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La no condena de los curas paidófilos contrasta con la atroz fulminada contra el preservativo
EL UNIVERSAL
jueves 2 de diciembre de 2010 12:00 AM
La Iglesia Católica ha hecho mucho bien; pero secularmente sus posiciones han sido retardatorias por oponerse al progreso al través de un paladino prurito anticientífico.
Oposición a la clonación terapéutica y a la fertilización in vitro por "antinaturales"; pero p.ej. tampoco es "natural" el amputar los senos (me refiero a lo quirúrgico-salutífero y no al tormento de santa Eulalia) o el extirpar estómago, bazo y próstata. Se podría apostrofar así no sólo a la cirugía sino a toda la terapéutica -sería el colmo de la chifladura- puesto que las enfermedades son procesos naturales.
A despecho del principio "sedare dolore divinum opus est" (aliviar el dolor es obra divina) rechaza la eutanasia porque la gente debe morir cuando y como dios quiera. Que nadie debe oponerse al dolor porque éste es un valle de lágrimas; pero si a uno le duele algo de forma inaguantable y quiere que le metan siete chutes de morfina, no tiene por qué salir nadie a obligarlo a sufrir. La vida es un derecho pero no un deber. Hasta en la clerical España se acepta la eutanasia. Los católicos rechazan el aborto, legal en todos los países civilizados, hasta cuando sea para salvar la vida de la mujer. El trasnochado delito de aborto únicamente lo es para el proletariado...
Se opone al divorcio, en holocausto de la libertad y felicidad del prójimo. Sataniza la sexualidad libre y amenaza con asar en el infierno a los (muchos) que se animen. La culpa, empero, sería de quien infundió la brama del sexo en la gente. Niega los trasplantes, el tan necesario control de la natalidad ("Creced y multiplicaos") y negó hasta la anestesia ("Parirás con dolor") y el pararrayos: "quién es el hombre para parar el rayo de Dios"...
La prostitución es la mercenaria entrega sexual. El substituir por lucro el normal o natural supuesto de la relación sexual -esto es el amor en cuanto vivificante atracción por otra persona o al menos la libido- es una desviación de quienes se prostituyen y de sus clientes, entre los cuales hay una evidente labilidad emocional y moral y menudean los débiles mentales. Aparte de taras esta milenaria "profesión" causa una grave sociopatología como la degradación, el tráfico de drogas y personas en su variante más común (trata de blancas) y más repulsiva como la explotación sexual de niños. También extorsiones y delitos de sangre. Esta envilecedora lacra social implica por lo menos una paracriminalidad.
Anatematizar el condón es absurdo por ser lo mejor contra el SIDA. Ahora el Papa rectifica y sale con que lo "permite" en la prostitución, lo cual privilégiala con inmoral utilitarismo y en discriminación de los dignos amantes, que son mayoría. Esa protección debe ser "Urbi et orbi" y no sólo para los prostituidos, que así terminan glorificados...
aaf.yorga@gmail.com
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