Libertad!

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domingo, 19 de octubre de 2008

La guerra mediática

Por
Freddy Lepage
A juzgar por los últimos acontecimientos, el caudillo único de la revolución bolivariana no las tiene todas consigo. El desempeño de sus candidatos para las alcaldías y gobernaciones no puede ser peor. Salvo honrosas excepciones, en la mayoría de los casos, la campaña del chavismo luce desangelada, sin mayores bríos. Los corifeos entonan hasta perder la voz el ritornello de siempre. 10 años repitiendo lo mismo han causado el cansancio de la gente (incluso de sus seguidores). Ya los cantos de sirena no confunden a nadie y, mucho menos, entusiasman, ni siquiera, a los más desprevenidos e ingenuos que, con su visible indiferencia, demuestran su rechazo y falta de interés.
Pero, veamos cuales son los principales dardos envenenados lanzados a mansalva a los sectores opositores (individualidades y partidos) y contra la sociedad misma, y hacia dónde apuntan. Por un lado el manido expediente del magnicidio, retomado ahora con más fiereza, producto de la desesperación ante una inminente derrota en las elecciones de noviembre. Desafortunadamente para Chávez, los principales emisarios de semejante despropósito, por la debilidad e incongruencia de sus argumentos (suenan más bien a culebrón de televisión), carecen de la credibilidad necesaria para causar un impacto importante en la opinión pública. Si lo que buscan es victimizar al teniente coronel para dividir nuevamente al país entre buenos (los chavistas radicales) y malos (todo aquel que no está de acuerdo con la revolución), están equivocados. Ya ha corrido mucha agua por debajo del puente… La mayoría de los venezolanos desea vivir en paz, sin las perturbaciones y sobresaltos cotidianos causados por un discurso de odio, escatológico, altisonante e insultante en cada momento.
Amen de lo anterior, es menester incluir el variadísimo y riquísimo catálogo de amenazas proferidas desde el Olimpo del poder hacia cualquier figura capaz de generar ansiedad y temor en el mesías de Sabaneta. Y, para ello, también el tema del magnicidio encaja como anillo al dedo. Pero eso no basta… No es suficiente… Un revolcón en las regionales, como lo ha repetido reiteradamente el mismo Chávez, causaría un descalabro de tal intensidad, que todas los sueños y ambiciones de eternizarse el la Presidencia de la República, acunadas durante tantos años, se gasificarían en un instante convertido en eternidad. Y eso es un lujo que no se puede dar el líder máximo (gracias a los “viles y cochinos” petrodólares) de la revolución continental. De allí las ofensas y mofas proferidas en cada uno de los actos proselitistas presididos por el mandamás de Miraflores. Amedrentar, chantajear, intimidar, son sus armas preferidas. En dos platos, endilgar a los demás, lo que él hace demasiada con frecuencia. Ver la paja en el ojo ajeno parece ser uno de sus pasatiempos favoritos.
La suerte se antoja mostrenca y casquivana. Las cosas, en esta oportunidad son distintas. El sistema financiero mundial está en crisis, ergo, la economía también. Los precios del petróleo se desinflan abruptamente. Y de todos es conocida la dependencia umbilical de nuestro principal y, casi, único producto de exportación. Esta es la verdadera subversión. El fracaso electoral, el desbarajuste económico y el incumplimiento de miles de promesas, así como el derroche de nuestro dinero (a maletinazos y otras menudencias) en casa y en el exterior, son los principales conspiradores contra la revolución que no fue… De allí la necesidad de una guerra mediática.
freddylepage@cantv.net

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