Libertad!

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miércoles, 11 de junio de 2008

Roberto Giusti // El Presidente, un gobernante democrático

Los dictadores, o quienes pretenden serlo, terminan perdiendo las elecciones
Los últimos y ya acostumbrados reculones de Chávez en toda suerte de materias obedecen a una sola razón: en el país existe una nueva correlación de fuerzas desfavorable a él y a su proyecto. En otras palabras Chávez perdió la mayoría, con ella la hegemonía y consciente de esa nueva realidad política adversa no tiene otro camino sino el de apechugar y sacarle el mejor provecho a este mal momento que ya le está durando más de la cuenta.
Si hasta mayo del 2006 (cierre de RCTV) estaba acostumbrado a aplastar las opiniones críticas que se le oponían porque gozaba de un apoyo popular apabullante y al final terminaba ganando las elecciones del momento, ahora las cosas han cambiado y los resultados del 2D, como lo demuestra el proceso político de los últimos cinco meses, no parecen un hecho aislado o una derrota fortuita, sino la expresión de una tendencia que se ha venido consolidando en todo este tiempo.
Debe resultar dramático para una personalidad como la suya sentir que está perdiendo el control de su partido, de sus eventuales gobernadores, de la masa chavista, de la oposición, de los medios, de los gobiernos extranjeros aliados. Pérdida, además, que debe incidir sobre controles claves: Asamblea Nacional, Poder Judicial, Fuerzas Armadas. En otras palabras, Chávez pierde el control del poder y porque ahora son las circunstancias las que lo mueven a él y no él a las circunstancias, se está convirtiendo en un gobernante democrático.
Es decir, no reniega de las FARC (hace cinco meses exigía que se les concediera beligerancia porque, a su juicio, son un movimiento con un proyecto político respetable) o encuentra elementos "indefendibles" en la ley de inteligencia y contrainteligencia porque se haya hecho un examen de conciencia del cual brotó, por obra de la meditación trascendental, un real propósito de enmienda. En absoluto, él sigue creyendo en la guerra de guerrillas, a menos que reniegue ahora de la guerras asimétrica y esté dispuesto a combatir, de verdad verdad, el accionar de las FARC, que secuestra, mata y extorsiona en la frontera ante (por decir lo menos) la indiferencia y complicidad de su Gobierno. Igualmente sigue creyendo en las bondades de la ley de inteligencia y contrainteligencia porque ésta, tal y como la concibió, echaba por tierra el debido proceso y le aseguraba el control social y político de la población.
Ahora echa para atrás consciente de tres cosas: como ya no es todopoderoso debe condescender con la nueva realidad política (ejercicio democrático), no puede seguir enterrándose con medidas impopulares y pretender la liquidación de la democracia por métodos democráticos es imposible. Los dictadores, o quienes pretenden serlo, terminan perdiendo las elecciones.
rgiusti@eluniversal.com

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