Por Jonatan Alzuru
Es un consenso, casi natural en nuestro tiempo, asumir como criterio de selección, de los candidatos a Gobernadores y Alcaldes de la oposición, el mayor puntaje en las encuestas de opinión. Intentaré esbozar algunos de los efectos de tal metodología de decisión en el campo de la política.
El escenario es el siguiente: los diversos aspirantes se presentan ante el colectivo buscando la mayor aceptación. Quien posea los números favorables a partir de los estudios de opinión será quien represente a las distintas corrientes de pensamiento. Al ser el criterio de decisión los estudios de opinión, el primer problema que se presenta, es a cuáles empresas reconocer como legítimas.
Quizás se resuelve el asunto tomando tres empresas, aquellas quienes tengan más experiencia, las que tengan la mayor cantidad de aciertos, etc… (Asumimos un falso supuesto, que se consigan empresas sin intereses en el ámbito de la política. Imaginemos, inocentemente, que tales empresas son objetivas. Tan sólo imaginar que asumo el supuesto me da risa… pero es útil, teóricamente, para mostrar lo sustancial que me interesa). Los candidatos tienen que ir pulsando su nivel de aceptación para seguir o no en la contienda e iniciar un proceso de negociación o no con aquél quien pueda perfilarse como el más aceptado.
Como el criterio de decisión es que la población lo reconozca y opine bien, lo fundamental para el candidato es la proyección de su imagen. Para ello requiere posicionarse (como se suele decirse ahora) en la opinión pública en el menor tiempo posible, transformarse en noticia, ocupar los primeros titulares de la prensa, estar en los mejores programas de opinión, en los programas más visto, en los canales de mayor sintonía.
Como consecuencia de ello lo vital para el candidato es contar con un buen asesor de imagen, aquél conozca y tenga influencia en los medios, aquél que pueda articular una buena venta del producto… La labor del asesor de imagen es potenciar los valores de la marca (el candidato) para ser bien ofertado en el mercado (en la población potencialmente votante), desde el lenguaje hasta la forma de vestir entran en juego para la venta de su imagen. Es por ello que entra en el campo de la asesoría, sugerirle cuáles problemas son los prioritarios y cuál es el sentir de la gente al respecto, de tal manera que el candidato apunte con su discurso hacia la opinión mayoritaria de la gente, estar en la misma sintonía que la mayor parte de la población electora.
De allí que el asesor recurre a un instrumento fundamental para realizar su labor: los estudios de opinión. Otra vez, las encuestas se transforman en el criterio fundamental para la construcción discursiva del candidato, esto significa no sólo qué decir sino cómo decirlo y qué proponer. Es decir, los sondeos de opinión se transforman en el criterio sustancial para la construcción del programa político.Como la competencia de todos es por el mismo público, las diferencias discursivas se hacen mínimas, casi indiferenciadas, porque los asesores consultan a una misma población. Esto significa que todos los candidatos coinciden en la jerarquización de problemas y en las promesas, las ofertas electorales.
El cómo lograrlo es un asunto de otro orden. Para eso están los técnicos y gerentes que se ocuparán del asunto cuando se logre la victoria.El trabajo con los rostros es vital, no es casual que algunos dirigentes estudiantiles lanzados a candidatos, salieron como los rostros más bellos del 2007 en la revista Estampas. Incluso, se transforma en una necesidad, sentar a personajes que le realcen la imagen, desde intelectuales hasta cantantes.
Publicita quién te apoya y lograrás más adhesiones.Obviamente, el que tenga mayor raiting será el candidato.
Como la selección no está fundada en ningún proyecto político y como desde los ochenta es una raya ser de un partido político porque se transformaron en cascarones sin masa crítica, todo depende del candidato. Pero como el criterio es el raiting publicitario y lo de menos es la experiencia gerencial, la experiencia para dialogar y concertar entre diversos y opuestos actores sociales, la experiencia en generar transformación en las políticas públicas, la experiencia en dirigir movimientos, formas de lucha… siempre se está atado a un azar. El “ojala que lo haga bien” se transforma en el único horizonte. Esta práctica es la massmediatización de la política. El verdadero problema es el rescate de la política.
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