Tiempo de Palabra
¿El militar domado?
En América Latina predomina la discutible idea de que los militares dejaron de intervenir en los asuntos políticos en el período democrático. Hay evidencias sobre lo contrario. En Venezuela, antes de Chávez, tenían un cierto poder de veto en algunas materias (notablemente en los temas fronterizos). Ahora los temas y las formas han cambiado, pero los militares siguen allí, con un cierto nivel de intervención y con cuentas por cobrar acumuladas.
No se trata sólo de la participación política de los militares promovida por el Presidente sino la acción militar autónoma y su capacidad de veto.
El Uso de los Militares. Sin partido y sin apoyo social organizado, Chávez ha recurrido a la creación del "partido militar" como su fuerza fundamental. Prevalido del respaldo popular de los primeros años se dispuso controlar el Estado, incluida la FAN.
Logró manejar la institución entre la disciplina, las purgas, la corrupción y cierto entusiasmo de algunos oficiales de derecha, fascinados por participar en un gobierno militar. No evitó el descontento, la desobediencia, las conspiraciones y el rumor, pero se agenció el control.
Su propósito básico ha sido el de contener el descontento político y social. Para conseguirlo ha comprometido a los militares en la represión, pero sólo ha obtenido incorporar para estos propósitos a unidades específicas de la FAN. En particular ha usado hasta los extremos a las unidades antimotines de la Guardia Nacional, que junto a la policía se han encarnizado contra los que protestan. El Ejército ha sido utilizado esporádicamente para disuadir, mientras que la Fuerza Aérea y la Armada discretamente han renunciado a incorporarse a la represión. Sin embargo, los instrumentos más duros han sido, primero, los Círculos del Terror, armados y por la libre, y luego las unidades de la Reserva convertidas en brazo del fascismo callejero. Ahora, un nuevo instrumento aparece, la Policía Nacional, convertida en brazo armado del PSUV.
Para la estrategia represiva se han fortalecido los dispositivos de inteligencia política y militar bajo el control cubano. La presencia de los comunistas cubanos en esas áreas se explica no sólo por la experticia sino también porque los policías de la Disip y de la DIM no son siempre confiables para Chávez, por lo cual usa a sus camaradas del Caribe como garfio vengativo.
Controla Mucho, Pero No Todo. Hay otro aspecto que se refiere a la acción autónoma de los militares al margen de las decisiones de Chávez. Ha habido diversos tipos de conducta a lo largo de los años recientes por parte de sectores del estamento militar. Un grupo se ha plegado a la posición política de su jefe, son los que han obtenido cargos en la administración pública y han rascabucheado importantes beneficios políticos y económicos. Este grupo, sin embargo, corre riesgos; la tentación del enriquecimiento le ha permitido a Chávez soltarles la cuerda hasta que les tiempla la muela del juicio para obtener más sumisión o para exhibir algún trofeo en su falsaria lucha contra la corrupción. Este es un grupo de derecha, políticamente analfabeto, que repite idioteces sobre el socialismo que ni entiende ni quiere. Siempre estará al lado del más fuerte sin importar ideología alguna, pero correrá hacia el nuevo poder una vez que se desplace el centro de gravedad del sistema.
Los institucionalistas predominan. Chávez no puede botarlos a todos y tampoco sabe dónde están. Son discretos; disimulan para que no los expulsen, pero llegada la hora, saben intervenir decisivamente. Hay tres eventos que así lo muestran: el 11 de abril de 2002 apoyaron a sus mandos en la desobediencia, pero luego -con discreción- volvieron cuando se revirtió la situación, siguieron a sus mandos naturales. En momentos en los que el Gobierno ha tratado de eliminar la Guardia Nacional han parado en seco ese propósito, rastrillando los sables. A pesar de que Chávez cuenta con incondicionales para la represión, como el siniestro coronel Benavides, la masa de oficiales de la GN es institucionalista.
El tercer episodio fue el del referendo constitucional de 2007, allí cumplió un papel estelar el general Baduel, pero no pudo haber influido como lo hizo sin contar con el apoyo de una mayoría que obligó al caudillo a aceptar la derrota, aunque con resultados manipulados, confeccionados por el CNE y sin reclamo de los vencedores. Los dirigentes argumentaban que lo que importaba era ganar y no la diferencia numérica, sólo que aceptar un margen pequeño facilitó el camino para el desconocimiento posterior del resultado.
Está el grupo de los purgados, tanto los que han salido de la FAN como los que están "en su casa", sin cargo alguno por ser considerados riesgosos: no se rieron del chiste del Presidente, no repitieron con suficiente énfasis el saludo socialista, fueron a Cuba para ser examinados y no mostraron el entusiasmo requerido, sus familiares son furibundos antichavistas, los cubanos los han sapeado, entre otras graves faltas de las que se les acusa.
Otros son los oficiales que han sido chavistas y ahora dicen que "el hombre se volvió loco". Lo han acompañado, se han entusiasmado, pero consideran que lo que ahora hace es más producto de la chifladura que de la ideología. Imagínese cómo ve un oficial los siguientes hechos, uno al lado del otro: entrega de la soberanía nacional a Cuba y recibir órdenes de oficiales cubanos en los puestos de comando venezolanos; provocar una guerra con Colombia que posee unas fuerzas militares de elevado entrenamiento, equipamiento y mística, asociadas a EEUU; aliarse a Irán y su enloquecido jefe cuya promesa es la destrucción de un Estado soberano -el de Israel- y que se alista en el campo de las armas nucleares; propiciar grupos paramilitares dentro del país, extremadamente ideologizados, a los que se les quiere dar la cobertura de la Reserva Nacional; abandono de una seria política de fronteras (Colombia y Guyana) y tolerancia o alianza con las fuerzas guerrilleras colombianas; intento de destrucción de la GN; anulación del papel de las fuerzas o componentes militares y del Ministerio de la Defensa; concentración del todo el rol operacional en el Presidente a través del Comando Estratégico Operacional; intensificación del espionaje interno; sueldos fabulosos para los favoritos y sueldos miserables para la mayoría de los militares; conversión de los suboficiales en oficiales sin ningún proceso de formación alternativo; falta de entrenamiento; compras de equipos más como resultado de alianzas políticas que de escenarios de proyección y empleo de la fuerza.
Malo, Malo. Chávez tiene en la FAN su partido, pero no en su totalidad sino en las unidades de represión y (parcialmente) de inteligencia. Aunque la FAN esté destruida, los institucionalistas son mayoría y saben que están obligados a desobedecer órdenes ilegales. No habrá salida a la crisis sólo con militares pero no habrá salida sin su participación.
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