Chávez siempre ha puesto énfasis en la idea de que sólo él representa la estabilidad del país
La derrota es una cosa seria. Después del 2D, cuando el invicto llegó a su fin, el oficialismo se propuso trabajar para restituir las condiciones en que se encontraba el poder antes de aquella derrota. Los cálculos acerca de lo que sobrevendría tras ese inesperado revés fueron minuciosos. Algunos de ellos generaron interrogantes y se convirtieron en hipótesis sujetas a confirmación. El hecho de que el país chavista aceptara sin renuencias la superioridad del "NO", resultó un dato novedoso para los jerarcas del gobierno. La ausencia de reacciones espontáneas por parte del pueblo revolucionario no era un buen designio. Durante años, y antes de cada medición electoral, el comandante estuvo proclamando guerras civiles y rebeliones violentas. Como lo ha vuelto a decir por estos días, un fracaso suyo en las urnas, derivaría en peligrosos baños de sangre; en amenazas muy serias para la tranquilidad de la nación. Chávez siempre ha puesto énfasis en la idea de que sólo él representa la estabilidad del país.
De que, en Venezuela, la paz está asociada con él, con sus propuestas y, desde luego, con sus victorias... Sin embargo, aquel día las peroratas no surtieron ningún efecto. Aunque sus discursos sobre el fin del mundo buscaban precisamente prefabricar ese escenario, no se movió ni una hoja que revalidara la sentencia revolucionaria. Ni siquiera la calentura exhibida por el Presidente -cuando habló de la "victoria de m..."- provocó consecuencias... Si algo demostró el 2D fue la inutilidad de la prédica del comandante: hoy todo el mundo sabe que el país chavista -diez años después- se ha vuelto cada vez más tolerante ante la victoria de los contrarios y, mucho más importante, que una derrota del oficialismo no empujaría al país hacia el abismo. Esa aceptación hace parte del conjunto de indicios que ayudan a visualizar lo que sucederá el 23N y que estimulan una actitud de alerta frente al desarrollo de los eventos. Para que Chávez pueda dotar de credibilidad su prédica violentista, él mismo tendría que incitar abiertamente a las masas. Nada puede descartarse: si la jornada de noviembre termina como la del 2D, sin que se concreten las reacciones que el presidente ha estado pronosticando desde hace años, el oficialismo asistirá a las elecciones parlamentarias con mayores dificultades.
Esa próxima estación electoral, en 2010, es crucial. Basta imaginar una Asamblea Nacional constituida por los cuatro toletes en que ahora está dividida la política venezolana. Según la lógica que Tascón le ha mostrado a sus colegas diputados, al referirse al caso Poleo, también Chávez está cometiendo un delito punible al incitar a la violencia desempolvando sus prédicas sobre el baño de sangre. El CNE no ha dicho ni una palabra. Pero debe hacerlo, porque el Presidente -pensando siempre en la reelección- puede estar tentado a que su hipótesis sobre el fin del mundo quede comprobada. Argelia.rios@gmail.com
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