Libertad!

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martes, 3 de febrero de 2009

Toda Venezuela contra la presidencia vitalicia / 2 Movimiento 2D / Democracia y Libertad

Desde San Cristóbal, el Presidente de la República amenazó con la guerra a todos los venezolanos. Que de no ganar él la reelección en el 2012, “habrá guerra en Venezuela”. Una amenaza tan inaceptable como inútil por una razón muy sencilla: Hugo Chávez Frías no será candidato en 2012. Ante semejantes amenazas, no queda más que recitar la canción de Mambrú.
Mambrú se fue a la guerra, / ¡qué dolor, qué dolor, qué pena! / Mambrú se fue a la guerra, / no sé cuándo vendrá! Si no se tratara del presidente de un país civilizado, podría respondérsele: ¡Buchipluma y no más! Pero en este caso, la tentación cede ante la gravedad de un chantaje que parte del supuesto de que los venezolanos actuamos y actuaremos por miedo. Así, por miedo, y sólo por miedo a la amenaza de guerra proclamada por el presidente del PSUV, la gente tendría que votar por el Si el 15 de febrero, y por miedo y sólo por miedo tendría que votar por su permanencia en el poder vitalicio.
En una palabra, el presidente pierde tiempo y nos hace perder tiempo. Si está en capacidad de ir a la guerra, a una guerra declarada, y no a la guerra artera que libra día tras día contra quienes no aceptan su proyecto absolutista, sería preferible que la libre de una vez y no tenga al país bajo el chantaje del miedo de aquí al 2012. No cabe duda de que el Presidente le puede declarar la guerra a los ciudadanos, controla y manda todos los aparatos represivos del Estado, las policías regulares y los grupos paramilitares, de modo que dispone de todo lo necesario para hacer la guerra, con la inmensa ventaja de que la hará contra un pueblo inerme, civilista, que cree en el voto y no en las balas.
El Presidente de la República amedrenta a la nación, prevalido de sus fuerzas. Pero, entonces, ¿para qué propone enmiendas y reformas a la Constitución, si le basta con los tanques y los fusiles? ¿Para qué vamos a votar el 15 de febrero y para que vamos a votar en diciembre del 2012 si nuestro voto pacifico y civilizado va a desatar un conflicto armado? El Presidente se equivoca: Venezuela no tiene miedo.
A la sociedad venezolana la asisten fundadas razones para confiar en las reservas éticas de la inmensa mayoría de los ciudadanos, y, por consiguiente, para confiar asimismo en el destino democrático de la Nación. Podemos afirmar, sin reservas de ninguna naturaleza, que a quince días del referéndum mediante el cual el Presidente de la República pretende eternizarse en el poder, está a la vista la derrota de semejante pretensión.
Veamos algunos hechos: el rechazo de toda Venezuela a esta aberración gomecista ha obligado al jefe de Estado y a todos sus ministros, gobernadores y alcaldes rojos, presidentes de institutos y corporaciones públicas, a declararse en campaña. Utilizando de manera delictuosa los dineros de los venezolanos, desde el Presidente para abajo han abandonado sus obligaciones de gobierno para dedicarse a la campaña por el Si. Estamos contemplando un espectáculo grotesco. Aterrados frente a las perspectivas de una derrota inevitable, han puesto los recursos del Estado al servicio de las ambiciones presidenciales. El Presidente de la República privatizó el Estado, privatizó las finanzas del Estado, privatizó las divisas y maneja todos los fondos públicos de manera discrecional.
Cuando afirmamos que existen razones fundamentales para confiar en la fuerza moral de los ciudadanos, en la sólida vocación democrática de las mayorías nacionales, pensamos en la circunstancia de que la sociedad civil libra esta batalla no contra un personaje, ni contra un partido, sino contra el Estado, contra sus tentáculos todopoderosos, puestos al servicio de un proyecto político exclusivista.
Al poner el Estado al servicio de su ambición de poder, el Presidente de la República viola la Constitución Nacional que lo obliga a ser el presidente de todos los venezolanos y no el jefe de una facción que se ha apropiado de los bienes públicos como si fueran las finanzas del PSUV. Instituciones y corporaciones estatales como Petróleos de Venezuela y las empresas de Guayana atraviesan una severa crisis, irreversible en algunas de ellas, porque el jefe del Estado las ha puesto al servicio del clientelismo político. Los ministerios a cargo de la infraestructura, de la construcción y del mantenimiento, están dedicados las 24 horas del día a la campaña por el Sí. Los hospitales abandonados, mientras una propaganda artera pinta paraísos y difunde la tesis de que votar por el No dejaría a la gente en el desamparo. El gobierno no está en capacidad de decir la verdad. Entre tanto, la inflación avanza de manera despiadada. Triste destino el del “bolívar fuerte”.
No hay instalación oficial donde no cuelgue (como en los días de Gómez y Pérez Jiménez) el retrato presidencial. No hay instalación oficial que no esté convertida en seccional del PSUV. También el Metro de Caracas fue privatizado, como un territorio conquistado por el oficialismo. El CNE hizo los amagos de costumbre, pero el CNE jamás pasa de los amagos.
La utilización de la Guardia Nacional y de las policías para reprimir a los estudiantes viola principios constitucionales y políticos. La violencia gubernamental desatada contra los estudiantes de todo el país no es sino la confesión del miedo que le tiene el gobierno a las manifestaciones de jóvenes que en su totalidad rechazan el proyecto de presidencia vitalicia que les arrebatará su futuro. Se trata de una torpeza gubernamental porque los estudiantes tienen padres y tienen dolientes, y todos votarán contra quienes los reprimen “con gas del bueno”. La violencia contra los estudiantes es una demostración de la esencia reaccionaria de la revolución oficialista.
Los empleados públicos están siendo obligados a firmar por el Sí, los intelectuales y artistas que trabajan en la esfera oficial de la cultura, fueron conminados a firmar manifiestos penosos a favor de la presidencia vitalicia. Muchos de ellos lo hicieron con vergüenza porque desmienten sus propias convicciones; otros, pocos, se negaron, a sabiendas de que tienen sus días contados.
Los venezolanos pagaremos muy altos costos por una política dedicada a la agitación internacional. Alianzas con países como Irán, están vistas con aprehensión porque Irán lleva a cabo una campaña de desestabilización en todo el mundo. No bastó el cambio de presidente en Estados Unidos para que el gobierno nacional abriera un paréntesis en sus enfrentamientos sistemáticos. Mientras el Presidente de Brasil le da la bendición apostólica a la presidencia vitalicia de Hugo Chávez Frías, hace las maletas para ir a visitar al Presidente Barack Obama. Ya los periódicos dieron la noticia por adelantado: “Estados Unidos sustituye petróleo venezolano por el brasileño”. Ya 354.000 barriles diarios han sustituido parte de los 500.000 que Venezuela dejó de exportar. Brasil, con inmensas reservas negociará con Estados Unidos suministro a largo plazo, porque Venezuela es “un país hostil” y Brasil es un país amigo.
Nos estamos quedando solos, no producimos para comer, y se acaban los dólares para importar alimentos. ¿Qué vienen a celebrar los clientes del Alba? Este es, en una palabra, el balance de la revolución bolivariana, del “socialismo del siglo XXI”, de las políticas de expropiación de entidades productivas que se han arruinado antes de que el gobierno pague a sus propietarios nacionales o extranjeros. Estamos frente a demandas judiciales de montos tan considerables que el Estado venezolano carece de recursos para cancelarlas.
Es inverosimil que en momentos de tan graves dificultades económicas, y de tan severas crisis sociales, el gobierno endeude a la nación para financiar una de las campañas políticas más costosas que hayamos visto. Con el dinero de los venezolanos se combate la libre determinación de los venezolanos y se pretende aplastar la voluntad popular. No estamos haciendo banales ejercicios oposicionistas, no. Abogamos resueltamente por los intereses de la nación y de todos los venezolanos, condenados a padecer los extravíos del mal gobierno.
¡Por la unidad popular contra la presidencia vitalicia! ¡Por el respeto a la Constitución y el estado de Derecho! ¡Por un país democrático, tolerante y pluralista!

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