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viernes, 28 de enero de 2011

ARGELIA RÍOS |El nuevo simulacro

El movimiento que primero se manifieste en la calle será el que obtenga la presea

EL UNIVERSAL
viernes 28 de enero de 2011 12:00 AM
Esto no es una revolución. Aunque Chávez y toda su nómina se afanen en demostrar que lo es, los hechos y sus resultados revelan que sólo estamos frente a un Gobierno deplorable, cuyo único propósito es preservar el poder a como de lugar, para ocultar la magnitud del desastre causado por la incompetencia. Ya a estas alturas, el elenco bolivariano se ocupa exclusivamente de mantener la farsa en pie, echando mano de un radicalismo que enfatizará los daños ocasionados por el pretendido "proyecto" de cambio.

Todo el show que el Gobierno está dando -con la intención de reafirmarse como lo que no es- prueba la insuficiencia de su obra, el tenor del sainete al que nos han sometido y, también, las dificultades en las que se encuentra el elenco bolivariano para convencer a la opinión pública sobre los motivos de una nueva postergación de sus aspiraciones. Lo que Chávez pide a los venezolanos es el mismo "cheque en blanco" de siempre: un pasaporte que le permita trasladar las expectativas, ahora hacia el 2013, mientras él continúa "politiqueando" para capear el temporal.

Es lógico preguntarse si el deterioro del país le permitirá seguir mareando a los venezolanos, haciéndoles creer que sus iniciativas proveerán soluciones garantizadas en el futuro. Muchos piensan que ya la sociedad le conoce y que la treta del Presidente no logrará el éxito en esta oportunidad. Sin embargo, sólo los desarrollos despejarán esta interrogante a la que Chávez le destina todo su tiempo. El drama de los damnificados representa una prueba de fuego, ante el cual el comandante deberá demostrar que todavía posee capacidad para que -ante los ojos de la opinión pública- sus buenas intenciones pesen más que sus realizaciones.

La recreación de un nuevo capítulo de la lucha de clases alrededor del problema de la vivienda, busca reconfirmar y vigorizar esa condición de "buen hombre" que tanta gente le ha atribuido a Chávez a lo largo de estos 12 años. Pero no basta ahora con adjudicarles a otros las culpas de las carencias del régimen. Distendido como se encuentra el país -que vive una polarización ficticia, fabricada desde el propio poder- el jefe del Estado tiene enfrente un panorama que le exige demasiadas dosis de maniobra rebuscadas para salir airoso.

Zigzaguear con pericia, en un escenario como el actual no es tan fácil como solía serlo. Por lo pronto, ya ha tomado la precaución de condenar al PSUV para favorecer la reconstitución del viejo Polo Patriótico, con la vista puesta en otro gran simulacro: el de un "movimiento" de masas, con el que proyecta reanimar sus vínculos populares, y "enanizar" a la Mesa Unitaria, que hoy tiene el desafío de adelantarse a la jugada. El movimiento que primero se manifieste en la calle será el que obtenga la presea. Chávez entiende de qué se trata. Faltan sus contrincantes.

argelia.rios@gmail.com // @argeliarios

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