Con el Corazón en la Mano: Ante el Fracaso del Chavismo
Recordando, Para No Olvidar
Venezuela tiene el corazón en el pecho y a la izquierda. Y es que para una sociedad basada en el colectivismo cultural, lo natural es la empatía con el sufrimiento ajeno y considerar que la acción común es la manera de resolver dicho sufrimiento. Al ver los niveles de pobreza históricos en Venezuela, muchos venezolanos sienten la obligación moral de tener solidaridad con sus congéneres de menos recursos, y han buscando diversas válvulas de escape psicológico: obras sociales, canciones de protesta, simpatía hacia ideólogos de izquierda, y un disfraz de desdén hacia los logros del capitalismo con oído atento a los pregoneros de las fallas del mismo. Es por eso que Venezuela ha sido terreno fértil en la siembra del engaño de la utopía socialista, esa ilusión que pretende ofrecerle a las masas desposeídas un mar de felicidad.
El 17 de diciembre de 1982, bajo el Samán de Güere, un grupo de conspiradores militares liderizados por Hugo Chávez hicieron un juramento secreto de violar la constitución, derrocar el gobierno y violar su anterior juramento público como miembros de las FF.AA., defensores de la república. La racionalización psicológica es una trampa demagógica. El argumento que había que derrocar el gobierno para salvar a la patria es una falacia. Es el discurso arrogante del antidemócrata en contra de la democracia participativa.
Sin lugar a dudas, la Venezuela de los ochenta era un caldero de emociones políticas: El “caso” Sierra Nevada, el discurso inaugural de Luis Herrera (“y no para aquí el ascensor de la deuda!”), RECADI (renacido luego como CADIVI), la ruptura política de Caldera con COPEI, el sobreseimiento de Orlando Bosch con su consecuente rompimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, la reelección de CAP. También era una Venezuela tildada de “bonita,” con grandes proyectos arquitectónicos, nuevas urbanizaciones y proyectos para nuevas ciudades, logros de ingeniería, fortalecimeinto de la armada y la aviación, y por supuesto una retahila de Misses mundiales y universales, en nuevos y grandes televisores, ahora transmitiendo a todo color.
La dinámica petrolera, el gasto público y el consumismo desaforado crearon lo que en aquel momento de manera presciente los pensadores Moisés Naím y Ramon Piñango calificaran como “Una Ilusión de Armonía”. Era la Venezuela Saudita a la enésima potencia, con nuevos millonarios, “delfines,” y franca corrupción. La creación de la industria de las Misses es casi una metáfora de lo que era esa Venezuela. Con maqullaje y cirujía se ocultaba la artificialidad del estilo de vida de la sociedad y la creciente división entre clases económicas. Pero se mantenía la ilusión y el modelo: cualquiera puede ser Miss en esta, la tierra de la belleza, pero eso sí, no engordes ni medio kilito, y píntate el pelo, mijita. La Venezuela Bonita.
No nos hagamos ilusiones, como las de aquellos que dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor. Esa Venezuela era una Venezuela corrupta, cundida por el tráfico de influencias y el amiguismo, características perennes del venezolano que siempre han triunfado sobre la meritocracia y cuya herramienta ubicua es la “palanca” para el logro de objetivos personales. Era una Venezuela con un esquema social que colocaba a gran cantidad, si no a la mayoría, de los venezolanos en segunda o tercera categoría. Para aquellos que disfrutaban de las prebendas de ese sistema, o vivían en la ilusión de que estaban a punto de disfrutarlas, era una Venezuela maravillosa. Para todos los demás...
Finalmente, se pasaron las cuentas. Con el precio del petróleo en descenso, las ilusiones faraónicas quebraron las finanzas. El estatismo desmedido creó un déficit de divisas que conllevaron a la escasez y al realismo económico. La respuesta del nuevo gobierno de CAP, conducido por tecnócratas capaces pero neófitos en cuestión política, fue un choque al sistema con la implementación del “paquetazo”: una serie de medidas financieras bien intencionadas con el fin de rectificar el desastre fiscal, aplicadas con poca delicadeza política. El propósito era realizar un cambio estructural en la economía, sincerar las finanzas y crear bases sólidas para el crecimiento orgánico del pais. Pocas semanas despues de la inauguración presidencial, la reacción ante el paquetazo se volcó en el “Caracazo” de febrero 1989, con su consecuente saldo de destrucción y muertes. Desde entonces se conocieron este tipo de medidas económicas como “neoliberalismo salvaje”. Esta fue la ventana de oportunidad que se le abrió a los conspiradores del Samán de Güere.
En ese terreno fértil de la conciencia venezolana izquerdista, con el país inmerso en un caldo de malestar socio económico y con la resaca del Caracazo todavía presente, en 1992 Hugo Chávez y su camarilla realizan dos intentonas que arrojan más muertes inclusive que las del Caracazo. El Programa de Datos de Conflictos de Uppsala, que registra actos de violencia gubernamental y paramilitar a nivel mundial, mantiene como el mejor estimado de cifras de muertos por el Caracazo 44 fatalidades, reconociendo que hay cifras estimadas no confirmadas de hasta 300. En los golpes de febrero y noviembre de 1992 se confirman 186 muertos y los estimados sobrepasan a los 500.
El segundo gobierno de Caldera se caracterizó por la falta de verdadero liderazgo político y traspiés económicos de gran magnitud. El fracaso del sistema financiero acentuó los malestares económicos que llevaron a mayor miseria y pobreza. El país estaba cansado del modelo ofrecido por los viejos fundadores de la democracia, que no permitían generaciones de relevo traer sangre e ideas nuevas, cuando el país reclamaba, no, necesitaba esas ideas nuevas.
Y Chávez se mantuvo firme en su “Por ahora.” Una vez sobreseída su causa (se le retiraron los cargos) conspiró nuevamente para tratar de llegar al gobierno por la fuerza. Por este motivo se produce la ruptura entre Chávez y Francisco Arias Cárdenas, quien sí cree que puede llegar al poder mediante el voto popular. Una vez electo Arias Cárdenas como gobernador del Zulia, y con resultados de sondeos de opinión, Chávez se convence que puede lograr sus objetivos mediante el proceso electoral, se lanza y gana con gran mayoría de votos en un proceso electoral que CAP calificó como un voto de venganza popular contra los partidos tradicionales y que selló efectivamente la caída de los mismos. Chávez desde ese primer momento inicia el discurso antagónico divisionista popular, e inmediatamente procede a reformar la constitución.
Tras la inauguración presidencial en febrero 1999, en abril Chávez convoca un referéndum de reforma constitucional, aprobado con el 88% de los votos. Este resultado es indicativo del malestar que la población tenía con el sistema vigente, pero le da carta blanca a Chávez quien en agosto, y con una mayoría otorgada en las urnas del 95% convoca la Asamblea Constituyente, la cual redacta una constitución a gusto de Chávez, disolviendo poderes públicos y asegurando la continuidad del chavismo mediante herramientas abiertas y ocultas en dicha constitución. Para diciembre de 1999 Chávez ha creado los mecanismos que le permitirán aferrarse y aplicar su poder creciente sobre la sociedad venezolana. Asi comienza el velo de engaño de Chávez y el chavismo.
EL FRACASO DEL CHAVISMO
El chavismo ha sido un fracaso. El chavismo no ha construido un mejor país. El país no esta mejor que como lo dejó Caldera. Los resultados estan a la vista y son palpables. Aún cuando bajo cifras oficiales existan indicadores que dicen lo contrario. Y uno de los peores resultados es la pérdida de confianza en culaquier pronunciamiento oficial acerca de las condiciones del país y las intenciones del gobierno. Pero hagamos un breve análisis de los resultados de la gestión del chavismo.
Gestión Social
Si definimos como gestión social aquella relacionada con el mejoramiento de la calidad de vida del venezolano promedio es posible decir que hay resultados mixtos. En materia de salud, la tasa de mortalidad infantil, un indicador común de gestión, y pregonado fehacientemente, ha disminuído. Un indicador menos seguido y publicitado es la mortalidad maternal, posible indicador de los niveles de atención médica.
El analfabetismo también se ha reducido. Los logros del país en este sentido han sido impresionantes. Pero es difícil argumentar que ha sido únicamente el chavismo el promotor de este logro, puesto que el analfabetismo venía en disminución desde antes, tal y como lo señalan diversos indicadores al respecto.
Otros indicadores no han sido than positivos, y se generan como resultado de la agenda política del régimen y sus consecuencias económicas. Basta como indicador por ahora el índice de sueldo real ajustado promedio, el cual ha caído 41% desde el año 1992 (generador del impulso del chavismo) hasta el 2012. Aún con el argumento de cierta estabilización en la caída del salario real, dos puntos resaltan: 1) a partir del endurecimeinto del régimen en el 2002 a raíz de la intentona de abril, hubo mayor caída, y 2) la promesa del régimen era mejorar la condición económica no mantenerla igual.
En cuanto a la reducción de la pobreza y el desempleo, efectivamente eso ha ocurrido en Venezuela, y de alguna manera se le puede atribuir al chavismo logros en ese sentido. Es de hacer notar que el mayor logro en este sentido es no haber ido contra la corriente de la región. En economías tan disímiles como Colombia y Chile, los resultados en el mismo período son comparables: entre el 2005 y el 2011 se redujo la pobreza en Venezuela en un 22%, en Colombia 31% y en Chile 21%, y la curva de desempleo igualmente ha bajado en estos tres países.
Gestión Política
La gestión política del chavismo ha resultado en un gran fracaso puesto que ha fracturado la venezolanidad y debilitado el contrato social.
Sin lugar a dudas la más importante función política es la de lograr consenso en los objetivos de un país. En este sentido el compromiso que genera acción de gobierno por lo general es la solución que más satisface de alguna manera a todos los constituyentes e interesados pero que no satisface a ninguno plenamente. Eso se espera por lo menos de un sistema democrático representativo en el cual el poder reside en los representados. Por su propia dinámica la democracia es siempre perfectible y existen mecanismos como representación proporcional de minorías, primarias y segundas vueltas que de alguna manera permiten una mejor representación de la voluntad popular. Para evitar abusos de poder la división del mismo en las ramas de regulación, acción, y arbitrio permite un cierto control y transparencia en las acciones de gobierno.
El caso Chávez es desde un primer momento un caso de búsqueda del poder autoritario concentrado en el líder del ejecutivo. Sus primeras acciones políticas se caracterizaron por la búsqueda de la división y anulación de la oposición, mediante el discurso y la acción.
El confrontamiento, caracterización denigrante y desdén hacia puntos de vista contrarios han creado un clima sectario tanto en lo político como en lo social que envenena el país. Toda persona que vive en el país tiene derecho a ser respetado como miembro valioso de la sociedad y el chavismo, al parecer, no considera que ese sea el caso.
Este no es punto a tomarse a la ligera. La mentalidad sectaria inspirada por el chavismo está detrás de problemas tan graves como la corrupción y la inseguridad. Al no existir respeto, al incitar a la falta de respeto por lo ajeno, al considerar que el ajeno no tiene tanto valor como el propio, el contrato social se derrumba.
El discurso político chavista además, en su afán populista, ha creado expectativas irrealizables, que al ser frustradas por la realidad han generado gran malestar y son semilla de la rebelión. No hay transición posible en este momento, sea por una reversión en el chavismo o por cualquier alternativa de gobierno, que parezca poder satisfacer las expectativas creadas en la sociedad por el discurso chavista, expectativas que no se irán de la noche a la mañana. Pero he ahí la labor del político capaz.
Gestión Económica
La economía de Venezuela no es próspera. La gestión del chavismo ha despilfarrado la oportunidad histórica que proviene del descubrimiento y explotación de las mayores reservas petrolíferas del hemisferio occidental y un alza sostenida sin precedentes en los precios del petróleo. Con estas condiciones los logros económicos son magros, escasos, insuficientes e invisibles--es decir, escuálidos.
Hay quienes si han prosperado, esos que en el eterno juego venezolano del quítate tú para ponerme yo han cambiado su nivel económico ventajosamente. Hay quienes han hecho fortuna pescando en río revuelto y quienes la han hecho a expensas directas del erario público. Casos documentados de fortunas generadas bajo el chavismo incluyen a Aristóbulo Istúriz, con su cuenta bancaria en Banque Paribas por US$9 millones, Victor Vargas Irausquín, quien recientemente compró casa en Palm Beach USA por un valor de US$70 millones, y Ricardo Fernández Berruecos, acumulando fortuna de US$1.6 mil millones desde el año 2000. Estos millonarios apoyadores del gobierno a veces se ven en apuros, por imagen pública o por populismo o quién sabe si por desavenencias financieras con sus contactos y palancas.
Pero el mayor agente del desastre económico ha sido el propio gobierno y sus políticas. El gobierno ha desfalcado a PDVSA, las industrias independientes y privadas, e incluso otros gobiernos en su afán ideólogo. La deuda que mantiene el gobierno con las líneas aéreas (cuando los pasajeros compran pasajes en bolívares pero el gobierno no les da los dólares correspondientes a las líneas) supera los US$3 mil millones. La reciente decisión de Maduro de romper relaciones con Panamá toma un cierto cariz cuando se agrega el hecho de que Venezuela tiene deuda con Panamá que supera los mil millones de dólares y posiblemente se acerca a US$2 mil millones.
Es cierto que el gobierno en realidad está escaso de divisas para hacer frente a sus acreedores. Las reservas internacionales han entrado en un patrón de descenso alarmante. Considerando los precios del petróleo y los niveles de exportación actuales, pareciera difícil de entender lo que sucede. Pero al ver el aumento drástico en las importaciones de todo tipo, incluyendo alimentos y artículos de primera necesidad, la balanza de pagos se encuentra en gran desequilibio. Esto es culpa directa del gobierno. En su afán estatista, la tendencia en producción agrícola ha disminuído al igual que la producción industrial. Las ineficiencias estructurales en los sectores combinadas con las intervenciones estatistas han destruído el nivel de producción industrial necesario para la economía de expectativas creadas por el mismo gobierno.
Pero el desangre de divisas no para ni reside en las necesidades materiales de la población. El mayor generador de divisas para el país es el sector petrolero. Es aquí donde la intervención estatal ha sido más destructora.
Los estados financieros de PDVSA señalan al gobierno de Venezuela como el mayor deudor de esta empresa. El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela le debía a PDVSA más de US$22 mil millones a finales del 2012 (estados financieros consolidados PDVSA 2012, 2011, 2010, pág. 89), de los cuales US$20.57 mil millones son por ventas del gobierno directamente a otros países con los cuales tiene convenios de cooperación (ibid, pág. 90, notas 7-cy 7-d). Es decir, el gobierno esta en mora con PDVSA por su afán de convenios de petróleo mediante intercambios de servicios. La ganancia neta de PDVSA para el año 2012 fue de US$4.215 millones de dólares. Lo que dejó de cobrarle al gobierno de las ventas que arrojan esa utilidad supera los $22 mil millones. Aparte de haberle aportado al fisco por concepto de impuesto y regalías US$19,9 mil millones.
Dicho de otra manera: PDVSA le pagó al gobierno los impuestos que debía (casi $20 mill millones), y depués de ese pago tuvo una ganancia de poco más de $4 mil millones. Pero esa ganancia contable no es líquida puesto que no ha cobrado parte de sus ventas por más de $22 mil millones. De esta manera PDVSA tuvo un FLUJO NEGATIVO de al menos $18 mill millones en el año 2012. Así se rompe la gallina de los huevos de oro.
El impacto económico es universal y empobrece a todo el país. Es una situación de distribución de la pobreza, creada por el mismo gobierno. Y la manera en que esto sucede es mediante la inflación, el mecanismo de ajuste natural para economías en desequilibrio. Al combinar la inflación de precios con el ajuste cambiario para determinar la inflación implícita, la realidad de la economía venezolana se pone en relieve y las cifras son estremecedoras.
El mayor especulador, el que ha arruinado al país es ese traficante de dólares, el propio gobierno. Sus políticas económicas han conducido al país al borde del abismo financiero de la hyperinflación. Y quieren mantener el rumbo.
EL FUTURO: APRENDIENDO DE CHAVEZ
El venezolano tiene el corazón en la mano y le duele su patria. El levantamiento en las calles tiene su origen en las frustraciones creadas por el propio chavismo y en las consecuencias de sus políticas erradas. Pero sin lugar a dudas existen desigualdades económicas y de oportunidad que deben ser resueltas. No se puede regresar a una Venezuela en donde un sector económico pretende que otro sea generador de servidumbre sometida, sin oportundades de superación y que inclusive encuentra gracioso que tenga esas aspiraciones de superación. No se puede regresar a una Venezuela que ignora el potencial de su propia gente y busca simplemente rotarse acceso encuevado al botín de Ali-Babá mientras se ignora la montaña de inequidad que le tranca el paso al mérito.
Chávez pretendió escuchar el clamor de la desigualdad y emprendió desatinadamente su camino aventurero por el socialismo totalitario, enmascarado con visos de modernidad al tildarlo del Siglo XXI. Pretendió utilizar un puño totalitario con guante de seda para aliviar a Juan Bimba y sus resultados están a la vista: un país sectario, una economía destruida, un malestar generalizado. No hay cifras oficiales que valgan en la cocina de la casa. La resaca del chavismo cunde por todas las urbanizaciones, barrios, pueblos y ciudades del país. Y Jaimito salió a tirar piedras. Y la sangre derramada es la sangre de todos los venezolanos: los que defienden su bozal de arepa y los que luchan por su futuro.
Pero, nuevamente afirmo que aquellos quienes creen que la solución es regresar a la “Venezuela Bonita” están equivocados. Es posible que la rebelión popular conduzca a una nueva posibilidad de futuro para el país. El venezolano es trabajador y creativo cuando se le da la oportunidad—las obras civiles de aquella Venezuela lo demuestran con creces, por no mencionar, por ejemplo, la erradicación del polio y la malaria y logros culturales reconocidos mundialmente. Y sin lugar a dudas el venezolano tiene ansia de futuro, especialmente la Venezuela joven. Pero ese futuro sólo es posible cuando se escuche a los que son y fueron chavistas, cuando se entienda porqué el chavismo tenía atractivo entre las masas desposeídas y porqué respondieron al mensaje del chavismo, al igual que se escuche a los que rechazaron ese mensaje. Un futuro de participación incluyente que repudia y se despoja del paternalismo caudillista y le otorga su cuota de responsabilidad a cada ciudadano dentro del marco de la democracia. Un futuro que desea invertir en el país, en su infraestructura, en su gente, no en aventuras politiqueras; un futuro que busca unir, en lugar de dividir. Porque todos somos Venezuela. Es por eso que nunca ha sido más importante recordar aquel dicho: el que no conoce y aprende de su pasado está condenado a repetirlo.
Carlos J. Rangel - 9 de marzo, 2014
Venezuela tiene el corazón en el pecho y a la izquierda. Y es que para una sociedad basada en el colectivismo cultural, lo natural es la empatía con el sufrimiento ajeno y considerar que la acción común es la manera de resolver dicho sufrimiento. Al ver los niveles de pobreza históricos en Venezuela, muchos venezolanos sienten la obligación moral de tener solidaridad con sus congéneres de menos recursos, y han buscando diversas válvulas de escape psicológico: obras sociales, canciones de protesta, simpatía hacia ideólogos de izquierda, y un disfraz de desdén hacia los logros del capitalismo con oído atento a los pregoneros de las fallas del mismo. Es por eso que Venezuela ha sido terreno fértil en la siembra del engaño de la utopía socialista, esa ilusión que pretende ofrecerle a las masas desposeídas un mar de felicidad.
El 17 de diciembre de 1982, bajo el Samán de Güere, un grupo de conspiradores militares liderizados por Hugo Chávez hicieron un juramento secreto de violar la constitución, derrocar el gobierno y violar su anterior juramento público como miembros de las FF.AA., defensores de la república. La racionalización psicológica es una trampa demagógica. El argumento que había que derrocar el gobierno para salvar a la patria es una falacia. Es el discurso arrogante del antidemócrata en contra de la democracia participativa.
Sin lugar a dudas, la Venezuela de los ochenta era un caldero de emociones políticas: El “caso” Sierra Nevada, el discurso inaugural de Luis Herrera (“y no para aquí el ascensor de la deuda!”), RECADI (renacido luego como CADIVI), la ruptura política de Caldera con COPEI, el sobreseimiento de Orlando Bosch con su consecuente rompimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, la reelección de CAP. También era una Venezuela tildada de “bonita,” con grandes proyectos arquitectónicos, nuevas urbanizaciones y proyectos para nuevas ciudades, logros de ingeniería, fortalecimeinto de la armada y la aviación, y por supuesto una retahila de Misses mundiales y universales, en nuevos y grandes televisores, ahora transmitiendo a todo color.
La dinámica petrolera, el gasto público y el consumismo desaforado crearon lo que en aquel momento de manera presciente los pensadores Moisés Naím y Ramon Piñango calificaran como “Una Ilusión de Armonía”. Era la Venezuela Saudita a la enésima potencia, con nuevos millonarios, “delfines,” y franca corrupción. La creación de la industria de las Misses es casi una metáfora de lo que era esa Venezuela. Con maqullaje y cirujía se ocultaba la artificialidad del estilo de vida de la sociedad y la creciente división entre clases económicas. Pero se mantenía la ilusión y el modelo: cualquiera puede ser Miss en esta, la tierra de la belleza, pero eso sí, no engordes ni medio kilito, y píntate el pelo, mijita. La Venezuela Bonita.
No nos hagamos ilusiones, como las de aquellos que dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor. Esa Venezuela era una Venezuela corrupta, cundida por el tráfico de influencias y el amiguismo, características perennes del venezolano que siempre han triunfado sobre la meritocracia y cuya herramienta ubicua es la “palanca” para el logro de objetivos personales. Era una Venezuela con un esquema social que colocaba a gran cantidad, si no a la mayoría, de los venezolanos en segunda o tercera categoría. Para aquellos que disfrutaban de las prebendas de ese sistema, o vivían en la ilusión de que estaban a punto de disfrutarlas, era una Venezuela maravillosa. Para todos los demás...
Finalmente, se pasaron las cuentas. Con el precio del petróleo en descenso, las ilusiones faraónicas quebraron las finanzas. El estatismo desmedido creó un déficit de divisas que conllevaron a la escasez y al realismo económico. La respuesta del nuevo gobierno de CAP, conducido por tecnócratas capaces pero neófitos en cuestión política, fue un choque al sistema con la implementación del “paquetazo”: una serie de medidas financieras bien intencionadas con el fin de rectificar el desastre fiscal, aplicadas con poca delicadeza política. El propósito era realizar un cambio estructural en la economía, sincerar las finanzas y crear bases sólidas para el crecimiento orgánico del pais. Pocas semanas despues de la inauguración presidencial, la reacción ante el paquetazo se volcó en el “Caracazo” de febrero 1989, con su consecuente saldo de destrucción y muertes. Desde entonces se conocieron este tipo de medidas económicas como “neoliberalismo salvaje”. Esta fue la ventana de oportunidad que se le abrió a los conspiradores del Samán de Güere.
En ese terreno fértil de la conciencia venezolana izquerdista, con el país inmerso en un caldo de malestar socio económico y con la resaca del Caracazo todavía presente, en 1992 Hugo Chávez y su camarilla realizan dos intentonas que arrojan más muertes inclusive que las del Caracazo. El Programa de Datos de Conflictos de Uppsala, que registra actos de violencia gubernamental y paramilitar a nivel mundial, mantiene como el mejor estimado de cifras de muertos por el Caracazo 44 fatalidades, reconociendo que hay cifras estimadas no confirmadas de hasta 300. En los golpes de febrero y noviembre de 1992 se confirman 186 muertos y los estimados sobrepasan a los 500.
El segundo gobierno de Caldera se caracterizó por la falta de verdadero liderazgo político y traspiés económicos de gran magnitud. El fracaso del sistema financiero acentuó los malestares económicos que llevaron a mayor miseria y pobreza. El país estaba cansado del modelo ofrecido por los viejos fundadores de la democracia, que no permitían generaciones de relevo traer sangre e ideas nuevas, cuando el país reclamaba, no, necesitaba esas ideas nuevas.
Y Chávez se mantuvo firme en su “Por ahora.” Una vez sobreseída su causa (se le retiraron los cargos) conspiró nuevamente para tratar de llegar al gobierno por la fuerza. Por este motivo se produce la ruptura entre Chávez y Francisco Arias Cárdenas, quien sí cree que puede llegar al poder mediante el voto popular. Una vez electo Arias Cárdenas como gobernador del Zulia, y con resultados de sondeos de opinión, Chávez se convence que puede lograr sus objetivos mediante el proceso electoral, se lanza y gana con gran mayoría de votos en un proceso electoral que CAP calificó como un voto de venganza popular contra los partidos tradicionales y que selló efectivamente la caída de los mismos. Chávez desde ese primer momento inicia el discurso antagónico divisionista popular, e inmediatamente procede a reformar la constitución.
Tras la inauguración presidencial en febrero 1999, en abril Chávez convoca un referéndum de reforma constitucional, aprobado con el 88% de los votos. Este resultado es indicativo del malestar que la población tenía con el sistema vigente, pero le da carta blanca a Chávez quien en agosto, y con una mayoría otorgada en las urnas del 95% convoca la Asamblea Constituyente, la cual redacta una constitución a gusto de Chávez, disolviendo poderes públicos y asegurando la continuidad del chavismo mediante herramientas abiertas y ocultas en dicha constitución. Para diciembre de 1999 Chávez ha creado los mecanismos que le permitirán aferrarse y aplicar su poder creciente sobre la sociedad venezolana. Asi comienza el velo de engaño de Chávez y el chavismo.
EL FRACASO DEL CHAVISMO
El chavismo ha sido un fracaso. El chavismo no ha construido un mejor país. El país no esta mejor que como lo dejó Caldera. Los resultados estan a la vista y son palpables. Aún cuando bajo cifras oficiales existan indicadores que dicen lo contrario. Y uno de los peores resultados es la pérdida de confianza en culaquier pronunciamiento oficial acerca de las condiciones del país y las intenciones del gobierno. Pero hagamos un breve análisis de los resultados de la gestión del chavismo.
Gestión Social
Si definimos como gestión social aquella relacionada con el mejoramiento de la calidad de vida del venezolano promedio es posible decir que hay resultados mixtos. En materia de salud, la tasa de mortalidad infantil, un indicador común de gestión, y pregonado fehacientemente, ha disminuído. Un indicador menos seguido y publicitado es la mortalidad maternal, posible indicador de los niveles de atención médica.
El analfabetismo también se ha reducido. Los logros del país en este sentido han sido impresionantes. Pero es difícil argumentar que ha sido únicamente el chavismo el promotor de este logro, puesto que el analfabetismo venía en disminución desde antes, tal y como lo señalan diversos indicadores al respecto.
Otros indicadores no han sido than positivos, y se generan como resultado de la agenda política del régimen y sus consecuencias económicas. Basta como indicador por ahora el índice de sueldo real ajustado promedio, el cual ha caído 41% desde el año 1992 (generador del impulso del chavismo) hasta el 2012. Aún con el argumento de cierta estabilización en la caída del salario real, dos puntos resaltan: 1) a partir del endurecimeinto del régimen en el 2002 a raíz de la intentona de abril, hubo mayor caída, y 2) la promesa del régimen era mejorar la condición económica no mantenerla igual.
En cuanto a la reducción de la pobreza y el desempleo, efectivamente eso ha ocurrido en Venezuela, y de alguna manera se le puede atribuir al chavismo logros en ese sentido. Es de hacer notar que el mayor logro en este sentido es no haber ido contra la corriente de la región. En economías tan disímiles como Colombia y Chile, los resultados en el mismo período son comparables: entre el 2005 y el 2011 se redujo la pobreza en Venezuela en un 22%, en Colombia 31% y en Chile 21%, y la curva de desempleo igualmente ha bajado en estos tres países.
Gestión Política
La gestión política del chavismo ha resultado en un gran fracaso puesto que ha fracturado la venezolanidad y debilitado el contrato social.
Sin lugar a dudas la más importante función política es la de lograr consenso en los objetivos de un país. En este sentido el compromiso que genera acción de gobierno por lo general es la solución que más satisface de alguna manera a todos los constituyentes e interesados pero que no satisface a ninguno plenamente. Eso se espera por lo menos de un sistema democrático representativo en el cual el poder reside en los representados. Por su propia dinámica la democracia es siempre perfectible y existen mecanismos como representación proporcional de minorías, primarias y segundas vueltas que de alguna manera permiten una mejor representación de la voluntad popular. Para evitar abusos de poder la división del mismo en las ramas de regulación, acción, y arbitrio permite un cierto control y transparencia en las acciones de gobierno.
El caso Chávez es desde un primer momento un caso de búsqueda del poder autoritario concentrado en el líder del ejecutivo. Sus primeras acciones políticas se caracterizaron por la búsqueda de la división y anulación de la oposición, mediante el discurso y la acción.
El confrontamiento, caracterización denigrante y desdén hacia puntos de vista contrarios han creado un clima sectario tanto en lo político como en lo social que envenena el país. Toda persona que vive en el país tiene derecho a ser respetado como miembro valioso de la sociedad y el chavismo, al parecer, no considera que ese sea el caso.
Este no es punto a tomarse a la ligera. La mentalidad sectaria inspirada por el chavismo está detrás de problemas tan graves como la corrupción y la inseguridad. Al no existir respeto, al incitar a la falta de respeto por lo ajeno, al considerar que el ajeno no tiene tanto valor como el propio, el contrato social se derrumba.
El discurso político chavista además, en su afán populista, ha creado expectativas irrealizables, que al ser frustradas por la realidad han generado gran malestar y son semilla de la rebelión. No hay transición posible en este momento, sea por una reversión en el chavismo o por cualquier alternativa de gobierno, que parezca poder satisfacer las expectativas creadas en la sociedad por el discurso chavista, expectativas que no se irán de la noche a la mañana. Pero he ahí la labor del político capaz.
Gestión Económica
La economía de Venezuela no es próspera. La gestión del chavismo ha despilfarrado la oportunidad histórica que proviene del descubrimiento y explotación de las mayores reservas petrolíferas del hemisferio occidental y un alza sostenida sin precedentes en los precios del petróleo. Con estas condiciones los logros económicos son magros, escasos, insuficientes e invisibles--es decir, escuálidos.
Hay quienes si han prosperado, esos que en el eterno juego venezolano del quítate tú para ponerme yo han cambiado su nivel económico ventajosamente. Hay quienes han hecho fortuna pescando en río revuelto y quienes la han hecho a expensas directas del erario público. Casos documentados de fortunas generadas bajo el chavismo incluyen a Aristóbulo Istúriz, con su cuenta bancaria en Banque Paribas por US$9 millones, Victor Vargas Irausquín, quien recientemente compró casa en Palm Beach USA por un valor de US$70 millones, y Ricardo Fernández Berruecos, acumulando fortuna de US$1.6 mil millones desde el año 2000. Estos millonarios apoyadores del gobierno a veces se ven en apuros, por imagen pública o por populismo o quién sabe si por desavenencias financieras con sus contactos y palancas.
Pero el mayor agente del desastre económico ha sido el propio gobierno y sus políticas. El gobierno ha desfalcado a PDVSA, las industrias independientes y privadas, e incluso otros gobiernos en su afán ideólogo. La deuda que mantiene el gobierno con las líneas aéreas (cuando los pasajeros compran pasajes en bolívares pero el gobierno no les da los dólares correspondientes a las líneas) supera los US$3 mil millones. La reciente decisión de Maduro de romper relaciones con Panamá toma un cierto cariz cuando se agrega el hecho de que Venezuela tiene deuda con Panamá que supera los mil millones de dólares y posiblemente se acerca a US$2 mil millones.
Es cierto que el gobierno en realidad está escaso de divisas para hacer frente a sus acreedores. Las reservas internacionales han entrado en un patrón de descenso alarmante. Considerando los precios del petróleo y los niveles de exportación actuales, pareciera difícil de entender lo que sucede. Pero al ver el aumento drástico en las importaciones de todo tipo, incluyendo alimentos y artículos de primera necesidad, la balanza de pagos se encuentra en gran desequilibio. Esto es culpa directa del gobierno. En su afán estatista, la tendencia en producción agrícola ha disminuído al igual que la producción industrial. Las ineficiencias estructurales en los sectores combinadas con las intervenciones estatistas han destruído el nivel de producción industrial necesario para la economía de expectativas creadas por el mismo gobierno.
Pero el desangre de divisas no para ni reside en las necesidades materiales de la población. El mayor generador de divisas para el país es el sector petrolero. Es aquí donde la intervención estatal ha sido más destructora.
Los estados financieros de PDVSA señalan al gobierno de Venezuela como el mayor deudor de esta empresa. El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela le debía a PDVSA más de US$22 mil millones a finales del 2012 (estados financieros consolidados PDVSA 2012, 2011, 2010, pág. 89), de los cuales US$20.57 mil millones son por ventas del gobierno directamente a otros países con los cuales tiene convenios de cooperación (ibid, pág. 90, notas 7-cy 7-d). Es decir, el gobierno esta en mora con PDVSA por su afán de convenios de petróleo mediante intercambios de servicios. La ganancia neta de PDVSA para el año 2012 fue de US$4.215 millones de dólares. Lo que dejó de cobrarle al gobierno de las ventas que arrojan esa utilidad supera los $22 mil millones. Aparte de haberle aportado al fisco por concepto de impuesto y regalías US$19,9 mil millones.
Dicho de otra manera: PDVSA le pagó al gobierno los impuestos que debía (casi $20 mill millones), y depués de ese pago tuvo una ganancia de poco más de $4 mil millones. Pero esa ganancia contable no es líquida puesto que no ha cobrado parte de sus ventas por más de $22 mil millones. De esta manera PDVSA tuvo un FLUJO NEGATIVO de al menos $18 mill millones en el año 2012. Así se rompe la gallina de los huevos de oro.
El impacto económico es universal y empobrece a todo el país. Es una situación de distribución de la pobreza, creada por el mismo gobierno. Y la manera en que esto sucede es mediante la inflación, el mecanismo de ajuste natural para economías en desequilibrio. Al combinar la inflación de precios con el ajuste cambiario para determinar la inflación implícita, la realidad de la economía venezolana se pone en relieve y las cifras son estremecedoras.
El mayor especulador, el que ha arruinado al país es ese traficante de dólares, el propio gobierno. Sus políticas económicas han conducido al país al borde del abismo financiero de la hyperinflación. Y quieren mantener el rumbo.
EL FUTURO: APRENDIENDO DE CHAVEZ
El venezolano tiene el corazón en la mano y le duele su patria. El levantamiento en las calles tiene su origen en las frustraciones creadas por el propio chavismo y en las consecuencias de sus políticas erradas. Pero sin lugar a dudas existen desigualdades económicas y de oportunidad que deben ser resueltas. No se puede regresar a una Venezuela en donde un sector económico pretende que otro sea generador de servidumbre sometida, sin oportundades de superación y que inclusive encuentra gracioso que tenga esas aspiraciones de superación. No se puede regresar a una Venezuela que ignora el potencial de su propia gente y busca simplemente rotarse acceso encuevado al botín de Ali-Babá mientras se ignora la montaña de inequidad que le tranca el paso al mérito.
Chávez pretendió escuchar el clamor de la desigualdad y emprendió desatinadamente su camino aventurero por el socialismo totalitario, enmascarado con visos de modernidad al tildarlo del Siglo XXI. Pretendió utilizar un puño totalitario con guante de seda para aliviar a Juan Bimba y sus resultados están a la vista: un país sectario, una economía destruida, un malestar generalizado. No hay cifras oficiales que valgan en la cocina de la casa. La resaca del chavismo cunde por todas las urbanizaciones, barrios, pueblos y ciudades del país. Y Jaimito salió a tirar piedras. Y la sangre derramada es la sangre de todos los venezolanos: los que defienden su bozal de arepa y los que luchan por su futuro.
Pero, nuevamente afirmo que aquellos quienes creen que la solución es regresar a la “Venezuela Bonita” están equivocados. Es posible que la rebelión popular conduzca a una nueva posibilidad de futuro para el país. El venezolano es trabajador y creativo cuando se le da la oportunidad—las obras civiles de aquella Venezuela lo demuestran con creces, por no mencionar, por ejemplo, la erradicación del polio y la malaria y logros culturales reconocidos mundialmente. Y sin lugar a dudas el venezolano tiene ansia de futuro, especialmente la Venezuela joven. Pero ese futuro sólo es posible cuando se escuche a los que son y fueron chavistas, cuando se entienda porqué el chavismo tenía atractivo entre las masas desposeídas y porqué respondieron al mensaje del chavismo, al igual que se escuche a los que rechazaron ese mensaje. Un futuro de participación incluyente que repudia y se despoja del paternalismo caudillista y le otorga su cuota de responsabilidad a cada ciudadano dentro del marco de la democracia. Un futuro que desea invertir en el país, en su infraestructura, en su gente, no en aventuras politiqueras; un futuro que busca unir, en lugar de dividir. Porque todos somos Venezuela. Es por eso que nunca ha sido más importante recordar aquel dicho: el que no conoce y aprende de su pasado está condenado a repetirlo.
Carlos J. Rangel - 9 de marzo, 2014
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