “coquin”, pícara, y que tiene un no-sé-qué. No creo que eso sea muy cierto en mi caso, pero algunas tardes lo recuerdo y me gusta.
¡Si el feminismo fuese darse su lugar en vez de ponerse en guerra contra el varón, otro gallo cantaría! ¿Una mujer respetuosa de la mujer? Yo, y por eso nunca he aspirado ni aspiraré a indulgencia alguna. Y por eso también, cuando a finales de 1969, el dueño del Bloque de Armas, el empresario Armando de Armas, me llamó para ofrecerme la dirección de Variedades, una revista de contenido “para el público femenino”, acepté con gusto. La primera edición salió en enero del 70 y allí estuve hasta diciembre de ese mismo año, publicando reportajes sobre temas de todo tipo, desde las últimas propuestas del modista y activista gay Rudi Gernreich, hasta los celos como patología y el uso de la píldora anticonceptiva. Yo feliz hubiera seguido al frente de Variedades, si el señor De Armas no me hubiese llamado un día para reclamarme que a lo largo de todo 1970 nunca había llevado a la portada una gran foto de Raúl Amundaray, “el actor por el que todas suspiran”. Le respondí que yo no conocía al susodicho y que, aunque lo conociera, no le daría jamás un titular porque mis intereses periodísticos eran otros. Me miró mal y renuncié. Allá él.
En ese entonces, además de ser presentadora, todas las mañanas, junto con Carlos y Reinaldito Herrera, de Buenos Días, hacía otro programa, que se transmitía los martes, a las once de la noche, por la Cadena Venezolana de Televisión, el canal 8. Se llamaba Sólo para adultos, y desde su estreno tuvo todo el éxito que uno desearía para una producción de su tipo. Estaba inspirado en un programa francés conducido por la animadora Annik Beauchamps, que no vacilaba en hablarles a las mujeres de los misterios de la bolsa de valores lo mismo que de la frigidez en la cama. Sólo para adultos seguía ese patrón, pero dejaba de lado el tratamiento de asuntos políticos, sobre los cuales discutíamos, en otro horario, “los tres del desayuno”. ¿Algunos temas? El matrimonio y el divorcio, las madres solteras, la vigencia de la religión en la sociedad actual, la inversión del presupuesto familiar en el uso del tiempo libre de la mujer, el concubinato, las relaciones sexuales prematrimoniales, la fidelidad, la delincuencia infantil, el costo de la atención médica, el piropo como fenómeno social, el machismo, la relación de los padres con la escuela de sus hijos, etcétera.
La receptividad de la audiencia fue descomunal. Con producción de Carlos y mía, dirección de Daniel Farías, escenografía diseñada por Mateo Manaure, música de Bach durante la introducción y mi aparición como anfitriona en compañía de varios invitados, así como de público asistente en el estudio, Sólo para adultos cosechó el mismo rating que las telenovelas y fue calificado por la prensa como uno de los programas más atractivos de la televisión. En 1971, me dieron el Premio Nacional de Periodismo. Recibí la noticia una mañana, a finales de junio, en la peluquería».

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