Libertad!

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miércoles, 4 de junio de 2008

Unidad para ganar y gobernar

José Ignacio Acevedo
La difícil situación que atraviesa Venezuela en estos momentos es producto de la acumulación de viejos y nuevos problemas que lejos de resolverse más bien se han agravado con la actitud de un gobierno torpe e incapaz que busca afanosamente la confrontación en casi todos los escenarios y estratos de la sociedad. El régimen deliberadamente mantiene un caos bien organizado a la medida de sus intereses para poder subsistir en medio del desorden a modo de bacterias políticas que sobreviven en un campo dominado por la podredumbre y la corrupción.

Esta crisis, por ahora coyuntural, podría derivar en estructural si no actuamos a tiempo y con determinación, lo cual significa dejar de lado la retórica estridente para concretar un proyecto de país realmente democrático.

Significa también, dar un paso al frente en el establecimiento del respeto a la ley y al ciudadano como un hábito colectivo que no dependa ni obedezca a la pasión del momento, sino por el contrario que sea producto de la razón para abordar al futuro. Mucho se habla o se critica en el caso de la oposición democrática el exagerado número de candidatas o candidatos a los cargos de elección el próximo 23 de noviembre.

Es sin duda, una verdadera complicación en un sistema donde todos tenemos el legítimo derecho a elegir o ser elegidos sin menoscabo de ninguna naturaleza; pues esa dificultad es precisamente su gran fortaleza si se canaliza correctamente, ya que supone el acuerdo, la conciliación, el reconocimiento a las virtudes ajenas y la aceptación a las limitaciones propias. Esto definitivamente no es fácil de manejar y requiere de una buena dosis de cordura y sensatez, que por cierto poco abunda en estos casos.

La otra vía de selección, es decir, la escogencia a dedo o la imposición del compadre, amigo o partidario adulador es muy fácil, porque de un plumazo se conculca o cercena ese sagrado derecho que por contraste lo asume el déspota, elector único e indispensable para gozo de sus parciales favorecidos y desgracia de los aspirantes que cuentan con el favor popular.

No creo equivocarme al repetir nuevamente que estamos ante una magnífica posibilidad de cambio sin violencia, porque este cambio no debe sustentarse en la provisionalidad o el oportunismo de frágiles acuerdos electoralistas de grupos que luego fracasan estruendosamente al calor de un mal gobierno para dar, como es el caso actual, rienda suelta a la frustración y decepción colectivas.

El cambio que la gente quiere ver es precisamente el cese de la pugnaz y estéril confrontación que nos consume y nos divide. Esta es la hora en que el liderazgo del país, conciente de su papel debe sentarse en una sola mesa sin condiciones para actuar con firmeza en función del pueblo y no para sustituirlo.

Es también la hora de materializar la unidad en la diversidad, no solamente para ganar sino para algo mucho más difícil y exigente como lo será la unidad para gobernar, como lo ha venido planteando un perseverante luchador social de alto vuelo y reconocidas virtudes como Andrés Velásquez, hoy aspirante a la gobernación del estado Bolívar.

Esta argumentación que considero fundamentalmente importante es muy pertinente y aplicable a todo el país, pues vamos a necesitar como nunca antes probados gestores democráticos con arrojo y valentía, audaces como ningunos para promocionar y defender sus regiones. Que hagan de la amplitud y el trabajo creador sus virtudes más notorias.

Que luchen sin descanso en la tenaz búsqueda del indispensable entendimiento para que el estado y sus instituciones funcionen efectivamente tanto en lo nacional como en lo regional y local, permitiendo de esta manera abrir la posibilidad cierta de que Venezuela de una vez por todas sea un país en donde valga la pena vivir.
mailto:joseignacioacevedo@yahoo.com
7143933

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