Rafael Muci-Mendoza
Buscan minar la mística del médico venezolano de hospital
Se trata de esos pobres muchachos -algunos no tan muchachos- que en el espantoso número de 8.250 están siendo enviados a los hospitales públicos que el mismo Gobierno, por consejo de la mala influencia cubana que nos gobierna desde la sombra, desde el claroscuro o aun a plena luz, sugirió que así se hiciera. Si destruimos desde adentro la planta física de los hospitales con el argumento de una remodelación, los médicos venezolanos forzosamente tendrán que desertar. No será mediante ocupación militar, sino minando la mística, noble sentimiento arraigado en el médico venezolano de hospital. Pero es el caso de que no todos nos hemos ido. Un gran contingente ha resistido y esperaremos nuestro momento. Queremos, tal vez, presenciar la ignorancia de cerca... esa ignorancia que sentirán en sus propios cuerpos o en los de sus seres queridos, aquellos vende patria que en mala hora los trajeron. No hay nada peor que la ignorancia en acción, sermoneaba nada menos que el inolvidable Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), el último hombre universal que caminó sobre la tierra.
Debemos, sin embargo, recordar que toda adversidad lleva consigo inmanente la semilla de un inmenso beneficio. A pesar de la mentira reiterada, al final siempre prevalecerá la luz de la verdad. La maleficencia cubana cocinada a fuego lento por más de media centuria es una enfermedad contagiosa exportada desde esa isla, donde toda maldad toma su asiento, pero, es un accidente temporal en la idiosincrasia venezolana y finalizará como la fiebre, en crisis (cambio rápido que sobreviene en una enfermedad, en nuestro caso, en sentido favorable) o en lisis (defervescencia gradual). Cualquiera de ambas desde ya puede estar asegurada, pues el venezolano común percibe la engañifa.
rafael@muci.com, rafaelmuci@gmail.com
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