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viernes, 28 de noviembre de 2008

Argelia Ríos // Las trompetas del cambio: de vuelta a 1998


Como dice William Izarra, las trompetas del cambio están sonando
Lo del domingo pasado fue "un segundo clarín de alerta"... La expresión pertenece a William Izarra, quien, distanciado de las elaboraciones propagandísticas de su hijo, el ministro de comunicación, ha preferido mencionar las cosas por su nombre, aunque al hacerlo contribuya a demoler la muralla de mentiras que su propio retoño se esfuerza en levantar para enmascarar el revés oficialista. Observador meticuloso del "proceso", Izarra-papá no desestima que el 23N es la secuela inexorable del referendo constitucional del 2D y, probablemente, la antesala de una próxima derrota, a la que de antemano calificada de "fatal".

En opinión de este ideólogo de la "democracia directa", sólo un incremento de la ideologización popular podría revertir las trompetas del cambio que el país está haciendo sonar: un antídoto que, sin embargo, contiene el veneno de la inocuidad, al magnificar los orígenes etéreos de las pérdidas sufridas, desestimando la simpleza de las causas reales de la ruina del chavismo en algunas de las zonas más estratégicas del país.

Aunque Izarra acierta en definir lo que sucedió el domingo como una resonante campanada, sus interpretaciones exhiben el germen que mantiene inviabilizado al proyecto de Chávez. De hecho, no son distintas a otras tantas que ya se exteriorizan en los circuitos cerrados de la revolución, donde no hay mención alguna de los problemas de la gente, ni tampoco inquietudes "humanistas" sobre la ineptitud del Estado para darles respuesta. Es claro que si el oficialismo no entiende que la depreciación de su promesa obedece a las frustraciones generadas por la deficiencia de la gestión pública y al desencanto ocasionado por el "estilo" vulgar y picapleitos del presidente Chávez, con toda seguridad se materializará la tercera derrota, a la que Izarra teme con elocuente sinceridad.

El camino hacia esa catástrofe bolivariana lo están preparando quienes contribuyen a que el mandatario eluda las rectificaciones de rigor, morigerando la importancia de este segundo revés político... Así, del mismo modo como desconoció la clarinada del 2D, hoy el mandatario menosprecia -mediante cifras escogidas con pinzas- el mensaje del domingo. Pero, lo que por segunda vez acaba de presenciar el país no tiene discusión: el revolcón de la reforma constitucional, en diciembre del año pasado, fue alcanzado con el voto negativo de apenas ocho estados del territorio nacional. Entonces el "Sí" de Chávez logró alzarse en 16 regiones; sólo una menos que en esta ocasión.

Al igual que ahora, el mapa del 2D lució rojo-rojísimo: sin contar con que la distancia entre gobierno y oposición se redujo el domingo a la misma diferencia de 1998: apenas 700 mil votos... Desde donde se le vea, un desastre para quien llegó a ostentar hasta 3 millones de sufragios más que sus adversarios. Como dice Izarra, las trompetas del cambio están sonando.

Argelia.rios@gmail.com



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