Lo que viene es candanga con burundanga y el Único pretende no darse por enterado
I'll be here as long as it takes" (permaneceré aquí por el tiempo que haga falta), dice con determinación una joven negra en una kilométrica cola, bajo un clima otoñal en una ciudad del norte de Estados Unidos. Nadie podría expresar mejor lo que haremos millones de venezolanos este crucial domingo de noviembre. Ni sol ni lluvia, ni el tiempo previsto por máquinas caprichosas logrará espantarnos de donde debemos estar y permanecer hasta el fin. Para asombro de quienes conocen de política -de la venezolana sobre todo- los millones que disienten del rumbo demencial que le han impuesto a la república, con sus voces y sus múltiples quejidos lograron que la oposición se presentara unida en la inmensa mayoría de los rincones de Venezuela, tanto que hasta ahora sólo destacan menos de media docena de manchones donde una terquedad ilusoria se impuso. En esos sitios toca a la compacta sensatez de los electores poner las cosas en su lugar. Y condenar, de paso, a un irremisible ostracismo a quienes no quisieron bajar la cerviz y aceptar el veredicto de la mayoría. No entendieron que, como dijo Tocqueville, "la democracia es el gobierno de la mayoría". A estos pocos les pasó lo que con inigualable claridad apunta Francisco Suniaga en su grandiosa novela El pasajerode Truman: "Esa idea nefasta que nos lleva a presumir que si el país está en crisis, hay que recurrir a un héroe, no a un hombre sensato, discreto y buen administrador, sino a un hombre a caballo, a un cid campeador." Y como si estuviera pintando a muchos de los que han aparecido en diversos lugares, continúa: "Lo más triste de eso es que tales héroes son mesías sin credo (negritas nuestras), que no se preocupan por construir algo que vaya más allá de su epopeya personal." (p. 149). A este asunto debemos volver nuestra atención. Una asombrosa mayoría de venezolanos, con clarividente olfato, entendieron que el país, no sólo atraviesa por una crisis de gran magnitud -crisis que tiene un padre que todos conocemos- sino que siente que se le avecina, rauda, la peor parte de ella, y que para conducir esta nave en medio de la tormenta al timón está el peor conductor. Y en tales circunstancias de pronto aparecen unos actores a quienes nadie invitó. Y menos que nadie, el electorado chavista. Tan inesperados actores comienzan a entonar un canto de sirenas para incautos, con su banderín de "independientes" y la contundente afirmación de que "no están ni con uno ni con otro" (¿sino "todo lo contrario"?). Son, según afirman, honestos, dispuestos a hacer maravillas, con los mejores. Y eso que predican desde vallas y pancartas a montón, nos obliga a hacer la primera pregunta: ¿de dónde sale la plata que financia tanto dispendio en publicidad? Quienes pagan, ¿gustarán de tan altisonante independencia? Los más viejos practicantes de la democracia, los norteamericanos, siempre hacen la pregunta: "¿En qué nómina apareces?". Pero en estos cantores de promesas hay algo turbador: la huella del cid campeador, la vanagloria de la epopeya personal que ven al alcance de la mano, su transformación en beneficiarios seguros -creen ellos- de la desesperación de un pueblo que cayó en manos de una pandilla sin escrúpulos. No aparecen propuestas, ni equipos para llevarlas a cabo si las hubiere. Una única propuesta nos hacen: ¡un salto al vacío! Y a eso el pueblo venezolano, que quiere salvar su democracia y sus libertades públicas, debe dar una sola y contundente respuesta: "Lo sentimos, pero ¡NO!".
Queremos gente que nos haga saber de dónde viene y qué trae en su cajita de Pandora; y lo más importante, ¿quiénes le acompañan, y con qué propósitos? Nuestra historia está ahíta de incómodas y costosas sorpresitas, de más de un lobo que se vistió con piel de oveja cuando vio a un pueblo desesperado, de más de uno que nos entonó el canto de sirenas del momento, para luego terminar en brazos del mejor postor.
Así que con su música a otra parte, que ya les conocemos papaíto. Porque sabemos que lo que viene es candanga con burundanga, y que el Único pretende no darse por enterado y meter la mano donde no debe, cada vez que se vea en aprietos, es que necesitamos a veteranos, no a novatos con tan buena voluntad como desconocimiento del terreno que pisan y de los lobos que nos acechan. Y tampoco precisamos héroes solitarios, sino gente dispuesta, apoyados en grupos organizados que les suministren voz, ayuda y la defensa que requieran. Nada más, pero nada menos, que el camino es duro y la hora es nona.
antave38@yahoo.com
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