Libertad!

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lunes, 27 de octubre de 2008

Camaradas en la picota

Fernando Luis Egaña

Hace casi una década corrió el cuento de que Pedro Ortega Díaz, veterano y respetado dirigente del PCV, se había reunido con los demás miembros del buró político del partido para decirles: "bueno camaradas, nosotros seremos ateos pero a Chávez nos lo mandó Dios"... Si no es cierto es verosímil, porque entre 1999 y 2007 los comunistas venezolanos experimentaron un asombroso "revival" gracias, no cabe duda, a la revolución bolivarista.
Cómo sería el nuevo debut del PCV que su último Congreso partidista lo celebraron en el Poliedro de Caracas. ¿Cuándo en la vida los del Gallo Rojo habían soñado en llenar el coso de La Rinconada? Pero el mítico partido de Gustavo Machado no sólo aumentó su caudal electoral y su importancia relativa en la política de masas, sino que de sus filas salieron ministros y otros altos funcionarios, amén de recibir el reconocimiento entusiasta del resto del oficialismo nacional y su clientela foránea.
Pero en el 2007 y 2008 pasó lo que tenía que pasar, dada la naturaleza personalista y excluyente de la llamada "revolución": el señor Chávez le pidió al PCV que se disolviera y se integrara al naciente PSUV. El PCV se negó a cumplir la petición del señor Chávez, alegando razones institucionales. Éste, primero se molestó y empezó a ponerle distancia al PCV y, finalmente, la molestia se convirtió en iracundia y ahora la consigna presidencial es barrer al PCV de la faz de la tierra. Nada menos...
Cuando la gota de la agresión derramó la copa de la paciencia, los directivos del partido fundado en 1931 dieron una respuesta muy bien pensada: si Pérez Jiménez no pudo con el PCV, qué va poder usted... Y como obras son amores y no buenas razones, los comunistas han mantenido su elenco de candidaturas para las elecciones regionales y municipales del 23-N, y andan en campaña con su proverbial tenacidad. Hasta sus más antiguos dirigentes, como Jerónimo Carrera, han hecho gala de garra periodística y política en defensa de su organización.
En tanto blanco de las andanadas presidenciales, el PCV tiene la compañía del PPT. Una entidad completamente distinta, cualitativamente hablando. Muchas de sus figuras reconocidas han abusado del poder en estos tiempos de mengua, y a la hora de las chiquiticas no lo pensaron dos veces para decidir quedarse con la manguangua del PSUV.
La del PCV es otra historia. Una longeva y consecuente con su ortodoxia ideológica. Con sus aciertos y graves errores, pero sin la charlatanería propia de los que se arriman al mingo a ver que provecho dinerario le sacan a las loas al Che Guevara. Y esa historia les permitirá sobrevivir, una vez más, a los embates de una satrapía militarera y corrupta. Puede que los camaradas de Cantaclaro estén en la picota del señor Chávez, pero para un sincero creyente de la doctrina marxista eso no es una mancha sino una condecoración.
flegana@gmail.com

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