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miércoles, 19 de enero de 2011

ANTONIO COVA MADURO | Túnez queda al lado

Una severa crisis económica con la comarca llena de enemigos y los universitarios peleando...

ANTONIO COVA MADURO | EL UNIVERSAL
miércoles 19 de enero de 2011 12:00 AM
Desde que Hugo Chávez dejó muy mal en público al pas de deux realizado por el dúo Ramírez-Flores una inolvidable madrugada de la víspera de Navidad de 2010, los venezolanos están perplejos ante la "moderación" de la que hace gala el Comandante Presidente; de paso dejando muy mal a las focas que se van de bruces sin antes haber chequeado las señales. ¿Será que el Comandante se solaza en dejarles colgados del mecate en plena faena?

Varias hipótesis han sido barajadas para explicarse ese raro fenómeno, y sin desmerecer de las mejores de entre ellas creo que hay que considerar alguna otra que de buenas a primeras pudiere lucir estrambótica. Esa hipótesis postula que quizás como pocos entre quienes le precedieron, Hugo Chávez toma en consideración lo que pasa allende nuestras fronteras más de lo que muchos creen, incluso más de lo que parecen discernir sus focas.

Entre la prisa obscena de la más ignominiosa Asamblea Nacional que hemos tenido y las actuaciones de quien a todas luces la manejaba a su antojo medió el descalabro de Evo en Bolivia, el mismo que todavía no se había parapeteado cuando en el lejano Magreb (el mundo árabe musulmán en la costa africana del Mediterráneo) estallaron graves desórdenes que ya han logrado su primera gran victoria.

En efecto, mientras que en Argelia parece haberse sofocado la revuelta, la misma tomó un giro inesperado en su vecina Túnez y lo que allí ha sucedido en los pasados días tiene, para nosotros, una significación que va mucho más allá de lo que de buenas a primeras luciría.

Hagamos un poco de historia. Túnez, esa región de Noráfrica donde estuvo ubicada la única sociedad que hizo temblar al naciente poder de Roma -la ciudad de Cartago- es un pequeño país árabe donde moran alrededor de 11 millones de personas en un territorio de 165 mil km al que Francia ocupó desde 1881 hasta que se vio obligada a concederle su independencia en 1956.

Esa influencia francesa, más pro-funda que en otras zonas de la región posibilitó la presencia de una élite profesional bastante afrancesada, cuyo máximo representante, egresado de una universidad francesa, Habib Bourguiba rápido se hizo cargo de la nueva nación. Desde 1957 cuando se proclamó como República, Bourguiba instaló y mantuvo un régimen calcado de modelos occidentales. Quizás lo más destacado fuese el abandono rápido de la sujeción de la mujer.

Ello hizo de Túnez un modelo que desafortunadamente no fue seguido ni siquiera por sus vecinos; pero ese modelo tenía su talón de Aquiles: la incapacidad de Bourguiba de hacerse a un lado cuando el momento llegara. No sólo lo evitó sino que en 1975 se hizo proclamar Presidente vitalicio. Quizás eso mismo le hizo perder de vista que podría estar incubando una serpiente en su mismo lecho.

Para 1987 el momento decisivo llegó. Un militar que había sido prominente en asuntos y cargos de inteligencia y seguridad nacional, Ben Alí, fue nombrado Primer Ministro en 1986 y lo primero que hizo fue dar un "golpe médico" que terminaría los 30 años de Bourguiba. Se las arregló para que una comisión médica dictaminase que el anciano Presidente, con más de 80 años, sufría de senilidad invalidante y allí estaba él. Comenzaba el tiempo de Ben Alí.

Por los próximos 23 años iría de elección en elección -algunas con más de 99% de los votos- copando todos los resquicios, con sus fotos y su régimen policíaco por todas partes. Esperaba gobernar hasta 2014 cuando, sin dudas, una nueva elección prolongaría su mandato. Pero la economía se le adelantó y vaya cómo.

Como suele suceder, un pequeño percance desató el alud que lo mandó con su corporación familiar a Arabia Saudita: desempleado y hambriento un pobre buhonero vio sus escasas mercancías destruidas por la policía y en la desesperación se suicidó. Veloz, la población hizo el click que les había eludido por 23 años: era el suicidio o echar abajo al oprobioso régimen de Ben Alí. Como era de esperarse optaron por la segunda alternativa.

Es la segunda revolución en un país islámico después que en Irán otra destruyó la dictadura del Sha. Todos sienten que las réplicas de ese terremoto estremecerán pronto la región. ¿Aquella región solamente?

El mejor amigo que Ahmadineyad tiene por estas costas sacó sus cuentas: una severa crisis económica con la comarca llena de enemigos y los universitarios peleando por no perder lo que les queda, era la mejor receta para un bis tunecino, justo cuando los militares no daban seguridad de llegar hasta la sangre para mantenerlo.

antave38@yahoo.com

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