Libertad!

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lunes, 16 de junio de 2008

Epidemia: ¿comunicarla o no?

José Félix Oletta L

En los últimos meses, junto con muy respetables profesionales de la salud me he dirigido públicamente a las autoridades del Ministerio del Poder Popular para la Salud, exigiéndoles reiteradamente, cumplir con su obligación de informar oportunamente acerca de la existencia de diversas enfermedades que afectan a la población. Los reclamos se hicieron mas frecuentes en los últimos seis meses, por cuanto el Sr. Ministro de Salud ordenó no divulgar públicamente la información sobre estos datos, a partir de la segunda semana de julio de 2007.
Esta desacertada decisión no permitió conocer en detalle la magnitud de la epidemia de dengue que cabalgó entre 2007 y 2008, con cifras de casos que superaron los máximos históricos de los últimos 20 años y que impactaron nuevamente a nuestro país, por el número de casos complicados con shock y hemorragia y por el número de fallecidos, que extraoficialmente superó la cifra estimada de 80 casos en todo el territorio nacional.

Como si fuera poco, una nueva preocupación se nos agregó cuando identificamos a finales de diciembre de 2007, la aparición coincidente de otra epidemia, esta vez de parotiditis viral. El número de casos estimados desde el comienzo del brote hasta el momento actual supera los 100.000. Una cifra 50 veces superior a la del número de casos ocurridos en Venezuela en cualquiera de los 5 años precedentes y tres veces mayor que la suma de todos los casos de los países de las Américas en el año 2006. OPS. Boletín de Inmunización. Vol. XXIX Número 6, Diciembre de 2007.
Alertados por el aumento acelerado de los casos, nuevamente reclamamos al Sr. Ministro que orientara a la población sobre las medidas que deben adoptarse para proteger a los susceptibles y en que forma todos podemos contribuir en la búsqueda de soluciones. Han pasado seis meses desde el comienzo del problema y no tenemos una respuesta oficial ni un conjunto de directrices oficiales como parte de un plan de salud pública.Con similar énfasis, hemos recomendado a las actuales autoridades de salud, algunas estrategias que han sido aprendidas en la conducción de problemas de salud similares o de mayor gravedad, con la seguridad de que la peor conducta es negar o no comunicar clara, oportuna y continuamente la magnitud de la epidemia.
Los expertos de la Organización Mundial de la Salud, atentos al incremento de epidemias y brotes epidémicos a nivel mundial y preocupados por estudiar y recomendar la mejor forma de comunicar el mensaje a la población, se reunieron en Singapur, Malasia, en septiembre de 2004. Los expertos produjeron un conjunto de recomendaciones en el Documento: Las mejores prácticas para comunicarse con el público durante una epidemia. Disponible en : Communicable Disease Surveillance and Response. http//:www.who.int/csr

Resumo las principales recomendaciones del documento, dirigidas a las autoridades de salud con las mejores prácticas basadas en la experiencia:

1. La confianza es la base de una efectiva comunicación. Construya confianza, manténgala o recupérela ante el público que lo identifica como el máximo responsable para conducir el problema e informar sobre el mismo

2. Anuncie el problema lo mas pronto posible. Será la decisión con mayor consecuencia.

3. Sea transparente en su mensaje. Es una conducta inherente a todo asunto público.

4. Comprenda y tolere las opiniones de la gente. Estas son diversas y legítimas. No las descalifique

5. Presente un plan a la opinión pública para enfrentar los retos y las amenazas de la epidemia. No dilate mas en hacerlo

6. Gane experiencia en comunicar el problema. Una buena comunicación con el público es parte del plan de control de la epidemia.

Señor Ministro, cuando estos principios modernos de comunicación de los riesgos para la salud son respetados y aplicados, usted contribuye a alcanzar el objetivo de controlar rápidamente la amenaza colectiva de salud, con el menor impacto social y económico para la población.Esta usted aún a tiempo de rectificar y de ganarse la confianza de la gente, sentimiento que nace de la percepción de sus motivos, honestidad y competencia. El delicado ejercicio de sus funciones lo compromete principalmente y por encima de todo con la salvaguarda de la salud de las personas.

Atentamente.
José Félix Oletta L

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