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lunes, 27 de diciembre de 2010

MIGUEL BAHACHILLE M. | Los hechos después de doce años


MIGUEL BAHACHILLE M. | EL UNIVERSAL
lunes 27 de diciembre de 2010 06:01 PM
Si algo intuye Chávez de la ontología cubana después de doce años de mal gobierno es que debe adjudicarse con urgencia la mayor cantidad de medios escritos y audiovisuales. El producto revolucionario se obliga a hacer alarde diario de sus bondades, sin trabas, para convencer sobre todo a los más jóvenes que ese sistema corporativo es el que más le conviene. En otras palabras, las instituciones básicas deben forjarse para que puedan actuar como un todo. Así el mensaje se convierte en factor dominante. La disidencia como foco de perturbación es lo de menos pues será inhabilitada mediante estatutos de imperiosa sujeción. De allí que el régimen haya promulgado con apremio una ley de vigilancia más restrictiva que la Ley Mordaza.

La repetición del mensaje a través de medios cruzados es vital para el avance del proyecto marxista. Cuando Chávez transmite en cadena nacional o por la casi-cadena a través de las múltiples frecuencias que controla, lo que hace, más que comunicar realizaciones y resultados, es medir el grado de influencia de sus mensajes. Está convencido de ser el gran pedagogo no obstante que sus locuciones carezcan de contenido cívico. En las autocracias es impensable que la educación se vincule a valor republicano alguno.

Así como en 1998 a Chávez le resultó fructuoso seducir a los pobres mercadeando una tendencia a través de dádivas, después de 12 años el tráfico de ideas le está resultando cuesta arriba. Los conflictos sociales que se han creado bajo su égida lo están acosando en mayor medida de lo que quiere reconocer. ¿Quién cree en su promesa de construir miles de viviendas de improviso y sin proyectos si en 12 años se ha edificado lo que en "la cuarta" se lograba en año y medio? Bien sabe, al igual que la mayoría, que con leyes, dictámenes del TSJ, ni con actos teatrales, se levantan las casas. Los damnificados de Vargas que quedaron sin morada pueden dar fe de ello. ¿Y el Plan Vargas?

Es perentorio para la revolución la toma de los pocos medios autónomos que aún subsisten a modo de impedir que adviertan y perturben el proceso educativo emprendido por el Caudillo. Como no hay obra que exhibir Chávez asume la confrontación prejuiciosa entre clases como política de Estado. La educación es ideología. De allí que eduque, como hacen los fanáticos, con intimidación y persistiendo con epítomes de cómo hay que vivir en pobreza para ser feliz.

Los privilegiados consejeros cubanos, en resguardo de sus inmensos ingresos derivados del erario venezolano, jamás le aclararán que los signos de adoctrinamiento marxistas no entrarán ahora si no lo hicieron hace once años cuando era multimillonario. El modelo fallido está acosando a los más pobres. En consecuencia, de nada servirá la colosal propaganda oficial plasmada en videos, libros, historietas, cuentos y discos al aire libre en escenarios suburbanos y urbanos como el escenificado por el Presidente en un refugio de damnificados. "Apóyenme para construir un mundo sin conflictos sociales. Los villanos de la oposición no los representan por lo tanto están exentos de cualquier privilegio estatal".

Cuando las relaciones gobernante-pueblo son forzadas, como sucede en los melodramas de largo metraje, en algún momento se descubre la trama engañosa del protagonista resentido. El ardid utilizado desde en 1998 para conquistar voluntades ya no tiene efecto. El cosmos fantástico de Chávez, deliberadamente aislado de la realidad, se está complicando con el mundo real de los hechos.

Es fehaciente que las prédicas exentas de juicio de valor que están circulando en algunos países de América Latina como Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, están impregnadas de racismo, imperialismo, codicia y arrogancia. Bajo esas circunstancias es imposible cimentar un desarrollo humano ajustado al estándar del siglo XXI. El comercio de ficciones politiqueras y sensibleras es cosa del pasado.


miguelbm@movistar.net.ve

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