Rafael Muci-Mendoza
La autonomía universitaria garantiza el pensamiento libre exento de presiones
No falta en mis clases la cita a Foucault, El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica, 1966: "La primera tarea del médico es, por consiguiente, política: La lucha contra la enfermedad debe comenzar por una guerra contra los malos gobiernos": y prosigue con Lanthenas (De l'influence de la liberté sur la santé, la morale et le bonheur, París, 1796), "El hombre no estará total y definitivamente curado más que si primeramente es liberado: ¿Quién deberá denunciar, por lo tanto, al género humano a los tiranos si no son los médicos que hacen del hombre su estudio único y que todos los días en casa del pobre y del rico, en casa del ciudadano y del más poderoso, bajo la choza y las moradas suntuosas contemplan las miserias humanas que no tienen otro origen que la tiranía y la esclavitud?".
Autonomía universitaria y libertad académica es derecho implícito al ser humano: libertad de enseñar y debatir sin límites de doctrinas instituidas; y más lejos: libertad de conducir investigaciones, publicar y difundir resultados; opinar libremente sobre la institución o sistema en el que se trabaja; oponerse a la censura institucional y participar en órganos profesionales u organizaciones académicas representativas ¿Es este el infeliz caso del IVIC?
La autonomía universitaria garantiza el pensamiento libre exento de presiones perturbadoras de su cometido o del cumplimiento adecuado, objetivo y recto de sus funciones. En la extraviada ley chavista, contraria al artículo 109 de la Constitución y expresión de la corrupción del poder, la Rebelión en la Granja de Orwell se asoma, todos los órganos universitarios se subordinan al Estado Docente: "Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros".
rafael@muci.com, rafaelmuci@gmail.com
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Opinión, 3:6.
Miércoles 12 de enero, 2011
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