Libertad!

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jueves, 6 de noviembre de 2008

Diego Bautista Urbaneja // La fábrica de satélites

Después de las elecciones regionales, habrá que prepararse para futuras contiendas
Así pues Chávez ha anunciado que va a poner en Venezuela una fábrica de satélites. Hizo recordar al Mocho Hernández, que en sus campañas electorales de finales del siglo XIX andaba prometiendo "construir ferrocarriles por doquier". Supongo que a la gran mayoría del pueblo venezolano, dueño cuando quiere de un sentido del humor tan ácido, no se le habrá escapado lo risible de lo dicho por nuestro caudillete.



Otras reflexiones

Pero el lanzamiento del satélite que el gobierno le encargó "fabricar" a los chinos puede conducir a otras reflexiones. Por ejemplo, al hecho de que ese satélite va a estar allí dando vueltas cuando se produzca el reemplazo de este gobierno por otro. Costando real y pudiendo servir para algo.

La verdad es que no sé cuáles van a ser las funciones que el satélite va a cumplir en estos años inmediatos. Pero el caso es que un eventual nuevo gobierno venezolano que se instale de aquí a unos años va a tener que tomar decisiones sobre el satélite que tendremos en el aire. Ello puede ser tomado cómo emblema de un asunto general: el país que va a recibir un nuevo gobierno venezolano, digamos en el 2012 -sí, ya sé las sonrisas de diverso tipo que una frase como esa suscita en unos y otros- va a ser muy distinto del que existía en 1998. De ahí la impaciencia que se oye por allí de que no existe una alternativa coherente a lo que representa Chávez. La verdad es que este reclamo puede sonar como una exigencia exquisita.

Lo que provoca decir es que ante un señor como este, que está acabando con el país, lo que hay es que derrotarlo y punto, y luego se verá lo de la alternativa. Pero la cosa no funciona así. Mucha gente no ve claro eso de que esté acabando con el país. Ya lo vemos : después de 10 años, y en pleno proceso de disminución del respaldo popular, todavía puede ganar un buen número de gobernaciones, con candidatos que son unos monigotes, por el mero hecho de que son sus candidatos.

Cierto que eso está cambiando, pero por ahora, el debilitamiento del apoyo popular al barinés se debe más a sus propios errores que al poder de convocatoria y de convencimiento de lo que se presenta como alternativa. Hoy por hoy es más poderoso, como fuerza motriz de la política venezolana, el desencanto respecto a Chávez que el encanto de una propuesta de relevo. Esto no es necesariamente malo.

Por una parte, obedece a una situación real. Las fuerzas democráticas del país están todavía en pleno proceso de ajustes mutuos, de aprendizajes, para convivir, coordinarse y llegar a puntos de acuerdo que sirvan de pilares de una futura gran propuesta nacional.

Por otra parte, la situación descrita permite que el proceso de desencanto popular transcurra de manera más gradual, más asimilable por quienes lo experimentan, más producto de su propia experiencia y reflexión. Dejemos entonces que ese proceso madure, sin dejar de recordar impacientemente su necesidad. Tenemos por delante la prueba del 23 de noviembre. Los candidatos regionales han hecho propuestas que, a juzgar por los sondeos de opinión, muchos electores consideran más que suficientes para los tiempos que corren.

Contiendas a futuro

Después de las elecciones regionales, ya con los resultados en la mano, habrá que sentarse de nuevo, para prepararse para futuras contiendas y para tomar nota de las nuevas situaciones que se hayan podido crear, como la emergencia de un polo de izquierda radical democrática no chavista. Todo, apuntando siempre a mayores niveles de coordinación, de integración en grupos ideológicos, de elaboración de una convincente propuesta común a la que se habrá de llegar. Esto, por lo que a fuerzas políticas se refiere, y con respecto a las cuales es posible hablar con un mayor grado de planificación.

Porque está el otro aspecto, que sólo mencionamos, cuya solución puede acelerar de modo imprevisto procesos que de otro modo serían más graduales. Me refiero a la aparición de una personalidad que sintetice y represente un buen número de cosas, una buena parte de esa propuesta alternativa. Lo ideal es que ambos procesos converjan, pero nada garantiza esas felices coincidencias. Lo que sí es seguro es que la propuesta alternativa habrá de poner mucha atención en cómo incorporar y sacar el mayor provecho positivo de muchas cosas que han ocurrido y que estarán allí: misiones en presumible estado de decadencia, consejos comunales quejosos y abandonados pero prevenidos al bate... y un satélite dando vueltas como un loco. dburbaneja@gmail.com

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