Libertad!

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sábado, 7 de junio de 2008

Argelia Ríos // Ni mejor, ni más democrático

Las primarias jamás han servido sino para acentuar las discrepancias de su origen
No todo lo que brilla es oro. Las peculiares primarias del PSUV han comprobado, nuevamente, cuán defectuoso suele ser este mecanismo de elección. En Venezuela, la experiencia de las agrupaciones políticas es un relato completo sobre los efectos perversos que estos procesos suelen desencadenar.
El partido de Chávez obtendrá su propio aprendizaje a partir del 1º de junio: de hecho, ya ha comenzado a hacerlo... Es cierto que el presidente no tuvo otra alternativa: fue el malestar de las bases y la alta intensidad de la confrontación lo que negó el acuerdo con sus aliados y le aconsejó exponerse al riesgo que ahora está enfrentando.
Cuando se anula toda posibilidad para un acuerdo político -que es inherente a la democracia-, la opción que resta es ésta a la que Chávez llegó, a sabiendas de que el remedio podía resultar peor que la enfermedad.
Las protestas y cuestionamientos derivados de la jornada prueban que, en la práctica, no hay fórmula superior, tal cual como la vocería revolucionaria ha querido hacer ver por estos días. La calidad de un método lo dictamina el cumplimiento del objetivo que se buscaba... En realidad el mejor procedimiento de selección es simplemente aquél que contribuye a reducir los conflictos.
Hoy el oficialismo debe estar midiendo el alcance del impacto que tendrán sus consecuencias. Lo que fue proclamado como un gran éxito ya merecería una revaluación: no tanto por el quórum de asistencia -que fue razonable si se le juzga de acuerdo a un criterio histórico-, sino por la utilidad de las primarias como factor unificador.
Contrario a las opiniones románticas que se tienen sobre ellas, la verdad es que las primarias jamás han servido sino para acentuar las discrepancias que dieron origen a su convocatoria. Y no es que la primaria sea una mala palabra: el punto es que, como método, no es, ni más democrático (como lo advierten las denuncias), ni mejor que otros de la misma condición.
La oposición está a tiempo de reivindicar la legitimidad del acuerdo como fórmula eleccionaria. Si retrasa más su escogencia -y si ocurre con exceso de ruido- será cuesta arriba pregonar la transparencia de su método y de su elección. El acuerdo político -al que el Presidente no pudo acceder por la grave situación del chavismo- será una gran demostración de seriedad, desprendimiento y compromiso con su electorado.
Las denuncias que hoy hace el chavismo, acerca de los vicios que se presentaron en la escogencia de sus abanderados, limita la captación de los decisivos votos neutrales, para los cuales debería ser aleccionador ver en boca del chavismo las denuncias, tantas veces formuladas por la oposición, sobre ventajismo, coacción, chantaje y demás abusos aplicados el domingo contra el propio pueblo chavista. Los adversarios de la revolución tienen una estupenda oportunidad para exhibir un rostro mejorado de la política.
Argelia.rios@gmail.com

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