Libertad!

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viernes, 13 de junio de 2008

Argelia Ríos // Deslealtades clientelares

Después de noviembre, el país será otro. El mundo militar también cambiará...
El mundo se le viene encima: una derrota en noviembre agotará toda esperanza de reelegirse. Aunque le queden por delante algo más de tres años para intentarlo, ya no tendría cómo lograrlo. La victoria de sus oponentes -ya sea en cinco o más gobernaciones, y en más de un ciento de alcaldías- le significará una dramática reducción de su clientela política. En Venezuela, ese hecho reviste una gran importancia: la capacidad empleadora del Estado es inmensa y las elecciones le proporcionarán a la oposición la oportunidad de competirle a Chávez en ese terreno.
Con toda razón, Chávez teme que las lealtades se desplacen, como siempre, hacia los ganadores.
Una gobernación menos para el oficialismo supone un potente número de ciudadanos liberados de sus "obligaciones revolucionarias" y, en consecuencia, una masa de votos que se acercan al nuevo poder en ascenso. Nada volverá a ser como antes del 2D.
Lo más curioso es que, tratando de recuperar el terreno perdido, Chávez sólo logra exhibir sus vulnerabilidades. Después de diez años, sus disfraces no le dan la talla. El electorado lo conoce muy bien: y lo conoció mejor aún, después de presentar aquella reforma constitucional con la cual el rey quedó desnudo.
La Ley de Inteligencia y Contrainteligencia se le convirtió en una amenaza similar: lo que ella planteaba era demasiado parecido al contenido general de la Constitución rechazada. Quisieron meter gato por liebre y el país les reaccionó de nuevo. Hasta la FAN le agarró la caída. La oficialidad ha sufrido en carne propia el sapeo de los cubanos y de sus asociados nacionales... Desde el interior de la Fuerza Armada observan a un Chávez debilitado: justo como querían verlo. Después de noviembre, el país será otro. El mundo militar también cambiará: mientras menos poder ostente el Presidente, más presión recibirá de los cuarteles. Hasta el PSUV y los demás partidos de la alianza verán al presidente con otros lentes. Los fracasos estimulan giros insospechados: la primera baja es la autoridad de la jefatura.
Eso es lo que el comandante trata de impedir. Las idas y venidas del Gobierno revelan cuánto nerviosismo existe y qué están dispuestos a hacer para subir la cuesta. Si las sucesivas "rectificaciones" fueron actos deliberados para mostrar a un Chávez sereno y de rostro democrático, es porque las encuestas están registrando una ausencia de ése y otros atributos. Si, al contrario, no es un juego de apariencias, la cosa es igualmente grave para el oficialismo. En este caso estaríamos ante un Gobierno hundido en el desorden y la improvisación, que ha perdido incluso toda capacidad de ayudarse a sí mismo. Las dos hipótesis que explican el asunto son negativas. Sin embargo, el país democrático no debe confiarse. Chávez siempre ha encontrado en sus adversarios políticos la mejor tabla de salvación. En esta oportunidad un desliz resultaría una inmoralidad imperdonable.
Argelia.rios@gmail.com

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