Rafael Marrón González
Y el indio Juan subió al podium presidencial sin que nadie lo invitara, interrumpió irreverente el fastidioso soliloquio presidencial, que regañaba a unos infelices porque no habían cumplido su orden, de un año de antigüedad, de instalar un aire acondicionado en el salón que ocupaba su augusta prosopopeya que sufría un ataque de calor, y con la característica parsimonia de su raza -rojienfranelado sobre la camisa- pidió permiso para hablar y tomó el micrófono ante el disgusto evidente de Chávez que le dijo -'Claro que tienes que pedir permiso, porque yo tengo que continuar. Claro Juan, tú habla con la ministra. Por favor. Te lo ruego, que tú hables con la ministra todos esos problemas, Juan'. Y el indio Juan le respondió: -'Yo quiero hablar con usted, Presidente. No es con ella. Mira presidente. Hay mucho dirigente indígena que sigue tu gobierno. Si usted habla de revolución, yo creo que un revolucionario no tiene que estar solamente en la oficina, sino que tiene que visitar las comunidades indígenas, los barrios que tienen tal problema'. Y, dirigiéndose a la ministra: -'Mira, como te llamas tú, me disculpas, pero yo no te he visto nunca en las comunidades indígenas'. Y Chávez, retomando el equilibrio, le dijo que no fuera injusto. ¡¡Injusto un ciudadano que tuvo el coraje de parársele enfrente a tamaño poderoso a reclamarle sus derechos y a enrostrarle sus dudas sobre su condición de revolucionario por pasarse la vida apoltronado sin tener la menor consideración con los sufrimientos del pueblo!! Salvo los gritos de júbilo de los compañeros de comunidad del indio Juan, el resto de la concurrencia se mantuvo en posición de cobardía expectante: ¡¿Cómo se atreve ese indio?! Sólo cuando se percataron que el indio Juan no había caído muerto, fulminado por la maldición del Babalao, se atrevieron a respirar con cierto alivio. Pero no por el indio Juan, no vaya usted a creer. Sino porque Chávez se mantuvo ecuánime -estaba en televisión- y como estila cuando pierde un referendo no la emprendió a patadas contra los circundantes.
Un día para las efemérides patrias Ese día, 15 de abril de 2008, quedará registrado en la historia de la dignidad socio política de este país. Por fin un hombre con acceso al presidente más poderoso y omnímodo que ha tenido la nación, se le paró enfrente y le dijo cuatro verdades públicamente sin que le temblara la voz. La jauría de adulantes miserables que aplauden todo desacierto, vulgaridad y torpeza al jefe del Estado, debió quedar patidifusa. ¿Cómo le quedaría el ojo a la jefa de Conatel, que mientras no le pela una a los medios independientes, se hace la retrasada mental con las groserías que Chávez emite en horario todo usuario y con su incitación al odio, a la violencia y hasta al crimen contra quienes lo adversamos, sin importarle para nada la salud mental de niños, niñas y 'adolescentes' de las que salen preñadas por guacales en los barrios? ¿Cuál sería el gesto del imposible canciller que sin el menor sonrojo aplaude los insultos que Chávez les endilga a jefes de Estado de naciones amigas? ¿Dónde metería las vergüenzas ese estado mayor que no fue capaz de detener una amenaza de guerra contra un país vecino que en nada nos ha ofendido? ¿De qué tono sería el sonrojo del Ministerio Público que por cobardía no ha sido capaz de impedir tanta injusticia contra los comisarios y otros presos políticos y perseguidos sobre quienes no ha podido encontrar la menor evidencia de culpabilidad? ¿No se les pondría la piel de gallina a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia? ¿Cuál sería la reacción de los honorables diputados de la Asamblea Nacional que opinan que 'la voz de Chávez es la voz del pueblo', es decir la voz de Dios, y cuando habla Chávez es como si Dios en sus tres divinas personas los pusiera a hacer mandados? ¿Y a los inimitables rectores del CNE no les daría un soponcio por no haber tenido el coraje de rechazar la inhabilitación política de candidatos de la oposición, violando la Constitución, y decirle a Chávez lo que le dijo el indio Juan, que si en verdad fuera revolucionario respetaría el estado de derecho? ¿Será posible que de ahora en adelante, siguiendo el ejemplo que el indio Juan dio, el pueblo en su choza pida libertad para usar la franela del color que le dé la gana para exigir su derecho a vivir en libertad, bien comido con el producto de un trabajo digno, con salario ético, disfrutando de seguridad personal y familiar y de los beneficios de servicios públicos eficientes, de calidad y oportunos?
Hay que designar al indio Juan como jefe de jefes Si el indio Juan fuera presidente de la Asamblea Nacional, seguro estoy de que ni un solo dólar del pueblo venezolano hubiera salido como regalo para el exterior, ni hubiera permitido tanto despilfarro en viajes y proyectos faraónicos que han dilapidado la más grande oportunidad de desarrollo que ha tenido la nación venezolana en toda su historia, porque el indio Juan le hubiera parado el trote a Chávez con la Constitución en la mano: -'Tú te llamas Chávez, tú no te llamas Constitución, ¿verdad? Así que a cumplir con la ley y punto'. Pero que lástima que el indio Juan no esté sentado en el sitial que usurpan tantos paniaguados complacientes que se pasan las sesiones sacándose y metiéndose la plancha de los dientes en la boca. Y díganme si el indio Juan fuera el contralor. Mayor cagazón entre ese bojote de corruptos. O mejor, el indio Juan fiscal general de la nación. Ya los verdaderos asesinos de Danilo estarían en chirona en medio de un escándalo político de salve sea la parte. Porque con el indio Juan como fiscal, Chávez y su corte de desquiciados morales, andarían derechitos.
Un rey lo mandó a callar y un indio a trabajar Con esta mandada a trabajar que le echó el indio Juan, se le cerró el círculo que le abrió a Chávez el borbón de España con aquel ¿por qué no te callas', que hasta en sonido celular se convirtió y a ritmo de flamenco lo zapatea la muchachada: 'Por quéééé / noo/ tee/ callaas...'. El indio Juan le dijo a Chávez en su cara lo que la prensa independiente le dice todos los días y que los adulantes se empeñan en desvirtuar con el cuento de que toda verdad periodística es 'terrorismo mediático'. A lo mejor sacan ahora que el indio Juan practica 'terrorismo aborigen' financiado por la CIA, o por mister Bush o por el imperio 'mesmo'. Porque lo que le dijo el indio Juan a Chávez fue que en Venezuela bajo el imperio de su revolución, que obviamente no es gobierno, cuando hay real no hay comida y si se logran las dos cosas viene un hampón y se las lleva. Que no hay justicia para los más humildes, porque la riqueza petrolera no les llega. Que se mueren de mengua en hospitales ruinosos los enfermos del pueblo soberano que lo llevó al poder. Que después de nueve años mandando y 700 mil millones de dólares en ingresos las comunidades indígenas y los barrios populares siguen sumidos en las mismas carencias y desperfectos entre malandros y sobresaltos. Que es mentira su revolución y que en ella se han enriquecido los vivos de siempre mientras el pueblo tiene salarios miserables cuando los recibe y el desempleo empuja hacia el delito a sus hijos. Que si en verdad él fuera revolucionario no andaría en avión surcando cielos paralelos al de Venezuela visitando choriceras de países, con séquitos multitudinarios y gastos suntuarios, sino pateando barro en las pobrezas seculares de este pueblo en el cual el sufrimiento marca de profundas horruras prematuras el sueño de los niños condenados a ser carne de prostíbulo y de cárcel. Eso le quiso decir el indio Juan a Chávez. Y Chávez le dijo injusto, porque se atrevió a decir en su cara lo que millones de venezolanos tienen ganas de decirle si el aparato de seguridad de los cubanos se lo permitieran.
Solamente el indio Juan y el Tirano Aguirre se han atrevido Este acto del indio Juan solamente puede compararse con el atrevimiento del Tirano Aguirre que le mandó una carta al rey de España restregándole el abandono a que tenía sometidas sus colonias americanas. Y así como el indio Juan le dijo a Chávez: 'si fueras revolucionario conocieras de primera mano el dolor de tu pueblo y no te dejaras engañar con ministros, gobernadores y alcaldes corruptos y embusteros', el Tirano le escribió a rey: 'Creo bien excelentísimo Rey y señor que para mí y mis compañeros has sido cruel e ingrato, y también creo que te deben engañar los que te escriben de esta tierra, como están lejos. (...) Mira, mira rey español, que no seas cruel a tus vasallos ni ingrato, pues estando tu padre y tú en los reinos de España sin ninguna zozobra, te han dado tus vasallos a costa de su sangre y hacienda, tantos reinos y señoríos como en estas partes tienes, y mira rey y señor que no puedes llevar con título de rey justo ningún interés de estas partes donde no aventuraste nada, sin que primero los que en ello han trabajado y sudado sean gratificados'. Es decir, que el indio Juan le dijo a Chávez que todos los bienes y riquezas que disfruta su adiposa gordura han salido de la sangre y el sudor del pueblo y que en justicia debe ser recompensado.
Un monumento al indio Juan Por haberle devuelto por unos instantes la dignidad al gentilicio venezolano secuestrado por la ignominia rastrera del universo jalabolas del gobierno, el indio Juan se merece un monumento de mármol de Carrara en lo más elevado del pico El Águila, figurar como la novena estrella de nuestra bandera y que Chelique Sarabia le escriba una canción que diga así: 'Yo quiero ser/ como el indio Juan,/ compai'. Este gesto del indio Juan debe ser recogido por la Academia y convertido en materia de estudio obligatorio en todas las instancias educativas de todos los niveles de la nación. Bustos del altivo indio Juan deben presidir los despachos ejecutivos, legislativos y judiciales de toda la República. En los frontispicios de las universidades del país, tienen que estar en alto relieve las palabras corajudas del indio Juan: '¡¡¡Yo quiero hablar con usted, presidente, no con ella!!!', como un mensaje imperecedero que sirva de estímulo a la autoestima que no debe dejarse avasallar ni impresionar por el poder, por muy vergatario y papaupa que éste sea. Porque cuando el hombre es capaz de empeñar su hombría por un privilegio, deja de ser hombre. Y el indio Juan le ha demostrado al mundo que los venezolanos de verdad no nos arrastramos ante ningún poderoso y que estos lo son hasta que el venezolano como el indio Juan lo quiera. ¡¡Cuánto orgullo sentí de esa sangre aborigen que galopa altiva por mis arterias y tiñe del color del Orinoco mi epidermis!! ¡¡Qué viva el indio Juan, carajo!!
Y el indio Juan subió al podium presidencial sin que nadie lo invitara, interrumpió irreverente el fastidioso soliloquio presidencial, que regañaba a unos infelices porque no habían cumplido su orden, de un año de antigüedad, de instalar un aire acondicionado en el salón que ocupaba su augusta prosopopeya que sufría un ataque de calor, y con la característica parsimonia de su raza -rojienfranelado sobre la camisa- pidió permiso para hablar y tomó el micrófono ante el disgusto evidente de Chávez que le dijo -'Claro que tienes que pedir permiso, porque yo tengo que continuar. Claro Juan, tú habla con la ministra. Por favor. Te lo ruego, que tú hables con la ministra todos esos problemas, Juan'. Y el indio Juan le respondió: -'Yo quiero hablar con usted, Presidente. No es con ella. Mira presidente. Hay mucho dirigente indígena que sigue tu gobierno. Si usted habla de revolución, yo creo que un revolucionario no tiene que estar solamente en la oficina, sino que tiene que visitar las comunidades indígenas, los barrios que tienen tal problema'. Y, dirigiéndose a la ministra: -'Mira, como te llamas tú, me disculpas, pero yo no te he visto nunca en las comunidades indígenas'. Y Chávez, retomando el equilibrio, le dijo que no fuera injusto. ¡¡Injusto un ciudadano que tuvo el coraje de parársele enfrente a tamaño poderoso a reclamarle sus derechos y a enrostrarle sus dudas sobre su condición de revolucionario por pasarse la vida apoltronado sin tener la menor consideración con los sufrimientos del pueblo!! Salvo los gritos de júbilo de los compañeros de comunidad del indio Juan, el resto de la concurrencia se mantuvo en posición de cobardía expectante: ¡¿Cómo se atreve ese indio?! Sólo cuando se percataron que el indio Juan no había caído muerto, fulminado por la maldición del Babalao, se atrevieron a respirar con cierto alivio. Pero no por el indio Juan, no vaya usted a creer. Sino porque Chávez se mantuvo ecuánime -estaba en televisión- y como estila cuando pierde un referendo no la emprendió a patadas contra los circundantes.
Un día para las efemérides patrias Ese día, 15 de abril de 2008, quedará registrado en la historia de la dignidad socio política de este país. Por fin un hombre con acceso al presidente más poderoso y omnímodo que ha tenido la nación, se le paró enfrente y le dijo cuatro verdades públicamente sin que le temblara la voz. La jauría de adulantes miserables que aplauden todo desacierto, vulgaridad y torpeza al jefe del Estado, debió quedar patidifusa. ¿Cómo le quedaría el ojo a la jefa de Conatel, que mientras no le pela una a los medios independientes, se hace la retrasada mental con las groserías que Chávez emite en horario todo usuario y con su incitación al odio, a la violencia y hasta al crimen contra quienes lo adversamos, sin importarle para nada la salud mental de niños, niñas y 'adolescentes' de las que salen preñadas por guacales en los barrios? ¿Cuál sería el gesto del imposible canciller que sin el menor sonrojo aplaude los insultos que Chávez les endilga a jefes de Estado de naciones amigas? ¿Dónde metería las vergüenzas ese estado mayor que no fue capaz de detener una amenaza de guerra contra un país vecino que en nada nos ha ofendido? ¿De qué tono sería el sonrojo del Ministerio Público que por cobardía no ha sido capaz de impedir tanta injusticia contra los comisarios y otros presos políticos y perseguidos sobre quienes no ha podido encontrar la menor evidencia de culpabilidad? ¿No se les pondría la piel de gallina a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia? ¿Cuál sería la reacción de los honorables diputados de la Asamblea Nacional que opinan que 'la voz de Chávez es la voz del pueblo', es decir la voz de Dios, y cuando habla Chávez es como si Dios en sus tres divinas personas los pusiera a hacer mandados? ¿Y a los inimitables rectores del CNE no les daría un soponcio por no haber tenido el coraje de rechazar la inhabilitación política de candidatos de la oposición, violando la Constitución, y decirle a Chávez lo que le dijo el indio Juan, que si en verdad fuera revolucionario respetaría el estado de derecho? ¿Será posible que de ahora en adelante, siguiendo el ejemplo que el indio Juan dio, el pueblo en su choza pida libertad para usar la franela del color que le dé la gana para exigir su derecho a vivir en libertad, bien comido con el producto de un trabajo digno, con salario ético, disfrutando de seguridad personal y familiar y de los beneficios de servicios públicos eficientes, de calidad y oportunos?
Hay que designar al indio Juan como jefe de jefes Si el indio Juan fuera presidente de la Asamblea Nacional, seguro estoy de que ni un solo dólar del pueblo venezolano hubiera salido como regalo para el exterior, ni hubiera permitido tanto despilfarro en viajes y proyectos faraónicos que han dilapidado la más grande oportunidad de desarrollo que ha tenido la nación venezolana en toda su historia, porque el indio Juan le hubiera parado el trote a Chávez con la Constitución en la mano: -'Tú te llamas Chávez, tú no te llamas Constitución, ¿verdad? Así que a cumplir con la ley y punto'. Pero que lástima que el indio Juan no esté sentado en el sitial que usurpan tantos paniaguados complacientes que se pasan las sesiones sacándose y metiéndose la plancha de los dientes en la boca. Y díganme si el indio Juan fuera el contralor. Mayor cagazón entre ese bojote de corruptos. O mejor, el indio Juan fiscal general de la nación. Ya los verdaderos asesinos de Danilo estarían en chirona en medio de un escándalo político de salve sea la parte. Porque con el indio Juan como fiscal, Chávez y su corte de desquiciados morales, andarían derechitos.
Un rey lo mandó a callar y un indio a trabajar Con esta mandada a trabajar que le echó el indio Juan, se le cerró el círculo que le abrió a Chávez el borbón de España con aquel ¿por qué no te callas', que hasta en sonido celular se convirtió y a ritmo de flamenco lo zapatea la muchachada: 'Por quéééé / noo/ tee/ callaas...'. El indio Juan le dijo a Chávez en su cara lo que la prensa independiente le dice todos los días y que los adulantes se empeñan en desvirtuar con el cuento de que toda verdad periodística es 'terrorismo mediático'. A lo mejor sacan ahora que el indio Juan practica 'terrorismo aborigen' financiado por la CIA, o por mister Bush o por el imperio 'mesmo'. Porque lo que le dijo el indio Juan a Chávez fue que en Venezuela bajo el imperio de su revolución, que obviamente no es gobierno, cuando hay real no hay comida y si se logran las dos cosas viene un hampón y se las lleva. Que no hay justicia para los más humildes, porque la riqueza petrolera no les llega. Que se mueren de mengua en hospitales ruinosos los enfermos del pueblo soberano que lo llevó al poder. Que después de nueve años mandando y 700 mil millones de dólares en ingresos las comunidades indígenas y los barrios populares siguen sumidos en las mismas carencias y desperfectos entre malandros y sobresaltos. Que es mentira su revolución y que en ella se han enriquecido los vivos de siempre mientras el pueblo tiene salarios miserables cuando los recibe y el desempleo empuja hacia el delito a sus hijos. Que si en verdad él fuera revolucionario no andaría en avión surcando cielos paralelos al de Venezuela visitando choriceras de países, con séquitos multitudinarios y gastos suntuarios, sino pateando barro en las pobrezas seculares de este pueblo en el cual el sufrimiento marca de profundas horruras prematuras el sueño de los niños condenados a ser carne de prostíbulo y de cárcel. Eso le quiso decir el indio Juan a Chávez. Y Chávez le dijo injusto, porque se atrevió a decir en su cara lo que millones de venezolanos tienen ganas de decirle si el aparato de seguridad de los cubanos se lo permitieran.
Solamente el indio Juan y el Tirano Aguirre se han atrevido Este acto del indio Juan solamente puede compararse con el atrevimiento del Tirano Aguirre que le mandó una carta al rey de España restregándole el abandono a que tenía sometidas sus colonias americanas. Y así como el indio Juan le dijo a Chávez: 'si fueras revolucionario conocieras de primera mano el dolor de tu pueblo y no te dejaras engañar con ministros, gobernadores y alcaldes corruptos y embusteros', el Tirano le escribió a rey: 'Creo bien excelentísimo Rey y señor que para mí y mis compañeros has sido cruel e ingrato, y también creo que te deben engañar los que te escriben de esta tierra, como están lejos. (...) Mira, mira rey español, que no seas cruel a tus vasallos ni ingrato, pues estando tu padre y tú en los reinos de España sin ninguna zozobra, te han dado tus vasallos a costa de su sangre y hacienda, tantos reinos y señoríos como en estas partes tienes, y mira rey y señor que no puedes llevar con título de rey justo ningún interés de estas partes donde no aventuraste nada, sin que primero los que en ello han trabajado y sudado sean gratificados'. Es decir, que el indio Juan le dijo a Chávez que todos los bienes y riquezas que disfruta su adiposa gordura han salido de la sangre y el sudor del pueblo y que en justicia debe ser recompensado.
Un monumento al indio Juan Por haberle devuelto por unos instantes la dignidad al gentilicio venezolano secuestrado por la ignominia rastrera del universo jalabolas del gobierno, el indio Juan se merece un monumento de mármol de Carrara en lo más elevado del pico El Águila, figurar como la novena estrella de nuestra bandera y que Chelique Sarabia le escriba una canción que diga así: 'Yo quiero ser/ como el indio Juan,/ compai'. Este gesto del indio Juan debe ser recogido por la Academia y convertido en materia de estudio obligatorio en todas las instancias educativas de todos los niveles de la nación. Bustos del altivo indio Juan deben presidir los despachos ejecutivos, legislativos y judiciales de toda la República. En los frontispicios de las universidades del país, tienen que estar en alto relieve las palabras corajudas del indio Juan: '¡¡¡Yo quiero hablar con usted, presidente, no con ella!!!', como un mensaje imperecedero que sirva de estímulo a la autoestima que no debe dejarse avasallar ni impresionar por el poder, por muy vergatario y papaupa que éste sea. Porque cuando el hombre es capaz de empeñar su hombría por un privilegio, deja de ser hombre. Y el indio Juan le ha demostrado al mundo que los venezolanos de verdad no nos arrastramos ante ningún poderoso y que estos lo son hasta que el venezolano como el indio Juan lo quiera. ¡¡Cuánto orgullo sentí de esa sangre aborigen que galopa altiva por mis arterias y tiñe del color del Orinoco mi epidermis!! ¡¡Qué viva el indio Juan, carajo!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario