Libertad!

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miércoles, 13 de enero de 2010

El grial de las primarias







 
El Grial de las primarias
Enrique Ochoa Antich

Política
Lunes 11 de Enero de 2010 
Es cierto que el modelo leninista de partido-aparato hizo que los viejos partidos terminaran por representarse a sí mismos más que al pueblo. Pero para nada puede decirse que los partidos no sean gente: son, y mucha.


En la perspectiva que hemos venido describiendo en estos "Catalejo" acerca de un nuevo modo de ser oposición en la Venezuela de hoy, está claro que debemos combatir los resortes de la antipolítica y del
antipartidismo que algunos aún procuran animar. Debemos rescatar la idea de que la política es un oficio de servicio público y que es esencial para la eficacia de la oposición en la disputa por el poder, en particular siendo nuestro adversario uno que hace de la disciplina militar una de sus principales cualidades, la organización de maquinarias políticas en el campo social y electoral. Ése es uno de los principales aportes de la Mesa de Unidad Democrática que, a diferencia de la Coordinadora (que en su momento cumplió un papel positivo pero cuyas atrofias y experiencias negativas deben sernos útiles hoy para no reproducirlas ni repetirlas), está conformada por los principales partidos políticos que en su seno tienen una cohesión cada vez mayor acerca de la estrategia y la conducta de las fuerzas
democráticas. Resulta por cierto curioso que justamente algunos pretendan hacer política y aspirar a cargos políticos de representació n popular cabalgando en el discurso de la antipolítica y del antipartidismo.

La unidad de la oposición habrá de ponerse a prueba a la hora de seleccionar nuestros candidatos a la Asamblea Nacional. Ya no es
necesario insistir en que lo importante es la unidad efectiva, es decir, la presentación de candidatos unitarios en todas las circunscripciones electorales y no la presentación (de naturaleza totalitaria, por cierto) de una tarjeta única que, por propia
definición, negaba la condición democrática de una alternativa que es y quiere seguir siendo plural. Ya esa tarjeta única, tan parecida a pensamiento único y a caudillo único, está, para fortuna de la Venezuela democrática, en el basurero de la historia, para usar la manoseada frase.

La oposición debe iniciar ahora, con prudencia y pulso, la ejecución del método ya aprobado para seleccionar los candidatos. No somos adversarios por principio de ningún método. Acuerdo, consenso, encuestas y también primarias son opciones que la oposición habrá de
considerar.

Por lo demás, cada estado y cada circunscripció n inclusive podrá tener
su propia realidad: si en muchas de ellas el consenso es seguramente fácil y posible, muy probablemente en otras sólo unas primarias podrán dirimir legítimas aspiraciones que en el campo democrático deben ser vistas como normales. Eso sí: confiamos en que la diversidad
metodológica aprobada no sea manipulada por algunos para propiciar situaciones que hagan creer que, al final de la cuentas, se requieren primarias generales porque siempre habrá en toda circunscripción
electoral al menos un candidato disidente: es por ello que ha sido reglamentado lo que consenso y acuerdo quiere decir, no unanimidad, por cierto (2/3 de los partidos de la mesa que a su vez representen al
menos 2/3 de la votación obtenida por la oposición en las pasadas elecciones locales, según reza el acuerdo).

Las primarias generales como chantaje y dogma se parecen demasiado al demagógico y mítico Grial de la democracia participativa y protagónica como para no decirlo. Así que nunca es bueno olvidar que también la
representativa es democracia y que muchas veces lo es más que la que se dice directa, y que, siendo unas elecciones generales (como las de noviembre pasado) infinitamente más representativas que cualquier primaria habida o por haber en el futuro próximo, los partidos que allí obtuvieron el 95 % del voto opositor no sólo tienen el derecho sino el deber de hacer valer la representación que ostentan de los
millones de venezolanos que votaron por ellos.

Finalmente, permítaseme discutir esa falsa dicotomía tan frecuente en el Internet de la oposición según la cual los partidos son una cosa y el pueblo otra, esa entelequia que algunos llaman "la gente". Suele decirse: "la gente" opina tal o cual cosa. Es cierto que el modelo leninista de partido-aparato hizo que los viejos partidos terminaran por representarse a sí mismos más que al pueblo. Pero para nada puede decirse que los partidos no sean gente: son, y mucha.

Pueblo organizado, con sentido de pertenencia ideológica, con raigambre nacional, y por tanto con eficacia política que por propia definición la sociedad civil no tiene ni puede tener, y eso, a la hora
de escoger, tiene, en la lucha por el poder contra el fasciocomunismo autocrático y militarista que se nos quiere imponer, más peso, más significación que todos los correos de Internet juntos y que cualquier
primaria. Esa es la verdad y no está demás recordarla.
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