¿Y Ud.? ¿Cree que estos señores merecen el galardón de una curul?
En plena campaña para la enmienda, los propagandistas del Gobierno emplearon un argumento difícil de rebatir. El coro decía entonces que sólo el elector debía decidir, mediante el sufragio, el tiempo de permanencia de cualquier funcionario al frente de una responsabilidad pública. Copiando los alegatos a los que apelaba en ese momento el New York Times, en beneficio de la reelección del alcalde de esa ciudad, la maquinaria comunicacional del "proceso" le adjudicaba al voto una de las cualidades que éste posee sólo en las democracias saludables, donde la coacción y el chantaje no son monedas de uso corriente.
La capacidad para premiar y castigar una gestión en las urnas, se constituyó en el núcleo del mensaje oficialista, que por esos tiempos exaltaba el "inalienable derecho" ciudadano de prolongar en el poder a quienes le sirvieran satisfactoriamente, y hasta que su escrutinio destacara el saldo azul de los logros alcanzados en el ejercicio de sus responsabilidades.
Hoy, a cuatro meses del 26S, los venezolanos tienen la oportunidad de valorar el resultado de estos once años de "cheque en blanco" y la pertinencia de extender uno nuevo, que representaría para la revolución un homenaje a su desempeño frente a la inseguridad ciudadana, el desempleo, el alto costo de la vida, el desabastecimiento, la escasez, la vivienda, la salud pública, y la corrupción. Las candidaturas presentadas esta semana por el "comandante" -todas ellas vinculadas al fracaso en todas estas áreas- no están desvinculadas de la fórmula planteada en la campaña por la enmienda.
El premio y el castigo cobrarán vigencia en septiembre, cuando los electores no sólo definirán si desean o no recuperarle a la Asamblea su rol de control sobre la gestión de las autoridades, y el uso que éstos hacen de los recursos del Estado. Las elecciones de septiembre supondrán, también, la evaluación más precisa -superior, desde luego, a cualquier estudio de opinión- sobre la actuación del Gobierno frente a todos esos problemas que no han encontrado soluciones, pese al inmenso poder político y económico amasado por el hiperlíder y sus gerentes-candidatos.
Una derrota de Chávez significaría un sonoro llamado de atención y una exigente petición de rectificaciones urgentes que impidan al país continuar rodando por el despeñadero. Su victoria, en cambio, resultaría un espaldarazo a sus fracasos y desaciertos, y un apoyo a toda la burocracia que le ha acompañado en el desastre...
Es obvio que el Presidente está complacido con el trabajo de su equipo, al que ahora designa como sus candidatos al Parlamento. El comandante -genio de la simulación- los ha premiado con estas nominaciones. La culpa, pues, es toda suya. ¿Y Ud.? ¿Cree que estos señores merecen el galardón de una curul? argelia.rios@gmail.com/ twitter @argeliarios
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