Libertad!

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domingo, 26 de octubre de 2008

Pensar para vivir bien



El pensar si tiene algún sentido, más allá del estricto hedonismo, más allá del juego ajedrecista, más allá de una lógica reproductora de diccionarios y museos, es que posibilite hacer de la vida, una aventura que valga la pena.


La verdad, me parece muy mal papel de mi parte dar lecciones de qué se debe o no leer, o quién es un autor interesante o por qué éste pensamiento es rescatable. Me parece aburrido y una falta de sentido común tal asunto… En Venezuela están pasando cosas mucho más interesantes, en la sociedad sucede asuntos relevantes, en el ámbito de las miradas sociales, políticas y epistemológicas que merecen la atención tanto de articulistas, intelectuales y pensadores como para distraerse en discusiones de tasca de las tres de la madrugada.


Con respecto a la polémica con el amigo Emeterio, quisiera concluirla sosteniendo lo siguiente: La idiotez de las prácticas totalitarias, dígase, la ausencia de política en tales ejercicios, se funda en la imposibilidad de reconocer las diferencias, en la incapacidad de polemizar con el adversario reconociendo la virtud del contrincante.


La torpe actitud suma cero en toda decisión, esta es, suponer que la muerte del otro es la condición para la victoria y la vida del uno… En el fondo este es el problema sustancial tanto del jefe del gobierno y sus intelectuales “perrito é taxis” (como acertadamente los describe Tulio Hernández), como de los pensadores o dirigentes de la oposición. En definitiva, lo grave es el clima del país. Es su olor a inquisición, sus discusiones en clave de infierno y cielo, maldad y bondad. Lo que duele en este trópico es la muerte de la policromía. Ya no hay juego de luces, no hay matices, no hay sombras. Hay una sobredosis de blanco o negro. No está en mi interés defender a Kant, Hegel, Marx o Nietzsche, Heidegger… Son autores que tiene un sitial en la historia de las ideas, se bastan así mismo y además hay toda una hermenéutica en la historia de occidente sobre ellos. Si no se quiere reconocer y, tercamente, se quiere mantener un discurso ético sin reconocer las diferencias, sin comprender la historia del pensamiento occidental… Bueno EG… hermano siga así… Si usted considera que esa es la vida que vale la pena vivir, tiene su derecho.


No deseo convencerlo de nada ni para bien ni para mal, no soy ni tengo pretensiones sacerdotales.Lo que me parece relevante, lo que me parece importante, comunicarles a los lectores, es la necesidad urgente de repensar esas preguntas que desde los griegos configura lo neurálgico de la política y que a raíz de la polémica con EG, las he tenido en mente. ¿Cómo vivir juntos? ¿Cómo convivir con ese otro que tiene un horizonte de vida distinto? ¿Cómo enfrentar al poder, destronarlo y no aniquilar a quiénes lo ejercieron? ¿Acaso podemos solicitar paz cuando las ideas antagónicas suponen no sólo perspectivas distintas, sino prácticas y formas de ejercer el dominio distinto? ¿Acaso el asunto se reduce a un acuerdo? ¿Cuál acuerdo se puede tener con aquellos que ejercen el domino para extinguir a los dominados? ¿Cómo acordar con quién te explota de forma sistemática? ¿Cómo se reconoce y se legitima la diferencia política?


Pero además, ese otro distinto, diverso, opuesto, asimétrico, funda su mirada sobre los social, sobre las instituciones, sobre el ejercicio del poder, sobre lo político y la política en tradiciones de pensamientos. ¿Cómo nos hacemos cargo de dicha tradiciones? ¿Tiene sentido el diálogo con las diversas tradiciones de pensamiento? ¿Cuál es el horizonte de tales diálogos? ¿Cómo publicitar la deliberación como forma de vida? ¿Cómo explicar que los acuerdos y desacuerdos configuran una condición de la convivencia? ¿Cuál es el sentido de la disidencia, de la oposición? ¿Acaso el término traición no supone fidelidad? ¿En las acciones públicas podemos solicitar fidelidades? Tales preguntas, entre otras, no suponen para mí una masturbación mental. No se tratan de opiniones ni de respuestas rápidas para salirle al paso a un artículo o a una entrevista… Para mí se configuran en el núcleo esencial de un pensamiento que tiene como vocación dar cuenta de la vida en común, ese es el asunto ético por excelencia. Jonatan Alzuru

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